SEMANA: ¿Lo bueno que dejará 2025 en Colombia?
LUIS JOSÉ RUEDA: Hemos tenido cosas muy buenas en Colombia: hemos podido sobrevivir, hemos logrado pasar este año en medio de tantas pruebas, hemos tenido voces como la del arzobispo de Popayán, monseñor Ómar Alberto Sánchez, que invita a un SOS humanitario. Él nos pide que seamos capaces de tener conciencia, de darnos cuenta de que no podemos desaprovechar los momentos para construir región y país. Con dolor hemos aprendido que tenemos una Constitución que debemos defender, unas instituciones sociales y civiles que tenemos que consolidar, pero que cada colombiano aporta al futuro del país.
SEMANA: ¿Lo malo?
L.R.: Hemos tenido situaciones de violencia en los territorios, resurgir de grupos armados que han hostigado a los pueblos, los corregimientos, las veredas, que ha costado la vida a muchos seres humanos. Y no hemos sido capaces de superar el narcotráfico, no hemos podido erradicar esta situación tan dolorosa y sus efectos nocivos. Eso nos está cobrando fuerte a los colombianos.

SEMANA: ¿Cuál es el mensaje para 2026?
L.R.: Debe ser un año de amor por Colombia, de esperanza y compromiso. Si realmente amamos el país, debemos amar las familias, el territorio, nuestra historia, conocerla, conocer nuestro país. A veces nos lamentamos y decimos que estamos muy mal, pero se nos olvida amar lo que hemos logrado construir. Y, sobre todo, amarnos entre nosotros los colombianos. Nos estamos acostumbrando como en una jaula de enemigos; nos devoramos, somos caníbales. Ese canibalismo antropológico y social que se está viviendo en Colombia no puede seguir caminando entre nosotros.
SEMANA: En 2026 habrá elecciones en Colombia, ¿qué expectativas tiene?
L.R.: Colombia, como todos los países, en tiempo electoral tiene un crispamiento de los sentimientos y emociones. Es importante separar la emotividad de la racionalidad, que tengamos el don de la pausa, la serenidad y la sabiduría. Ser capaces de vivir con madurez social este año democrático, y la madurez social está en respetar las diferencias. Me gusta lo que pasa en algunos países donde se van alternando los Gobiernos de derecha y de izquierda. Y tanto unos como otros dicen que lo más importante no es el color que esté gobernando, sino el proyecto de país.

SEMANA: Esa madurez también va en que quien pierda las elecciones acepte los resultados. ¿Cuál es el llamado?
L.R.: Hay que saber que en una elección popular solo uno gobernará. Y lo hará no como persona solitaria; hay que evitar esos centralismos arrogantes, esos populismos. El papa Francisco nos decía que los populismos, de izquierda o de derecha, le hacen daño a un país. Lo que hay que mirar es el bien común. El mensaje de la Iglesia en un año electoral es que debemos respetar el resultado de las elecciones, cualquiera que sea. Hay que rodear a la autoridad electoral en el país. Tenemos a un registrador, una Registraduría, una presencia en los más de 1.000 municipios y un sistema electoral que nos debe llenar de confianza y orgullo. Tenemos una autoridad electoral bien conformada, bien experimentada, que está acompañada por la comunidad internacional, que tiene veeduría, la MOE, la presencia de todos los partidos. Por lo tanto, el imaginario de que alguien se robó las elecciones debemos quitarlo totalmente de nuestro lenguaje y debemos decir que tenemos un sistema democrático sólido y transparente.
SEMANA: ¿Ya ha hablado con algunos candidatos?
L.R.: Más que lo pidan ellos, como Iglesia salimos al camino a buscarlos, a decirles que nos alegra que hayan presentado sus nombres, sus experiencias, sabiduría. Quisiera que habláramos y esta casa se convierte en un lugar de diálogo. No oculto, sino confidencial, de tal manera que la persona pueda expresar sus sentimientos. Llevamos bastante tiempo dialogando con unos y otros. Y lo seguiremos haciendo. A medida que se vayan depurando las listas de los candidatos, va quedando un grupo más reducido con el cual podemos hacer diálogos personales y, en un momento dado, hacer mesas redondas, conversaciones con todos. No hemos dialogado con esa lista grande, pero sí con una docena de candidatos con quienes hablamos los últimos meses. Antes de Semana Santa debemos haber dialogado con todos los candidatos.

