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“Benedetti es fantoche y arrogante”: Eduardo Montealegre revela en SEMANA los secretos de su enfrentamiento con el ministro del Interior. Arremete contra Abelardo de la Espriella y defiende a Iván Cepeda
El ministro de Justicia, Eduardo Montealegre, revela en SEMANA los secretos de su enfrentamiento con Armando Benedetti. Anuncia recolección de firmas para una constituyente y arremete contra Abelardo de la Espriella. Compara a Álvaro Uribe con Simón Bolívar.
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SEMANA: ¿Por qué está incómodo con el ministro del Interior, Armando Benedetti?
EDUARDO MONTEALEGRE: Mi incomodidad fue por una entrevista que le concedió Armando Benedetti a SEMANA. Allí, injustamente, hizo una descalificación pública del papel de todos los ministros. Dijo que eran tibios y que no tenían un compromiso real con la agenda del Gobierno. Esa descalificación fue injusta. Puedo dar fe de un trabajo dedicado, de hormiguitas trabajando por el bien del país. Por eso creo que fue injusta esa descalificación. Eso ocasiona mi molestia.
SEMANA: Puntualmente, Benedetti dijo que el gabinete era “flojo”.
E.M.: Sí, dijo que era tibio y muy flojo. Y eso no es así. En el gabinete, en cada uno de los temas, usted encuentra a gente con muy buenas especialidades, a personas muy comprometidas con la agenda del Gobierno. Como pasa en toda burocracia, claro que hay dificultades. No todo el mundo tiene la capacidad de salir a los medios de comunicación a hacer debates porque eso no es fácil. Cada uno está en sus temas técnicos y específicos, y la coyuntura nacional no siempre da para que los temas de la especialidad de un ministro puedan proyectarse en los debates de los medios. Reitero: fue injusta esa calificación.
SEMANA: Entonces, usted asumió la vocería de otros ministros, se le paró en la raya a Benedetti en el famoso grupo de WhatsApp del gabinete y le hizo el reclamo.
E.M.: Fue una iniciativa mía, y no de común acuerdo con ningún ministro. Sí, protesté vehemente a raíz de esas declaraciones de Benedetti. Además, la coyuntura se dio porque el proyecto de la paz total tiene riesgos en el Congreso, pues hay ciertos sectores de oposición que quieren dilatar injustificadamente el trámite de la iniciativa. No quieren dar un debate con argumentos e ideas, sino utilizar estrategias parlamentarias muy tradicionales que deben ser superadas en el país como es la dilación, es decir, no decidir, sino dilatar. En ese sentido, alerté a los ministros que se estaba presentando esa situación y critiqué a Benedetti utilizando las mismas frases que él usó en SEMANA. Dije que Benedetti era tibio frente a la paz total y que creía que no estaba cumpliendo, realmente, con su función. Palabras más, palabras menos, sostuve que él era puro blablablá. La discusión fue escalando en ese chat.

SEMANA: ¿Es verdad que usted le dijo a Benedetti que el Ministerio del Interior le quedó grande?
E.M.: Sí, lo dije. Hay que reconocer que Benedetti ha tenido actuaciones importantes; por ejemplo, en el proyecto de reforma laboral. Sin embargo, en la paz total no se ha puesto la camiseta. Al inicio, sí, empezamos muy bien, presentamos el proyecto conjuntamente, pero después no entiendo las razones por las cuales se marginó de ese proyecto. Prendí una alarma en el Gobierno y dije: “Mire, el Titanic de la paz se va a hundir”. Era una alerta, un llamado vehemente; a veces soy vehemente en mis posiciones, y a raíz de ahí vino un cruce de mensajes y se fue calentando la discusión.

SEMANA: ¿Usted le dijo “fantoche” a Benedetti?
E.M.: ¿Por qué le dije eso? Recordé unas publicaciones que hizo SEMANA cuando se filtraron las conversaciones entre él y Laura Sarabia. Allí, Benedetti da a entender que el triunfo de Gustavo Petro se debió exclusivamente a su colaboración en la costa. Me pareció que esas exageraciones propias del realismo mágico caribeño, espectacularmente narradas por Gabriel García Márquez, lo ponían en el campo no del realismo mágico, sino de una persona arrogante y fantoche. Y, por eso, salió a alardear un poco de toda su gestión como ministro y utilicé esa frase fuerte contra él.
