Política
Colombia en la Ruta de la Seda: estas serían las graves consecuencias que podría sufrir el país por el plan de Gustavo Petro frente a China
El presidente Gustavo Petro firmará un acuerdo de cooperación con el país asiático cuyo contenido es desconocido por empresarios y políticos. El pacto podría fisurar aún más la relación con Estados Unidos.


Colombia está a PUNTO de firmar un memorando de entendimiento con China sobre cooperación para la franja económica de la Ruta de la Seda y la Iniciativa de la Ruta Marítima de la Seda del Siglo XXI, del que se desconoce su contenido y sobre el que el Gobierno se negó a escuchar a políticos y empresarios.
Esa Ruta, como le llaman desde Pekín, es una plataforma de comercio global impulsada por el país asiático que tiene a 140 países adheridos con la que esa nación pretende mejorar la infraestructura y conectividad para los intercambios globales, y que pone los intereses chinos a la puerta del Estado colombiano.
El problema es que ese documento sería suscrito por el presidente Petro esta misma semana durante su viaje a China, pero su contenido se desconoce y mucho menos se sabe qué implicaciones tendría para la economía nacional, el comercio y las relaciones con otros socios estratégicos, como es el caso de Estados Unidos.
La canciller Laura Sarabia había convocado a la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores para presentarles su contenido a expresidentes y congresistas, pero Petro la desautorizó. La reunión no pudo darse y la comitiva del Gobierno ahora va rumbo a China sin recibir comentarios sobre lo que el mandatario está a punto de firmar. Y es que si bien el memorando sería avalado por Petro, este tendría alcances de Estado, dejándoles obligaciones a las futuras administraciones en la Casa de Nariño.

La relación bilateral entre Colombia y China se ha afianzado en este siglo. De hecho, ese país se ha acercado más a casi todas las naciones de América, estrechando el vínculo en un escenario de crecimiento de las inversiones asiáticas en proyectos de infraestructura de la región y de intercambios comerciales que, casi siempre, son deficitarios para los latinos.
Solo en Colombia el déficit es superior a los 13.500 millones de dólares, con una canasta de 2.377 millones en exportaciones frente a importaciones por 15.936. Las exportaciones están concentradas en petróleo crudo, hullas térmicas y ferroníquel, elementos que juntos representan el 71 % del total de la canasta, lo que da cuenta de que el presidente Petro está buscando fortalecer una relación basada en los productos de los que más se queja: los hidrocarburos.
Las administraciones de Iván Duque, Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe también afianzaron la relación entre ambos países. Un ejemplo es que todos ellos estuvieron en visitas oficiales y mantuvieron la puerta abierta a la llegada de empresas de ese origen; no obstante, ninguno se atrevió a suscribir un memorando de cooperación que significara el ingreso a la Ruta de la Seda. Es más, Duque confirmó que no quiso dar ese paso porque le parecía inconveniente.
Mucho se ha comentado sobre la necesidad que tiene el mercado nacional de diversificar sus socios, porque el principal ha sido Estados Unidos. Por estos días, la relación ha estado fisurada por la determinación del presidente Donald Trump de aplicar aranceles a todos los países, a lo que se han sumado los ataques mutuos entre la Casa de Nariño de Petro y la Casa Blanca.

