JUSTICIA
Este es el perfil del menor que le disparó a Miguel Uribe Turbay: es drogadicto, fue víctima de maltrato intrafamiliar y cayó en un grupo de reclutadores de sicarios
SEMANA conoció detalles de la vida del joven de 15 años que disparó contra el senador y precandidato Miguel Uribe Turbay. Redes de crimen bogotano y maltrato familiar forman parte de su historia.

El sicario, de 15 años, disparó en al menos seis oportunidades el arma tipo Glock 9 mm que le había entregado en un carro Spark gris un hombre en la tarde del 7 de junio, en inmediaciones del parque El Golfito, del barrio Modelia. La intención era acabar con la vida del precandidato presidencial y senador de la república Miguel Uribe Turbay.
El adolescente, que llegó a la zona de los hechos sobre las 3:15 de la tarde del pasado sábado, era una presa fácil para quien haya diseñado el plan de asesinato en contra del político del Centro Democrático. Es joven y ha vivido en un contexto de vulnerabilidad casi que desde que nació. Posiblemente, cliente de una olla de microtráfico que estaba justo enfrente de su casa, como se lo dijeron algunos vecinos del sector a reporteros de SEMANA.
Al menor, quien cumplió 15 años apenas dos semanas antes del ataque sicarial que perpetró, se le murió su madre y su padre está de mercenario en Polonia. Nació en el Hospital de Engativá el 17 de mayo de 2010 y, desde enero de 2025, su custodia la tenía el tío que lo ha acompañado en todo momento desde su aprehensión.
Una ficha de ingreso a los servicios sociales de la Alcaldía de Bogotá realizada por funcionarios del Idipron, a la que tuvo acceso SEMANA, señala que fue encontrado en condición extrema de vulnerabilidad de habitar la calle en un barrio del centro de Bogotá en el sector de La Capuchina.
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En esa diligencia quedó el registro del encuentro, pero no el ingreso a los programas del Distrito, pues el menor nunca aceptó entrar. Sin embargo, ese encuentro sí permitió conocer más datos sobre el joven que ahora está siendo custodiado y en un riguroso programa de protección de testigos tras haber intentado quitarle la vida a un senador de la república que estaba a punto de entrar en la carrera presidencial.
En 2024 estuvo en el programa Jóvenes en Paz, del Gobierno Petro, y lo abandonó a los dos meses de haber ingresado. Dejó de asistir a clases y a las actividades con las que debía cumplir. De todas formas, el Gobierno le pagó por no hacer justamente lo que hizo el sábado pasado: intentar asesinar a alguien.
De acuerdo con datos obtenidos por autoridades judiciales, comisarías de familia e instituciones del Gobierno, el menor no solo estaba en una situación de orfandad por la partida de sus padres, sino que, al parecer, era víctima de violencia intrafamiliar. Pese a que no tiene ningún antecedente registrado ni en la Fiscalía, ni en la Procuraduría, ni en la Policía o la Rama Judicial por comportamientos contrarios a la ley, su nombre sí aparece en al menos cinco reportes por violencia intrafamiliar en los que figura como víctima.
SEMANA investigó y pudo corroborar que el joven no pertenecía a ningún colegio del Distrito. De hecho, asistía a un colegio privado de la localidad de Fontibón hasta que decidió desescolarizarse hace apenas algunos meses.