SEMANA: También le escribió: “Hay que ver qué tan gallito es cuando lo capture la Corte Suprema de Justicia”. Usted hizo esa afirmación a raíz de un proceso que tiene Benedetti en ese tribunal. ¿Por qué ese comentario?
E.M.: Benedetti dijo en el grupo de ministros que, a raíz de mis palabras y de las ácidas críticas que le estaba haciendo, se retiraba de ese chat interno de comunicación entre los funcionarios del Gobierno. Ahí fue cuando le dije que, si era un gallito de pelea, quería ver cuál iba a ser su reacción cuando la Corte Suprema de Justicia tomara una decisión contra él por los procesos que tiene por casos de corrupción. Ese es el contexto de esa conversación.

SEMANA: En conclusión, lo que se vivió en ese grupo de WhatsApp, en el que están los ministros de Petro, fue una verdadera tormenta.
E.M.: Sí, realmente fue una tormenta perfecta y se fueron escalando los ánimos. Yo hablo muy de frente, no hago las cosas a espaldas, doy la cara y fui muy frentero con Benedetti. Reconozco que mis palabras fueron muy duras, muy vehementes, pero también reconozco que, a pesar de mis palabras fuertes, Benedetti ha tenido un tono pacífico de respuesta frente a los términos duros que yo empleo.
SEMANA: ¿Usted cree que la Corte Suprema va a ordenar la captura de Benedetti?
E.M.: Todavía falta un juicio, una decisión en la Corte Suprema de Justicia. Hay que esperar qué evolución tiene.

SEMANA: Hoy la relación entre usted y Benedetti está prácticamente rota. ¿Hay posibilidad de un acuerdo?
E.M.: Desde luego, y aprovecho esta oportunidad en SEMANA para hacer una tregua unilateral con Benedetti. Lo invito a un café, a que conversemos para reiterarle las críticas constructivas que le hago a su gestión. Este enfrentamiento y duelo verbal tienen que finalizar.
SEMANA: ¿Petro les ha dicho algo o se ha quedado como un espectador de esta inusual pelea entre sus ministros de Justicia e Interior?
E.M.: El presidente ha sido muy neutral. Hablé con él. El llamado muy cordial que me hace es que desescalemos este conflicto, hablando en términos de paz total. No conviene este tipo de enfrentamientos en este momento entre dos carteras que están jugando un papel muy importante, sobre todo en el tema de paz total. Recibí un llamado muy cordial de compañeros por parte del presidente invitándome a que tuviéramos una relación tranquila y pacífica con Benedetti. Desde luego, acepto esa sugerencia del presidente. Le tiendo la mano a Benedetti para que nos sentemos a conversar y a tomar un café, y, después de que nos criticamos mutuamente, continuar con un trabajo conjunto en el Congreso.
SEMANA: Hay funcionarios que chocaron con Benedetti y terminaron por fuera de la Casa de Nariño, entre ellos Álvaro Leyva, Susana Muhamad, Laura Sarabia y Gustavo Bolívar. ¿No teme que le ocurra lo mismo?
E.M.: No, de ninguna manera. Sí he visto que todas las peleas que han dado algunos ministros y altos funcionarios han terminado a favor de Benedetti. No tengo ese temor. Por el contrario, este debate lo hice internamente y no con el fin de que trascendiera a los medios de comunicación. Alguien filtró esas conversaciones privadas. Lo hice como una crítica constructiva en el interior del Gobierno, pero entiendo que en este momento hay que desescalar. No me va a pasar lo de otros funcionarios del Estado, porque toda regla tiene su excepción.
SEMANA: ¿Usted está cómodo en el Gobierno?
E.M.: Sí, estoy muy contento. Desde luego, no me voy a ir, nadie me ha pedido que me retire. Quiero continuar hasta el 7 de agosto de 2026 porque tenemos una agenda importante. Por el bien de este Gobierno, voy a desescalar cualquier confrontación con Benedetti.

SEMANA: ¿Qué mensaje le envía al ministro del Interior?
E.M.: Le diría a Benedetti que tiene que ser un hombre humilde, no puede ser arrogante. Reconozco que es un hombre inteligente y con trayectoria. Tiene muchos defectos en su vida pública y muchas cosas que aclarar. Ha sido muy arrogante al creer que la elección de Petro es la obra magnífica de un buen político barranquillero, cuando eso no es verdad. El triunfo de Petro es producto de décadas, de luchas de las organizaciones sociales, de un M-19 que hace la paz. Es exagerado, es hiperbólico que él se ponga como una figura salvadora de este movimiento; es exagerado y esa es una crítica constructiva que le hago a Benedetti.
