REPORTAJE
Esta era la libreta oscura y personal de Pablo Escobar: con su puño y letra, escribió los nombres y la ubicación de sus víctimas
La conserva intacta la hermana del narcotraficante, Alba Marina Escobar. Aparecen nombres y ubicación de sus víctimas, escritas con puño y letra por el capo. SEMANA la desempolvó.

La rescató en una de las caletas que tenía Pablo Escobar, días después de morir, en diciembre de 1993. Alba Marina Escobar, la hermana consentida y confidente del capo, llegó hasta uno de los escondites donde se refugiaba su hermano y obtuvo algunas de sus cosas: tenis, pantuflas, camisetas, la barba postiza y la libreta de apuntes. Todo lo conserva en uno de los cuartos de su apartamento ubicado en Medellín, hasta donde llegó SEMANA.
Es café, de hojas casi amarillas por el paso del tiempo, y conserva los últimos apuntes del narcotraficante. Hay nombres, direcciones, teléfonos, números de cédula. Algunos de ellos fueron sus enemigos. De otras identidades no hay razón.
Jaime Humberto Gil Muñoz es uno de los nombres que escribió Escobar con su puño y letra en su agenda. Lo llamó “el abogado del Navegante”.
También aparece Enrique Puertas Valencia. “Chapa: Navegante, nacido el 22 de mayo de 1954 en Barranquilla”.
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Aunque no lo dicen los escritos de Escobar, el Navegante, al parecer, era Jorge Velásquez, un infiltrado en el cartel de Medellín que fue informante, contrabandista y quien, según informes de prensa, “vendió” a Gonzalo Rodríguez Gacha, el Mexicano.
Escobar habló de Salomón Gutiérrez Santamaría, nacido en Palmira, y a quien denomina como amigo del Navegante.
En otra de las hojas que recorrió SEMANA, el capo se refirió a los “blindados Aruba”. Con lapicero azul, en mayúscula y con una ortografía impecable, plasmó datos de Federico, “el Inglés”.

“Productora Nacional de Calzado, Chevrolet Monza Class Rojo, CAK 617, modelo 90 blindado. César Tulio Benítez Castellanos”, aparece en los registros de la libreta. Benítez Castellanos, al parecer, era directivo de Drogas La Rebaja en la época de propiedad de los Rodríguez Orejuela, enemigos de Escobar.
También figura Hielo Cristal y Refrigeración Ltda., una empresa de Cali que fue creada desde 1966 y que hoy está en proceso de liquidación. “Mario José Lloreda Pinedo, representante”, escribió Escobar y relacionó, a renglón seguido, detalles del carro en el que se movilizaba: “Chevrolet blanco, placas CAI 664”. La información terminaba en manos de sus sicarios.
El nombre de Sociedad Pro Salud y Centros Médicos y Droguerías también fue escrito por el capo paisa. Y, según él, su directivo se movilizaba en un Jeep Willys modelo 91, color rojo. Registró el número de sus placas.

Escobar también se refirió a Jorge Salcedo Cabrera, bogotano, y escribió que se movilizaba en una camioneta Toyota Runner azul metalizada, modelo 91, de placas CAQ-620. Él era el exjefe de seguridad de Miguel Rodríguez Orejuela y del cartel de Cali, quien se convirtió en informante de la DEA.
En su lista negra también figuraba Amparo Arbeláez Pardo, la mujer con la que se casó Miguel Rodríguez Orejuela en Panamá y con quien tuvo tres hijos.
Igualmente, está Alberto Romero Otero, exjefe de inteligencia del DAS. “Vía a los Timbos de Jamundí, Valle, finca Los Kimbis”, indicó.
Aparece la ubicación de algunos integrantes de los Pepes –los Perseguidos por Pablo Escobar–, entre ellos Bernardo González, el Cucho, abogado de Gilberto Rodríguez Orejuela y destacado miembro del cartel de Cali.

Eugenio León García Jaramillo, el Taxista, está en la lista oculta de Escobar. Escribió los nombres de su papá, mamá y sus lugares de trabajo. “Él juega fútbol, su hermana se llama Piedad, casada con un médico de apellido Posada. La mamá estudia derecho en la universidad de Medellín. Lucho (como lo llamaba) tiene finca al frente de la de Augusto López”. García Jaramillo era sicario, pero terminó ayudándole a la DEA en la cacería de Escobar.
“Es la agenda donde están sus enemigos, él se fijaba mucho en su ortografía y redacción. Su carátula es imitación de cuero café y están escritos los nombres, direcciones de sus contradictores y algunos familiares. Estaban escritas todas las cosas que tenían que hacer los guardaespaldas, contactar a esa gente y hacer lo que Pablo les decía”, explicó Alba Marina Escobar a SEMANA.