Según supo esta revista, el sicario había tenido comportamientos agresivos en los últimos meses y también en 2022, cuando fueron reportados por el colegio, como quedó registrado en actas de policía que ahora forman parte de la investigación. Desde esa misma institución ya habían alertado sobre su situación familiar no una, sino tres veces. El menor vivía con su abuela paterna.
Drogas, soledad y crimen
En el barrio Villas de Alcalá, en Fontibón, ubicado en la ribera del humedal Jáboque, se encuentra la casa donde vivía el menor en un conjunto residencial que lleva el mismo nombre de ese barrio. Allí no se habla mucho de su identidad, pero uno que otro vecino sí murmura sobre sus comportamientos días antes de convertirse en sicario. SEMANA llegó hasta allí.
Frente al conjunto residencial hay un parque público que colinda con un enorme colegio del Distrito y con el humedal Jáboque. Es una zona rodeada de cercas hechas con tejas de zinc. En el centro de ese parque se ven detrás de los árboles más jóvenes como el gatillero comprando droga, principalmente marihuana y papeletas de perico.
Los vecinos que reconocieron al menor capturado cuando salió en las noticias aseguraron que él se la pasaba en ese parque, lo habían visto consumiendo drogas y desde hace unos meses estaba en compañía de otros tres jóvenes que también entraban y salían del conjunto de casas. Uno de ellos “siempre andaba en moto”.

Las conexiones de la droga que se vende en el parque de Villas de Alcalá podrían tener relación con la olla de microtráfico donde el Idipron encontró al adolescente el 26 de mayo en riesgo de habitabilidad de calle. Un hombre identificado por él mismo como el de “la olla” fue quien presuntamente habría contratado al menor para disparar contra Miguel Uribe Turbay. Así quedó registrado en la primera indagación que los investigadores del CTI le hicieron al sicario en las instalaciones de la Clínica Colombia.
Sin embargo, esta es solo una de las pistas que rastrean las autoridades. Según investigadores, la modalidad que estarían implementando las bandas delincuenciales en Bogotá, que trabajan bajo la forma de outsourcing para grandes grupos criminales que no hacen presencia física en la capital del país, como las disidencias de las Farc, el ELN o incluso grupos narcos extranjeros, es retener a niños y jóvenes mediante la droga para luego convertirlos en asesinos a sueldo y moverlos por todo el país.
De hecho, SEMANA, basada en los testimonios de vecinos y declaraciones de fuentes protegidas, estableció lo que le pudo pasar al joven: cayó en una red barrial de venta de estupefacientes que se anidó en todo el frente de su casa; luego, convertido en un consumidor y lejos del control del colegio y sin afecto familiar, donde presuntamente lo maltrataban, fue arrastrado hasta el centro de la ciudad donde se distribuyen las grandes cargas de droga que se mueven por toda Bogotá. Allí habría recibido el ofrecimiento y, como lo investigan las autoridades, hasta el entrenamiento necesario para disparar la Glock 9 mm.
De acuerdo con información recolectada, el perfil del menor se ajusta a uno que se viene investigando desde hace meses en la escena criminal de la ciudad. Grupos como Satanás II, los Petardos, los Costeños (que tienen una relación histórica con el sicariato), las Tías (que venden drogas en entornos escolares) y los Prestamistas (un grupo de gota a gota con injerencia en los asesinatos a sueldo) estarían reclutando y entrenando jóvenes sicarios de entre 14 y 17 años con problemas en su estructura familiar.

En ese sentido, son cuatro las aristas que comprenden el negocio criminal de matar por encargo con jóvenes menores de edad. Primero, el pago del sicario. Segundo, el pago del intermediario (hay al menos siete niveles o pasamanos entre quien da la orden y quien ejecuta el asesinato). Tercero, el pago de la logística, que comprende todos los medios de transporte para el escape, los campaneros, la avanzada y los distractores. Finalmente, el pago de un dinero que las organizaciones criminales disponen para que el sicario pueda escapar y esconderse entre tres y seis meses.
Si bien las investigaciones todavía están lejos de poder establecer quién dio la orden de atentar contra Miguel Uribe Turbay, lo cierto es que las pistas indicarían que el día que el Idipron lo encontró en el sector de La Capuchina, o en esos mismos días que no llegó a su casa, se habría pactado su trabajo por una suma cercana a los 20 millones de pesos. Estos datos fueron revelados por una fuente relacionada que pidió reserva de su identidad.