SEMANA: ¿Qué le dijeron los ministros luego de sus mensajes contra Benedetti?
E.M.: Creo que interpreto, sin tener acuerdo con ellos, el malestar de muchos ministros. Ellos no lo expresan, son muy prudentes, pero creo que expresé el malestar de muchos de ellos por las declaraciones que le dio Benedetti a SEMANA. Fueron injustas. No contribuyen para nada a la armonía que necesita un equipo de gobierno que el ministro más importante, que es el del Interior, haga esas descalificaciones públicas de sus compañeros.
SEMANA: ¿El proyecto de paz total tiene futuro?
E.M.: La iniciativa no ha avanzado en el Congreso. Se han hecho muchas audiencias públicas para escuchar a la ciudadanía, pero, reitero, veo un ánimo dilatorio en ciertos sectores de oposición que no quieren un debate abierto sobre la base de los argumentos, como es propio en una democracia deliberativa. Si algo caracteriza a la democracia contemporánea, en términos del filósofo Jürgen Habermas, es la democracia deliberativa, en la cual el debate tiene que basarse en argumentos, en una confrontación de tesis y de antítesis para llegar a unas conclusiones. La elusión de los debates, como ha dicho la Corte Constitucional, es una figura inconstitucional. La Corte ha declarado inconstitucionalidades de decisiones del Legislativo por la elusión del debate; es una práctica indebida del Congreso.
SEMANA: ¿Qué pasará si se hunde el proyecto de paz total?
E.M.: Sería muy grave para el país, por eso mi alerta. Debo reconocer que el proyecto está en peligro. Y no porque haya argumentos contundentes para derrotarlo, sino por el trabajo dilatorio de algunos parlamentarios.
SEMANA: ¿Cuáles congresistas?
E.M.: El representante liberal Álvaro Rueda, de Santander, está adelantando prácticas dilatorias.

SEMANA: Pero muchos saben que Rueda es un congresista cercano al Gobierno Petro.
E.M.: Pero en este tema él no ha tomado posiciones. Lo que ha querido es dilatar. No entiendo por qué. En un debate reciente al cual asistí con la Corte Suprema de Justicia, el representante Rueda, internamente, estaba propiciando a sus compañeros para que se fueran, para que se retiraran; él no quiere el debate. No le gusta escuchar argumentos. A raíz de eso, los medios lo confrontaron esta semana y ya tomó una posición de apoyo al proyecto. De esta minicrisis del gabinete y de mis alertas queda algo positivo.
SEMANA: ¿Usted tiene visa?
E.M.: Sí, tengo visa vigente y no voy a renunciar a ella.
SEMANA: ¿Por qué?
E.M.: Respeto profundamente los actos de solidaridad que han tenido los ministros, como el de Hacienda, pero creo que como Gobierno no podemos quemar las naves con Estados Unidos. Hay un momento de crisis, de deterioro de la relación, es una descertificación injusta. Nosotros, en medio de esta coyuntura, siempre hemos tenido una agenda conjunta económica y algo muy importante: la lucha contra el narcotráfico. Junto con el crimen organizado, es uno de los factores más desestabilizadores de la democracia.
SEMANA: ¿Se equivocaron los ministros de Petro al renunciar a su visa?
E.M.: Respeto ese criterio, es una decisión autónoma; cada uno tiene que examinar cómo es su agenda con Estados Unidos. El ministro de Hacienda dijo que renunciaba a su visa porque los temas bilaterales ya los había adelantado. Pero eso no ocurre en el Ministerio de Justicia. Este es el momento en el que tenemos que hacer un análisis muy serio y crítico frente a la descertificación. Como ministro de Justicia, estoy preparando una crítica constructiva y seria al informe de Naciones Unidas sobre la lucha contra las drogas en Colombia.
