obituario
El final de Samuel Moreno Rojas, un presidenciable que cayó por la corrupción
Nieto de un expresidente, hijo de una excandidata presidencial y un senador, Samuel Moreno tenía todo para conquistar el poder, pero terminó su vida como protagonista de escándalos de corrupción.
Samuel Moreno Rojas, a punto de cumplir 63 años, se desplomó este jueves. Tras varios minutos sin recuperar el conocimiento, el personal de la Escuela de Carabineros, donde estaba recluido, llamó a una ambulancia, que tardó cerca de 40 minutos en llegar. El exalcalde fue trasladado al Hospital Militar, a donde arribó sin signos vitales. A pesar de que los médicos lograron reanimarlo, el daño ya estaba hecho: menos de 24 horas después entró en muerte cerebral y su cuerpo no resistió. Falleció en la noche de este viernes.
De esta manera, se pone punto final a la vida de un hombre que estaba ungido para llegar a la Presidencia de la República, pero vio truncado su destino por los escándalos de corrupción.
Moreno Rojas conoció el poder desde la cuna: nieto del general Gustavo Rojas Pinilla, presidente de Colombia entre 1953 y 1957, e hijo del excongresista Samuel Moreno Díaz y la excandidata presidencial María Eugenia Rojas, una de las parejas que por años fue clasificada entre las más distinguidas de la sociedad bogotana.
Su madre, conocida como la Capitana, fue la primera mujer en ser candidata a la Presidencia, y su abuela, doña Carola Correa de Rojas, la primera mujer en tener cédula en Colombia.
En su niñez acompañó a su abuelo en avión, carro y helicóptero. Y siempre –según contó una vez durante una entrevista– escuchó sobre política. Por eso, desde muy joven, en 1982, no dudó en unirse a la Anapo, el partido político fundado por Rojas Pinilla.
La visibilidad que obtuvo le dio pie para aspirar, en 1986, al Concejo de Bogotá, pero se quemó. Esta derrota, no obstante, fue el inicio de una carrera política en vertiginoso ascenso.
En 1991, asociado con la Alianza Democrática M-19, fue elegido senador. Se mantuvo en el Congreso durante 15 años.
En su paso por el Senado defendió a Ernesto Samper, criticó a Andrés Pastrana y encabezó algunos debates de control político. Su voz se hizo fuerte en temas de paz, desplazamiento forzado y la línea de TransMilenio hasta Soacha, entre otros. La visibilidad que obtuvo en su paso por el Capitolio Nacional lo catapultó para el que fue su cargo político más importante, pero a la vez el que significó el fin de su carrera: la Alcaldía de Bogotá.
En 2007, logró ganar la nominación del Polo Democrático para aspirar a la Alcaldía de la capital del país. Su popularidad estaba en auge, a tal punto que los bogotanos le dieron un mayoritario respaldo en las urnas, en octubre de ese año, cuando logró derrotar a Enrique Peñalosa con una votación histórica para esa época: 900.000 sufragios.
El primero de enero de 2008, un Samuel Moreno sonriente tomó posesión del segundo cargo más importante del país, electoralmente hablando. Esto no solo le permitía dirigir los destinos de la capital, sino que lo dejaba, literalmente, a unos pasos del que era su gran sueño, llegar a la Casa de Nariño.
Corrupción
Sin embargo, el inicio de su sueño se convirtió en el fin de su carrera. La pesadilla empezó en junio de 2010 cuando estalló el llamado Carrusel de la Contratación, un megaescándalo de corrupción en el que terminaron enredadas unas 40 personas, entre funcionarios, concejales, congresistas y contratistas, en toda clase de negocios irregulares. Esto representó, según estimativos de las autoridades, un detrimento de cerca de 2,2 billones de pesos.
A pesar de que fueron varios los funcionarios involucrados, Samuel Moreno junto con su hermano, Iván, y los primos Nule se convirtieron en el símbolo de la corrupción. A partir de este momento vino la gran debacle para el exalcalde.
El 29 de abril de 2011, la Procuraduría le abrió investigación por las falencias en el estudio del Metro de Bogotá y el 3 de mayo del mismo año el organismo disciplinario le dictó pliego de cargos y lo suspendió temporalmente como alcalde.
El Polo Democrático lo hizo a un lado y lo suspendió de su militancia mientras avanzaban las investigaciones. El 20 de septiembre lo expulsó definitivamente y pasó a ser la vergüenza política más grande en la historia del partido de izquierda.
Tres días después, fue capturado por orden de un juez y terminó recluido en la Escuela de Carabineros de Bogotá. A partir de este momento, su vida se limitó a responder ante los estrados judiciales y a sumar condena tras condena.
En 2016, por ejemplo, el exalcalde tuvo que oír la sentencia dictada por el juez 14 de conocimiento que, en una audiencia anterior, le había dicho sin titubear que él era un “delincuente de cuello blanco”. Más que un calificativo, fue el presagio de una dura pena que se cristalizó: 18 años de prisión. Todo, por un contrato firmado durante su administración como alcalde destinado al funcionamiento de ambulancias para la red hospitalaria de la capital por 67.000 millones de pesos.
Ese dinero terminó feriado entre políticos, funcionarios del sector salud y empresarios. Moreno fue acusado y declarado culpable por haber contribuido a que esa plata quedara en manos de terceros que manipularon el contrato.
Por el contrato de la fase III de TransMilenio, el de la calle 26, fue condenado a 25 años de prisión. Además, Moreno Rojas falleció a la espera de que se resolviera el proceso en su contra por el caso Odebrecht, referente a la entrega del contrato Tunjuelo-Canoas, que tenía como objetivo descontaminar el río Bogotá.
Una de las imágenes que mejor ilustra la forma en la que se destruyó la carrera del exalcalde se registró en abril de 2016, cuando a la salida de una diligencia judicial un ciudadano vio a Samuel Moreno y no dudó en increparlo directamente por no llevar esposas y, luego, lo señaló por los actos de corrupción. “Ladrón, ladrón”, fueron las palabras del transeúnte. El fallecido líder político solo se limitó a guardar silencio.
La muerte del exalcalde no ha estado exenta de polémica. La atención que le brindaron en la Escuela de Carabineros ha sido cuestionada por sus familiares, quienes aseguran que esto habría influido en que llegara sin signos vitales al hospital.
Ese fue el epílogo de la vida de Samuel Moreno Rojas, un hombre que se fogueó entre la clase dirigente y acomodada de la capital, que soñaba con saltar del Palacio Liévano a la Casa de Nariño, pero que terminó en uno de los entramados de corrupción más grandes de la historia reciente.