GUSTAVO RIVERO

Quien te enfada te domina

A menudo, perdemos la paciencia y los nervios.

Gustavo Rivero, Gustavo Rivero
1 de febrero de 2019

La frase que da título al presente artículo se atribuye a Buda. En ocasiones, repentinamente nos enfadamos y nos ponemos a la defensiva en el trabajo. ¿Por qué sobrerreaccionamos así? Por lo general, controlamos las emociones, pero algunos comentarios nos hacen responder sin pensar.

Según Harvard, el cerebro está conectado para reconocer patrones y, cuando las cosas no funcionan, intenta dar sentido a lo que ve encajándolo con perfiles familiares. Nuestras experiencias anteriores se utilizan como un atajo para comprender la nueva información. Tiene sentido: si se puede encontrar una coincidencia entre datos nuevos y antiguos, nuestro conocimiento almacenado puede aplicarse a la nueva situación a un coste menor que resolviendo todo desde cero.

El mismo proceso de creación de sentido entra en juego cuando se trata de relaciones humanas. Con nuestra “base de datos”, el cerebro organiza inconscientemente nuevas experiencias para que se ajusten a las relaciones con las que estamos familiarizados. Por tanto, cuando tratamos de entender a alguien que no conocemos bien, el cerebro nos engaña para que asumamos que esta persona se comportará como otras previamente. Nos sentimos bien con quien nos recuerda a seres queridos, mientras que las alarmas se disparan si esa persona nos hace acordarnos de los que nos causaron dolor. De esta manera, solemos atribuir a la gente características que no están realmente ahí. Prejuzgamos y tendemos a actuar en función de nuestras experiencias del pasado.

Le puede interesar: La humildad es muy rentable

Dado que las fuentes originales de nuestras reacciones son personas importantes de nuestros primeros años, como padres y hermanos, las reacciones de transferencia tienden a dirigirse hacia quienes desempeñan roles similares a los que llevaron a cabo originalmente estas personas. Por lo tanto, los médicos, maestros, celebridades y autoridades en general son particularmente propensos a activar respuestas de transferencia.

Se dan estas reacciones de transferencia cuando te enamoras a primera vista de la persona que te recuerda a una apasionada aventura amorosa, cuando confías en alguien instantáneamente sin saber que te acuerdas de una figura confiable del pasado, cuando estás cautivado por un jefe que se parece a una abuela entrañable… y cuando te desagrada inmediatamente alguien que te recuerda a una influencia negativa de una etapa anterior.

 Las reacciones de transferencia no son molestas en la moderación. Sin embargo, pueden crear problemas cuando se vuelven excesivas y nos impiden establecer una relación adecuada con quien podría tener una gran influencia en nuestras vidas. Y cuando somos susceptibles a reacciones exageradas y repetitivas, es probable que estemos preocupados por problemas profundos o asuntos pendientes del pasado.

Le sugerimos: El poder de la autoestima

Si bien nuestras reacciones inconscientes pueden desviarnos fácilmente, concentrarnos en ellas puede ayudarnos a detectar nuestras motivaciones ocultas y evitar repetir errores y, por tanto, a tener más control sobre nosotros.

Recuerda que quien te altera te controla. En el mundo de los negocios, la empatía es vital, nada es más rentable que la humildad y la gente sólo te recordará por cómo la hiciste sentir. Reflexiona sobre los comportamientos que te han metido en problemas y dónde sientes que tu juicio ha sido repetidamente malo. Pregúntate: ¿Qué tipo de personas me hacen sentir ansioso, triste o feliz?, ¿Qué me gusta o no de ellos?, ¿A quién me recuerdan?, ¿Cómo son de similares o diferentes? Descubrir los fantasmas del pasado es el primer paso para no permitir que interfieran con tu vida personal y profesional.

Lea también: Mi pobre angelito