Todo parte de errores de buena fe de Naciones Unidas en el informe sobre las drogas. Hay equivocaciones muy grandes en el cálculo que se hizo sobre la cantidad de droga que está exportando Colombia. Nos ponen como el país que exporta y produce el 65 por ciento de la droga, pero lo están haciendo sobre cálculos y probabilidades equivocadas. Se parte del punto de vista de calcular cuánta droga se puede entregar en el mercado a partir de una producción de 250.000 hectáreas. Pero no se tiene en cuenta cuál es el número de toneladas de coca incautadas por Colombia. En 2023 se incautaron 800 toneladas. Preparamos una crítica constructiva porque eso no se puede reiterar hacia el futuro.
SEMANA: ¿Qué opina de las palabras de Petro en Nueva York, donde invitó a los soldados estadounidenses a desobedecer al presidente Donald Trump?
E.M.: A Petro hay que entenderlo. Es un revolucionario que durante muchos años formó parte de la insurgencia colombiana, estuvo en rebelión, alzado en armas contra el Estado. Después, hizo un acuerdo de paz y, producto de eso, nació la Constitución de 1991. El pensamiento de Petro y su trayectoria de vida son las de un revolucionario. Y ellos creen en la utopía, en el socialismo utópico narrado por grandes teóricos, como Karl Marx, los grandes ideólogos alemanes y muchos franceses. Es propio de los socialistas y revolucionarios creer en las utopías. El socialismo y el comunismo son utopías y nosotros vivimos de las utopías. Él tiene un pensamiento utópico en el sentido de tener pretensiones grandes de cambio para la humanidad.

SEMANA: En su calidad de jurista, ¿Petro infringió alguna ley federal con lo que hizo en Nueva York?
E.M.: Tenemos que examinar en qué contexto se produjo la intervención del presidente. Él actuó en esa manifestación como jefe de Estado bajo el contexto de la Asamblea General de Naciones Unidas. No podemos separar ese espacio de lo que dijo en las calles de Nueva York. No podemos pedirle a un presidente que tenga un doble discurso, es decir, lo que dice en Naciones Unidas es válido, pero no lo es si lo afirma en las calles. El contexto no es el espacio físico, es el contexto cultural y político en el que habló Petro. ¿Cuáles fueron sus palabras? Invitó a que se pare el genocidio en Palestina; esa calificación es de Naciones Unidas. Tanto es así que la Corte Penal Internacional dio una orden de detención contra Netanyahu por cometer un genocidio. Petro no está invitando a la insubordinación de las Fuerzas Militares de Estados Unidos, no está invitando a una desobediencia generalizada contra el presidente Trump, sino que está invitando al Ejército de ese país a que las órdenes que impliquen un favorecimiento del genocidio en Gaza no se cumplan. Eso es absolutamente válido. ¿Por qué? De acuerdo con el Estatuto de Roma, que es universal, cuando hay órdenes por parte de un superior, así sean proferidas por el presidente o el comandante supremo de la fuerza pública, que implican la realización de crímenes internacionales, como es el genocidio, un soldado no puede cumplirlas. Si las cumple, se hace responsable internacionalmente, incluso ante la Corte Penal Internacional.
SEMANA: ¿En qué quedó finalmente la convocatoria a una asamblea nacional constituyente para reformar la Constitución de 1991?
E.M.: Petro empezó a hablar hace varios meses de la constituyente en el sentido de que el país debía empezar a deliberar sobre cómo cambiar las instituciones. En eso, Petro va muy en línea con Jürgen Habermas, gran filósofo alemán, tal vez la figura más representativa de la Escuela de Frankfurt. Petro llamó a deliberaciones, pero no se puede quedar ahí. Si esa forma de proceso constituyente no tiene una estructura jurídica, se queda simplemente en una retórica.
SEMANA: Por eso, entonces, ¿habrá o no constituyente?
E.M.: Habrá una propuesta de constituyente siguiendo la ortodoxia de nuestra Constitución. No habrá un salto al vacío, no habrá una ruptura institucional. El Gobierno va a promover una iniciativa de constituyente de origen popular. La posición de Petro es promover una constituyente de iniciativa popular.
SEMANA: Es decir, ¿habrá un comité promotor de firmas que recaudará el 5 por ciento del censo electoral en los próximos meses?
E.M.: Así es.
SEMANA: ¿Cuándo se inicia la recolección de firmas para esa constituyente?
