RAÚL ÁVILA FORERO
Referentes mundiales en competitividad
Diez años después de la crisis financiera que sacudió al mundo, el reporte mundial de competitividad 2019 ilustra los logros de las economías más avanzadas del mundo y los desafíos que mantienen las menos competitivas, de cara a la búsqueda de mejoras en el desarrollo y crecimiento productivos. Allí, la región Asia-Pacífico se muestra como un referente a escala global.
Pese a la inyección de más de USD 10 trillones a la economía global, desde 2009, en temas cruciales como infraestructura, investigación y desarrollo y formación del recurso humano, los resultados no han sido los esperados en cuanto a productividad y competitividad.
En este caso, el reciente reporte del escalafón global de competitividad, del Foro Económico Mundial (FEM) valoró a 141 economías de las cuales lideraron Singapur, Estados Unidos y Hong Kong. En nuestro caso, Colombia se ubicó en la posición 57, subiendo tres puestos frente al reporte de hace un año.
Pero ¿qué es lo que hacen estas economías para ser consideradas como las más competitivas de todo el mundo? En el caso de Singapur, que lideró el ranking con un puntaje de 84,8 sobre 100, obtuvo un gran desempeño en términos de infraestructura, salud, funcionamiento del mercado laboral y el desarrollo de su sistema financiero.
En Singapur, la tasa de desempleo fue de un 2,2 % el primer semestre de este año. Y mientras que allí se preocupan por hacer algo por los empleos temporales que suman en la medición, en Colombia ni siquiera tenemos en consideración que en nuestra tasa de empleo la informalidad es muy alta. Y lo que es peor, en materia de política este tema aun no toma el impulso real para bajar los índices de desempleo.
En temas de infraestructura, Singapur lidera en la calidad de sus vías, la eficiencia de sus puertos marítimos y de sus aeropuertos y por la buena conectividad que brinda su sistema de transporte marítimo, aspectos que benefician enormemente su desempeño comercial. Por ahora, se considera a esta economía, como la más abierta del mundo.
Por su parte, Estados Unidos perdió la primera posición este año, hecho que es atribuible a la política ejercida por el actual mandatario, Donald Trump, en donde la promoción de la guerra comercial con potencias como China ha tenido fuertes repercusiones sobre el crecimiento y la productividad mundial. No obstante, el país sigue manteniendo el liderazgo en temas clave como el dinamismo en los negocios y la capacidad de innovación.
A manera de ejemplo, Estados Unidos fue el país número uno en el tópico de gobernabilidad tecnológica, es decir, fue el país que demostró mayor rapidez en adaptación entre el marco legal y los modelos de negocio digitales tales como el e-commerce o las FinTech. Y aunque todavía mantiene uno de los sistemas financieros más dinámicos del mundo, obtuvo descensos en pilares como su mercado de productos, competitividad interna y apertura comercial.
En el caso de Hong Kong, fue la economía que lideró en temas de estabilidad macroeconómica, salud, sistema financiero y su mercado de productos. Asimismo, se mantuvo como tercero en temas de infraestructura y adopción de ciencia y tecnología, pero obtuvo una muy mala puntuación (respecto al líder) en su mercado laboral teniendo la posición 7 por su baja e inestable protección a los derechos de los trabajadores.
A nivel general, y basándose en los resultados del escalafón, el Foro Económico Mundial define como tópicos importantes, para la década que viene, dos ejes que deben poder ser compatibles con los criterios de competitividad y crecimiento: por un lado, está la construcción de una prosperidad compartida y, por el otro, la transición hacia una economía sostenible. Por supuesto, ambos ejes teniendo un foco de trabajo importante sobre el medio ambiente y la desigualdad.
Esto sustentado en que son temas que, indiscutiblemente, afectan la productividad de las economías y, por ende, su competitividad. Por ejemplo, el cambio en los patrones de la lluvia por el cambio climático tiene afectaciones sobre el sector agro o la depreciación del capital fijo por eventos naturales extremos. Asimismo, se ha demostrado que una exposición prolongada a la polución del aire incide en un mayor número de enfermedades y aumentos en las tasas de mortalidad; así, una concentración de 10 microorganismos por metro cúbico puede llegar a reducir la productividad en un 1%.
Claramente, Colombia aún tiene mucho en que avanzar. De hecho, logramos subir en el ranking por criterios como salud (el aumento en la expectativa de vida), adopción de la tecnología (por un incremento en las suscripciones por servicio de internet) y estabilidad macroeconómica (en términos de una mejor inflación respecto al año anterior). Pero en términos de infraestructura, innovación, capital humano o un amplio portafolio en el mercado de productos y servicios, el rezago es notable en comparación con los líderes.
Economías como la de Singapur o Hong Kong han reconocido que gran parte de la clave de su competitividad reside en la educación; por ello, su pedagogía involucra la resolución de problemas del mundo real y, al mismo tiempo, una orientación hacia la importancia de la cultura ciudadana.
Por eso, en 2015, Singapur fue reconocido como el país con el mejor sistema educativo del mundo por la Ocde. Porque, si bien los resultados son estudiantes sobresalientes en matemáticas y ciencias, también resultan personas con la suficiente responsabilidad civil para ser ciudadanos con una buena cultura.
Y mientras estos países avanzados se proponen metas para ser más competitivos en la medida en que el bienestar y la calidad de vida aumenta, en Colombia aún carecemos de lineamientos claros para avanzar de manera acelerada en la superación de brechas en materias de educación.