SEMANA: Por cierto, hay muchos candidatos que se acercan a Dios en elecciones. ¿Qué opina?
L.R.: El tema espiritual es muy personal. Ningún ser humano puede declararse absolutamente ateo. Tiene una dimensión espiritual. Puede ser que no crea cómo los católicos proponemos la fe, o cómo la plantean los evangélicos, los musulmanes o hebreos. Pero que tiene una dimensión más allá de lo material, la tiene todo ser humano. Se nota cuando hay una capacidad de amar, de escuchar, de dialogar. Esa es la espiritualidad. Más que pensar en el tema religioso, que puede ser manipulable desde distintos ángulos, lo mejor es pensar en esa dimensión espiritual que nos une a todos. Invito a todos los candidatos a que vivan su dimensión espiritual, que la vivan con autenticidad, honestidad y alegría. Y quiero advertir: el pueblo sencillo tiene olfato en temas espirituales y políticos, y sabe cuándo lo están engañando y manipulando.
SEMANA: A Gustavo Petro le quedan ocho meses en el Gobierno, ¿cómo termina?
L.R.: Cada Gobierno termina muchas veces desgastado, con baja aceptación, con experiencias vividas. Si uno pudiera hablar con un presidente que está en la recta final y preguntarle: ¿cuéntenos qué aprendió? ¿Qué le sugeriría a quién salga elegido? Seguramente recogeríamos de lo que ha sido el camino del presidente. Hemos hablado con el presidente Gustavo Petro ocasionalmente, nos hemos encontrado en algunos ámbitos, pero no es frecuente que estemos hablando. Trato de respetar mucho al presidente, sea quien sea.
SEMANA: ¿La Iglesia en Colombia ha buscado un acercamiento con la de Estados Unidos para restablecer las relaciones entre Gustavo Petro y Donald Trump?
L.R.: Todo lo que podamos hacer para que la diplomacia internacional crezca en la búsqueda del bien común nos hará bien. Llega una era en la que es muy importante que la diplomacia pase de la diplomacia agresiva a través de los medios de comunicación a una de concertación, de discernimiento, de encuentro y favorecimiento del desarrollo integral de los pueblos.

SEMANA: Definitivamente no habrá paz total. ¿Qué hacer?
L.R.: Vuelvo a monseñor Ómar Alberto Sánchez, que está lanzando un SOS por el Cauca. También nos unimos con los obispos de Buenaventura, Chocó, por pensar solo en el Pacífico. Pero también estoy pensando en mis hermanos obispos de Ocaña y Tibú. Estamos allí con las comunidades y diría: la tarea de la paz no puede agotarse en una propuesta de un Gobierno en cuatro años, debe ser un compromiso continuado. ¿Qué logramos en estos cuatro años? No podemos decir que no lo logró Petro. Deberíamos mirarnos y decir qué logramos nosotros, en qué avanzamos en las regiones, qué podemos hacer, no para que se llegue a una paz absoluta, de un momento a otro, ni idealista, sino una paz real donde se respete la vida. Invito a todos los grupos alzados en armas en Colombia: el camino no son las armas. Nosotros no estamos llamados a matar colombianos para transformar el país. Estamos llamados a respetar la vida de los colombianos para que el país tenga futuro.

SEMANA: ¿Le gustó el Premio Nobel de María Corina Machado?
L.R.: Es el reconocimiento a una mujer valiente. Lo pueden leer desde muchas ópticas, pero todo lo que se haga para que el bien común en un país logre tomar raíces es positivo. No entraría a ideologizar el Premio Nobel.
SEMANA: ¿Qué le pedirá al Niño Dios?
L.R.: Que me dé la conversión personal, que pueda superar mis pecados, ir avanzando así sea poquito; tengo luchas internas y pecados. También le pido al Señor que él, que lo sabe todo, le dé sabiduría al ser humano.