E.M.: Ya hay sectores sociales que autónomamente han venido planteando la necesidad de una constituyente. Lo que va a existir es una decisión política de parte del Gobierno de apoyar esos mecanismos de democracia participativa. ¿Cómo se le da forma jurídica? Un grupo de ciudadanos elabora un proyecto de ley, y se deben recoger por lo menos 2,5 millones de firmas. Luego, va al Congreso y allí se debe decidir si se convoca o no a la asamblea nacional constituyente.
SEMANA: ¿Ese proyecto lo alcanza a estudiar el actual Congreso? Los tiempos dan…
E.M.: No dan los tiempos. Le corresponderá al nuevo Congreso, que iniciará funciones el 20 de julio de 2026.
SEMANA: ¿Hasta dónde puede llegar esa constituyente? ¿Tendrá límites?
E.M.: La propuesta del Gobierno es que tenga límites, no sería para modificar absolutamente todo el texto constitucional de 1991. No se puede retroceder en las conquistas de los derechos fundamentales y sociales, y el Gobierno no estaría de acuerdo con una revocatoria del Congreso.
SEMANA: Pero Daniel Quintero, precandidato presidencial del Pacto Histórico, propone una constituyente para revocar al Congreso. ¿El Gobierno Petro no está de acuerdo con esa propuesta?
E.M.: El Gobierno Petro no está de acuerdo con esa idea. El Gobierno quiere ser muy respetuoso con una propuesta que respete a ese Congreso recién elegido, porque estamos hablando del 20 de julio del próximo año, y no tendría sentido que ese Congreso, que convoca a través de un proyecto de ley a la constituyente, sea revocado. El Gobierno no comparte una revocatoria del Congreso.
SEMANA: ¿Usted ve con buenos ojos que se reviva la figura de la reelección presidencial?
E.M.: A mí me parece que sí. Esa figura está prohibida en Colombia para la reelección inmediata. El actual presidente no puede hacerse reelegir inmediatamente, pero Petro podría ser candidato presidencial en 2030 sin necesidad de una constituyente. ¿Quiénes no pueden ser reelegidos? Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, quienes tuvieron dos periodos seguidos. A mí me parece que la figura de la reelección presidencial es buena, inclusive con periodos inmediatos. Lo que la Corte prohibió y dijo que era totalmente contrario a nuestro marco constitucional son reelecciones indefinidas, como las que pretendía Uribe. Pero el modelo constitucional aceptaría una reelección inmediata y la próxima constituyente lo podría hacer. Una nueva constituyente puede barajar de nuevo y abrirles nuevamente el camino a Santos y a Uribe.

SEMANA: ¿Gustavo Petro podría ser constituyente?
E.M.: Si el Congreso aprueba la convocatoria a una constituyente, el presidente Petro no tendría ninguna inhabilidad para encabezar una lista y ser delegatario en la nueva Constitución de Colombia.
SEMANA: ¿A Petro le interesará ser constituyente para ayudar a modificar la Constitución de 1991?
E.M.: No he hablado de este tema con el presidente, pero creo que Petro, quien cree en las utopías, es consciente de que la actual Constitución no tiene la capacidad de rendimiento para las transformaciones sociales que tuvo en 1991 y que es necesaria una nueva carta política. Él encabezaría una lista para ser constituyente si el Congreso convoca a esa asamblea. Eso dice mi intuición política.
SEMANA: ¿Cuántos delegados se contemplarían en esa constituyente?
E.M.: Unos 71 delegados, más o menos el mismo número que tuvo la Constitución de 1991. El número tiene que ser impar. El modelo que el Gobierno quiere propiciar, y esto depende de grandes acuerdos con los ciudadanos, es que sea una constituyente paritaria: mitad hombres, mitad mujeres y otro grupo de género, que es la población LGBTI. En la ortodoxia tradicional, no puede ser clasificado un concepto naturalista de hombre y mujer, porque el género es una construcción. No lo da la naturaleza. Es una construcción social.

SEMANA: ¿Usted tiene esa tesis de que el sexo de las personas es una construcción social?
E.M.: Pero, claro, es un debate muy viejo.
SEMANA: Las personas nacen siendo hombres o mujeres, y usted dice que es una construcción social.
E.M.: Desde luego. Es una construcción social porque usted no puede clasificar el sexo como lo simplifican muchas respetables posiciones. Como dice Álvaro Uribe, “se nace varoncito o mujer”. No.

SEMANA: Usted nació hombre, yo nací hombre.
