JOSÉ MIGUEL SANTAMARÍA

La derecha vergonzante

Solo tengo que remontarme a la votación del plebiscito del 2 de octubre de 2016 en Colombia para entender que seguimos siendo un país de derecha o de centroderecha, pero que nos da vergüenza decirlo de frente.

José Miguel, José Miguel
6 de noviembre de 2020

En el plebiscito, las encuestas daban un abrumador triunfo del Sí (70%-30%) y al final terminó ganando el No (51%-49%).

Sin saber cómo va a terminar la novela norteamericana de las elecciones a la Presidencia, lo único claro hasta ahora es que los encuestadores fallaron otra vez. No se sabe si es que la metodología que utilizan deba cambiarse o que los encuestados no están contestando lo que de verdad piensan o van a hacer. El caso del estado de Florida es el más relevante, pues las encuestas daban como ganador a Biden y al final fue Trump por un buen margen.

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Ideológicamente, existen cada día más diferencias en temas puntuales entre la derecha y la izquierda, temas que muchas veces no son socialmente correctos, que para algunos puede ser incomodo comunicar o comentar, pero que son válidos y entendibles. Los más relevantes son el aborto, que tiene diferentes tonos, desde la prohibición total hasta el aborto recreativo, pasando por algunas excepciones o días de embarazo.

Otro asunto que ha tomado mucha relevancia ha sido el concerniente a la ideología de género, en el cual la izquierda ha tomado la bandera de la diversidad, de la adopción por parte de parejas del mismo sexo, del lenguaje inclusivo que más se parece a una película de Cantinflas que a inclusión, etc.

Económicamente, existen posturas bastante diferentes y que pueden, a primera vista, reflejar una falta de conciencia social. Mientras la izquierda viene promulgando la renta básica universal, independientemente de la situación fiscal del país, la derecha piensa que existen mejoren maneras de subsidiar a los más necesitados y de generar empleo y crecimiento económico.

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Teniendo en cuenta los ejemplos anteriormente expuestos, podría uno pensar que muchas de las personas que tienen un pensamiento de derecha no se sienten cómodos divulgándolo, piensan que pueden resultar rechazados por pensar de esa manera.

Un reconocido escritor colombiano decía que ser joven y no ser de izquierda era no tener corazón, pero que si en la madurez se seguía siendo de izquierda no se tenía cerebro. Si lo ponemos en contexto, vemos una realidad de a puño hoy en Colombia: muchísimos de los seguidores de ese nuevo progresismo de izquierda son jóvenes a los que desde el colegio les han venido inculcando esa ideología, esa lucha de clases y ese resentimiento que, a la postre, no conduce a nada.

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Las personas que profesamos una ideología de derecha no tenemos por qué avergonzarnos de hacerlo, yo estoy orgulloso de serlo, soy un defensor de la vida desde la concepción, soy un convencido de que es con esos principios que podemos cambiar la vida de las personas para bien, que la iniciativa privada y el emprendimiento son la base del desarrollo económico, y que un Estado pequeño y austero nos lleva a tener un mejor futuro para nuestros hijos. El tiempo nos dará la razón.