ANÁLISIS
Los profesionales que Colombia necesita en la pospandemia
La pandemia ha impactado a la sociedad con cambios drásticos, creando contextos y entornos cada día más retadores y complejos, en los que se necesitan nuevos perfiles de profesionales que respondan a las necesidades que demandará el país.
Estoy convencido de que la crisis de la educación o como lo llamaron los Obispos en Aparecida (Brasil), durante la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano, la emergencia educativa ha llegado a su límite. En Colombia, cifras del Ministerio de Educación confirman que, para el segundo semestre, la deserción universitaria en instituciones privadas rondará, en el mejor de los casos, el 45%, mientras que la disminución en nuevos matriculados se acercaría al 25%.
Esta coyuntura ha develado la gran fragilidad por la que atraviesa el sector educativo, realidad que las universidades asumimos con esperanza, pese a las voces de pesimismo. Hoy somos conscientes de nuestra tarea de seguir aprendiendo, hemos sido resilientes y demostramos, desde el inicio de la pandemia, que tenemos gran poder de transformación para responder a un escenario que implica diseñar estrategias de aprendizaje mediadas por las tecnologías.
Así hemos respondido al aislamiento obligatorio, a la salida de los campus y a la continuidad de las actividades académicas de cerca de 1’800.000 estudiantes que continúan viendo sus clases 100% de forma virtual.
Hoy somos conscientes de que la pospandemia nos genera muchos retos, entre ellos, la oportunidad histórica de soñar con un nuevo modelo de desarrollo. Uno donde el crecimiento económico no sea la única razón que convoque a los estudiantes y a los diversos sectores a ingresar a la universidad; donde la ciencia y la tecnología estén al servicio del mejoramiento de las condiciones de vida de todos los colombianos.
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Los tiempos de coronavirus nos llevan a replantear y repensar la oferta académica, a través de enfoques formativos humanistas, científicos y tecnológicos; orientados hacia un desarrollo sostenible. No podemos seguir pensando meramente en el desarrollo del PIB, en razón únicamente de lo económico.
La pandemia ha impactado a la sociedad con cambios drásticos, creando contextos y entornos cada día más retadores y complejos, en los que se necesitan nuevos perfiles de profesionales que respondan a las necesidades que demandará el país.
Si bien las carreras tradicionales como Medicina, Derecho o Administración seguirán siendo importantes y no perderán estudiantes; es claro que, en el futuro más cercano, las ingenierías como Agroindustrial, Energética (enfocada en el manejo de energías renovables) e Informática (con énfasis en analítica y procesamiento de datos), así como la Química Farmacéutica, marcarán una tendencia por su pertinencia y estrecha relación con áreas y sectores que requieren un mayor desarrollo en Colombia.
La Ingeniería Informática, pese al crecimiento y demanda de la tecnología en tiempos de pandemia, responde al déficit que tiene el país frente a la demanda de estos profesionales: más de 35.000 posiciones laborales anuales, dependiendo los diversos escenarios de crecimiento del sector.
De la misma manera, la Ingeniería Energética será clave si se tiene en cuenta que, según un informe de la Agencia Internacional de Energía, se estima que en el 2035 el mundo consumirá una tercera parte adicional de estos recursos. Del mismo modo, Colombia se ha planteado una ruta de generación de energías alternativas con el fin de reducir, cada vez más, la dependencia de los combustibles fósiles. Contamos con un país rico en medio ambiente y posible para hacer realidad del cuidado de la “Casa Común”.
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Al mismo tiempo, el programa de Química Farmacéutica será muy demandado, pues de acuerdo con el Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes), el país cuenta hoy con 10,4 químicos farmacéuticos por cada 100.000 habitantes, en comparación con cifras internacionales que ubican esta relación en 140 profesionales por cada 100.000 personas.
Este dato preocupa si se tiene en cuenta que esta carrera tiene hoy una limitada oferta (solo se ofrece en 10 universidades, de las cuales tres están en Bogotá) y es clave para procesos como el aporte a la creación de vacunas y nuevos medicamentos para combatir el coronavirus.
Finalmente, la pandemia va a tener un efecto en la producción y procesamiento de alimentos. En este momento Colombia importa más de 10 millones anuales de toneladas de granos y, con las restricciones de movilidad que se están dando, vamos a tener que fortalecer nuestras materias primas y la producción local.
El nuevo enfoque que necesariamente deberá tener la seguridad alimentaria de todos los colombianos potencia y fortalece una carrera como la Ingeniería Agroindustrial, que además responde con un abordaje de sustentabilidad y cuidado al medio ambiente.
En últimas, las habilidades y competencias más demandadas, serán todas aquellas que contribuyan a fortalecer la construcción de humanidad para resolver ahora más que nunca todo tipo de desigualdades. Es decir, trabajo en equipo, adaptación al cambio, adaptabilidad, trabajo en interdisciplinariedad y solidaridad.
*Rector de la Fundación Universitaria Salesiana.