E.M.: Sí, usted nació así. Pero después puede identificarse con otro tipo de sexo. Una de las grandes críticas que le hizo el posestructuralismo francés a la filosofía milenaria de más de 2.000 años son esas clasificaciones binarias: lo bueno, lo malo, lo blanco, lo negro. Eso ha sido lo clásico de la filosofía. No podemos ver el mundo en blanco o negro, hay zonas grises, intermedias, y el sexo es eso. No solo como lo piensa el Consejo de Estado, que el ministro de la Igualdad, Juan Florián, no está en la paridad porque él se siente identificado con un género diferente. Usted puede tener apariencia de mujer, pero sentir las capacidades y proyecciones de un hombre. Las proyecciones de la vida las da la sociedad y la construcción.
SEMANA: Volvamos a hablar de política. ¿Cómo le parece Daniel Quintero?
E.M.: Es un hombre contestatario, entró a la política por eso, con su famoso partido o movimiento del tomate. Es un hombre de rupturas, se enfrentó muy valientemente al establecimiento antioqueño y eso tiene un costo político. Esas posiciones frenteras, de ruptura, de enfrentamiento con la tradición, tienen sus consecuencias. Eso le está pasando a Daniel. Es un hombre muy honesto. No estoy de acuerdo con su propuesta de barrer. Como dijo un gran físico clásico, nosotros tenemos que construir sobre hombros de gigantes y no podemos partir sobre la base de que hay que derrumbarlo todo para empezar de cero.
SEMANA: ¿Eduardo Montealegre tiene un pensamiento más cercano al de Daniel Quintero o al de Iván Cepeda?
E.M.: No voy a anunciar mi voto (para la consulta del 26 de octubre), pero me identifico más con el proyecto político y la concepción del mundo que tiene Iván Cepeda. Digo esto respetando mucho a Daniel Quintero, quien es amigo personal.
SEMANA: ¿Cómo ve a la derecha en esta campaña presidencial?
E.M.: Muchos pensamos que el país iba a votar por el centro, pero lo que estamos viendo es una Colombia nuevamente dividida entre concepciones de izquierda o de derecha. No veo una posición de centro. El país va a tomar una decisión entre un modelo de izquierda y uno de derecha, ambos respetables. La derecha también tiene figuras muy importantes; Vicky Dávila, quien tiene un gran protagonismo, está haciendo una campaña seria. Va a entrar un nuevo actor, no comparto lo que piensa, pero Germán Vargas Lleras tiene una gran trayectoria. Soy crítico de Germán en muchos temas, pero la derecha tiene a gente muy importante.
SEMANA: ¿Cómo ve a Abelardo de la Espriella?
E.M.: Me parece que la candidatura de Abelardo de la Espriella es caricaturesca. Él es muy bueno para vender ron, excelente para cantar ópera, pero no lo veo con ninguna formación intelectual y ética, siendo un abogado de la mafia, para ser presidente de Colombia.
SEMANA: ¿Por qué?
E.M.: No tiene la trayectoria, no tiene la formación. Bien o mal, con todas las críticas, los presidentes siempre han tenido una trayectoria, una experiencia política, una experiencia académica. Él es una figura pintoresca, caricaturesca, de república bananera. No lo veo con una proyección y con seriedad como candidato.
SEMANA: Usted dice “abogado de la mafia”, pero usted es jurista y puede defender a cualquier persona.
E.M.: No es un abogado serio, de argumentos; ha sido un abogado que se ha movido en el mundo de los mafiosos. Yo lo respeto mucho, pero no creo que tenga la actitud para ser presidente de Colombia. Hablo en temas generales. Es una persona cuya única trayectoria es haber sido abogado del narcotráfico y de los paramilitares. Es legítimo, pero creo que hay unas fronteras: no creo que el abogado de la mafia pueda llegar a ser presidente de Colombia. En eso estoy de acuerdo con Vicky Dávila. Es una crítica que ella ha hecho con mucha vehemencia, y muchas otras personas. Cantinflas es grande porque es una caricatura de lo que somos muchos latinoamericanos, y él es caricaturesco, cantinflesco.
SEMANA: ¿Qué opinión tiene de Sergio Fajardo?
E.M.: Es un hombre respetable, serio, responsable, le cabe el país en la cabeza, pero lo que mostró el Congreso el 20 de julio pasado, cuando Petro instaló el Congreso, es un país polarizado: esos gritos rabiosos y furiosos de una oposición insultando al presidente muestran una caricatura y radiografía de este momento de polarización. Veo muy difícil que esta foto vaya a cambiar.
