CAMILO DÍAZ
El futuro de los petroleros no es el petróleo
Varios de los productores más importantes han planteado que el futuro de sus economías no estará vinculado con el crudo y están llevando a cabo estrategias para transformar sus economías.
La cabeza del grupo la conforma Arabia Saudita, que además es el líder de facto de la Opep, la cual controla cerca del 35% de la producción mundial de petróleo, sin embargo, Arabia Saudita por sí sola produce 10 mbpd, algo así como el 10% de la producción diaria mundial. No obstante, el Reino ha descubierto que su futuro no estará vinculado a la suerte del petróleo, y desde hace un par de años ha puesto en marcha una estrategia para transformar su economía, eso sí, apoyándose en la renta que obtiene desde el crudo.
La estrategia consignada en visión 2030 tiene como objetivos la transformación de la economía para hacerla mucho menos dependiente del petróleo, abrir la economía a la inversión privada, e incorporar activamente a las mujeres al mundo laboral. Los pilares para lograrlo, al menos desde la visión del Príncipe heredero de la corona Mohammad bin Salman, son tres.
El primero, es la posición de Arabia Saudita como corazón del mundo islámico reconociendo que tienen otros potenciales más allá del petróleo, y que por su territorio transitan anualmente mil millones de musulmanes que van en peregrinación hacia la Meca. El segundo, es la aspiración del Reino de convertirse en un centro financiero, ayudándose en la propia capacidad que tiene para invertir – Arabia Saudita tiene reservas por más de US$500.000 millones – y de esa manera desarrollar otros sectores y diversificar ingresos. El tercero, es aprovechar la posición geográfica para convertirse en un centro logístico y de comercio entre Europa, África, y Asía.
En síntesis, esos tres pilares buscan, desarrollar el sector turístico respaldado por los flujos anuales que ha generado desde siempre la peregrinación hacia la Meca lugar de nacimiento del Profeta Mahoma, y hacia Medina lugar donde murió. Desarrollar el sector de servicios financieros y servicios legales, aprovechando la propia capacidad de inversión del Reino y su estrecha relación con los principales bancos de inversión globales como JP Morgan. Y desarrollar, una industria de servicios logística, de transporte, y portuaria, para convertirse en el epicentro de unión de tres continentes.
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Como esos ambiciosos objetivos demandan inversión, han decidido desprenderse del 5% de Aramco, la empresa estatal de petróleo valorada en US$2 billones con los cuales el Príncipe piensa recoger al menos US$100.000 millones para apuntalar la economía e invertir en los nuevos sectores consignados en visión 2030.
En el otro lado está Noruega que con una producción diaria de 2,5 mbpd, desde siempre ha procurado que la economía no esté anclada a la suerte del crudo o sus reservas. Lo primero que hizo, cuando fueron descubiertos los yacimientos del Mar del Norte, fue utilizar el sector como un catalizador para desarrollar tecnología petrolera propia involucrándose en todas las etapas de la cadena productiva y asegurándose de obtener transferencia tecnológica. Para eso Noruega creó a Statoil para asociarse con las compañías petroleras en todos los proyectos que se explotaran en el país y aprender el negocio.
Hoy en día Statoil domina el sector dentro del país, y las compañías de origen noruego son grandes exportadoras de servicios petroleros y de tecnología para la exploración costa afuera. Noruega no se resignó a ser un productor de crudo, sino que quiso tener doble ganancia, la de la renta petrolera, y la del desarrollo de otros sectores.
Noruega ahorró la mayor parte de las ganancias provenientes del crudo creando el Fondo de Pensiones Gubernamental, el cual tiene inversiones por más de US$989.000 millones, siendo el mayor fondo de inversión soberano del mundo. Noruega hoy recibe US$115.000 anuales por rentabilidad del fondo y tiene garantizadas las pensiones de jubilación de todos sus ciudadanos.
Estados Unidos que también es un gran productor con 9.4 mbpd, posee otros sectores que lo superan ampliamente en generación de renta para la economía, la industria farmacéutica, la industria tecnológica, los servicios financieros, el sector automotriz, y aeroespacial, aportan más al PIB que el sector petrolero.
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Las lecciones de los petroleros deben ser un espejo para Colombia y darse cuenta, que el hombre del hidrocarburo que nació en la segunda mitad del siglo XIX está dando paso al hombre electrónico que ha nació en esta primera parte del siglo XXI.