Esa ruptura podría agravarse con la firma de este memorando. En palabras del exministro de Comercio José Manuel Restrepo: “Esto debería ser revisado por sus eventuales implicaciones geopolíticas, económicas y de inversión, y particularmente por las implicaciones que podría tener en la relación con Estados Unidos. No se ha hablado con el sector productivo para evaluar un acuerdo de esta naturaleza”.
Petro defiende que, como presidente, es el líder de las relaciones internacionales y, por tanto, es él quien decide qué pactos suscribir. Ese fue el argumento que esbozó para desestimar los comentarios de los exmandatarios y congresistas, y hasta de su ministra encargada de Comercio, Cielo Rusinque, y calificó como “inaudito” que el sector productivo pidiera espacio para opinar en esta discusión.
Lo cierto es que el comercio lo ejerce el sector privado, y las decisiones que tome el Gobierno impactan de manera directa a las empresas nacionales. De ahí que el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, alegue que el memorando para cooperar en la nueva Ruta de la Seda con China “no es un acuerdo comercial, sino un mecanismo logístico para favorecer a China en su comercio internacional. Colombia tiene que tomar una decisión muy seria alrededor de cuál va a ser su estrategia internacional y aclarar quién realmente es nuestro aliado y quién solo está buscando acceder a nuestro mercado”.
Ni Petro ni su canciller Sarabia han mostrado el contenido. El hermetismo del Gobierno hace difícil para los empresarios opinar sobre sus implicaciones y genera un manto de duda con el interrogante de qué es lo que planea suscribir el mandatario y cómo eso se verá reflejado en el país.
Expertos como el exministro Restrepo señalan que esa medida puede significar impactos para sectores como el cafetero, el floricultor y el aguacatero. SEMANA les consultó, pero estos indicaron que no pueden dar declaraciones sin conocer qué contiene el memorando que planea firmar Petro. La presidenta de la Cámara Colombo Americana, AmCham Colombia, María Claudia Lacouture, le pidió a la canciller detallar qué resultados ha significado la adhesión a la Ruta de la Seda para otros países, informar sobre las implicaciones que tendría para Colombia y las medidas para no generar distorsiones en el mercado, pero la delegación del Gobierno partió rumbo a Pekín sin responder esas preguntas.

“Firmar un memorando de entendimiento para unirse a la Ruta de la Seda –aunque no vinculante jurídicamente– constituye un gesto de alineamiento estratégico con un país que no opera bajo los principios de una economía de mercado. La decisión, por tanto, debe sopesarse con rigor, asegurando que cada paso sume valor real y recíproco para Colombia, sin comprometer su tejido productivo ni sus relaciones históricas”, consideró Lacouture. Las exportaciones hacia China cayeron 22 % en el primer trimestre del año, mientras que hacia Estados Unidos crecieron 15 %.
Otro cuestionamiento tiene que ver sobre si esta determinación tendría que ser avalada por el Congreso. Lo cierto es que la ley no obliga al presidente Petro a presentar los memorandos ante el Poder Legislativo y los únicos acuerdos que está obligado a presentar son los tratados de libre comercio, lo que plantea el interrogante de si este podría tener los alcances de un TLC.
Esa es una de las dudas que presenta el representante a la Cámara Óscar Darío Pérez, quien se queja de que el presidente ni siquiera haya aceptado un concepto técnico. “No hay que firmar memorando de entendimiento para mejorar la relación comercial. Vamos en contravía al mundo. ¿Esto tiene las mismas implicaciones de un tratado? De ser así, debe pasar por el Congreso de la República. La Comisión de Relaciones Exteriores existe para dar conceptos, pero este Gobierno no se deja aconsejar porque está encabezado por una persona que cree que todo lo sabe y no escucha consejos”, aseveró Pérez.
Fortalecer la relación con China, el segundo socio comercial de Colombia y un líder en los mercados globales, parece una decisión obvia. Sin embargo, no se puede ignorar el contexto global en el que esta acción se desarrolla: la administración de Xi Jinping se encuentra enfrentada con la Casa Blanca de Trump en el marco de una nueva guerra comercial.
La Casa de Nariño está esperando qué nuevas determinaciones toma Trump con los aranceles, también está a la expectativa de la certificación del país en septiembre en materia de lucha contra las drogas y un mal gesto diplomático podría enrarecer la relación, que ha estado fisurada a tal punto que los presidentes y congresistas han terminado en insultos públicos en redes sociales, saltando de la diplomacia a la confrontación pública.