SEMANA: ¿Cómo ve a Claudia López?
E.M.: Es una mujer inteligente, pero creo que se desfiguró. Ella es frentera, ha tomado posiciones muy duras, su lucha contra el paramilitarismo es admirable. Pero no tomó una posición ideológica firme porque se vino en contra del Gobierno, no es en contra de Petro, sino de un proyecto ideológicamente progresista, y tampoco la recibe la derecha. Ideológicamente, quedó muy desdibujada. Hubiera sido una buena presidenta; quizás en otra oportunidad lo sea porque es valiosa.

SEMANA: ¿Y Roy Barreras?
E.M.: Será una figura muy importante, jugó un papel trascendental en la victoria de Petro, mostró una apertura del presidente de cambiar una tradición de la izquierda fundamentalista, de que solamente entraba en el proyecto político quien tuviera una concepción del mundo similar a la de la izquierda.
SEMANA: ¿El Pacto Histórico puede retener el poder en 2026? ¿Ve chance para que el petrismo siga gobernando a Colombia?
E.M.: Le haré un análisis sobre la fotografía de este momento, y no para hacer injerencia en las elecciones. Según las encuestas, el presidente Petro tiene una aceptabilidad que supera el 35 por ciento. Refleje eso en un censo electoral: ¿cuánto representa en un censo electoral tener ese porcentaje de futuros votantes? Casi 6 millones de votos y con eso usted tiene una cuota inicial muy grande para entrar a una segunda vuelta. Según las encuestas, hay una altísima probabilidad de que, con ese apoyo político que le queda al presidente, la izquierda o la centroizquierda puedan tener un cupo asegurado para la segunda vuelta. Y reitero: entrando en una segunda vuelta, hay unas altas probabilidades de que se reelija el proyecto progresista.
SEMANA: ¿Qué cree que va a ocurrir con el expresidente Álvaro Uribe y la apelación de su condena ante el Tribunal Superior de Bogotá?
E.M.: No voy a hablar como ministro de Justicia, sino como víctima de Álvaro Uribe. Cuando me nombraron en el Gobierno, dije que no iba a tener ninguna injerencia en la investigación, como lo he hecho, pero que mantenía mi condición de víctima, como lo hago a través de mi abogado. Tengo que ser coherente. Existe una montaña de evidencias, una catedral de evidencias que ameritan la condena de Álvaro Uribe por soborno y fraude procesal. Si el Tribunal de Bogotá falla en derecho, él será condenado.
SEMANA: ¿Y cómo está viendo el rol político de Uribe en esta campaña?
E.M.: He sido muy crítico de Uribe, soy víctima en el proceso, lo he denunciado por graves violaciones a los derechos humanos, pero tengo que reconocer que Uribe es un guerrero, un batallador, un hombre que no le tiene miedo a la adversidad; es como Simón Bolívar, el hombre de las dificultades. En medio de tantas dificultades, de tanta adversidad, Uribe no se rinde y hay que admirarlo. Es un batallador; así esté equivocado en muchos de sus planteamientos, es un guerrero. No se puede negar que tiene un gran peso político, con o sin condena. Aquí recuerdo una frase del pueblo argentino: “Ladrón o no ladrón, queremos a Perón”. Eso le pasa a Álvaro Uribe. Condenado o no, Uribe es un hecho político de una gran magnitud que nadie puede subestimar.
SEMANA: Y puede llegar al Congreso porque, en cualquier eventualidad, la decisión del Tribunal puede ir a una casación a la Corte Suprema de Justicia.
E.M.: Absolutamente. Si el expresidente es condenado, mientras no exista una condena en firme, porque esto tendría que ir a la Corte Suprema, Uribe no estaría inhabilitado para ser senador.
SEMANA: ¿Lo ve en el Senado?
E.M.: Sería muy interesante que Álvaro Uribe fuera senador y Gustavo Petro encabezara la lista de la constituyente que se va a plantear popularmente. O ver a Uribe también encabezando la lista constituyente en su momento. Ver a Petro y a Uribe como delegatarios en esa constituyente. Un duelo de titanes; hay que reconocer que son dos gigantes por caminos diferentes, pero son dos gigantes de la política colombiana