POLITICA
“Ha habido muchas dificultades”: el nuevo cardenal de Colombia, monseñor Luis José Rueda, habla sobre el presidente Gustavo Petro
En entrevista con SEMANA, el líder católico se refirió al Gobierno e hizo un llamado para llegar a un consenso frente a las reformas.
SEMANA: viene el segundo año legislativo del Congreso. Gustavo Petro insiste en tramitar sus reformas, pero algunos partidos tradicionales las frenan porque son radicales. ¿Qué hacer?
LUIS JOSÉ RUEDA (L. J. R.): es un escenario complicado, pero la institucionalidad, el Congreso y el Legislativo debe ser el lugar del debate, donde todo el país conozca los profundos debates, donde sea necesario decir que esas reformas son o no radicales. Varias reformas que están en camino son necesarias en el país y deben buscar siempre el consenso de todos, de tal manera que se presente la unidad del país y se responda a las necesidades de todas las regiones. Tiene una gran responsabilidad el Legislativo para que todo lo que el Ejecutivo mande pase por el discernimiento y reflexión profunda de los proyectos.
SEMANA: conclusión, ¿usted llama al Gobierno y al Congreso a un consenso con las reformas sociales?
L. J. R.: al consenso y a escuchar también a los ciudadanos. Los gremios, las universidades, la academia, los medios de comunicación, la iglesia, los empresarios, tenemos algo que decir. Entonces, que se abran esos canales de diálogo para que pueda haber un discernimiento de todo el país.
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SEMANA: en menos de 20 días, Gustavo Petro cumple su primer año como presidente. ¿Cómo lo ve?
L. J. R.: yo, personalmente, no me atrevo a hacer un juicio, pero estoy viendo que ha habido muchas dificultades. Se inició con un consenso un poco más amplio e incluyente de distintos sectores y se ha ido reduciendo el espacio. Pienso que es bueno abrir nuevamente la puerta para que todos los actores del país podamos participar en la búsqueda de los mejores caminos para Colombia.
SEMANA: ¿cómo se enteró de que sería cardenal?
L. J. R.: fue el domingo pasado 9 de julio, en horas de la mañana, faltando diez minutos para las 6:00 a. m. Estaba en mi tiempo de oración temprana de los domingos, preparándome para la celebración y el servicio pastoral y me llamó Lida Losada, la comunicadora de la Conferencia Episcopal, para comunicarme la noticia. La verifiqué a través de los medios de comunicación del Vaticano y así fue.
SEMANA: ¿y qué ocurrió? ¿Qué se le vino a la cabeza de inmediato?
L. J. R.: que Dios es muy misericordioso. No es por merecimiento personal, sino por bondad de Dios. Segundo, pensé que el papa había mirado también con bondad a Colombia, un país que lleva en su corazón.
SEMANA: ¿lo soñó?
L. J. R.: no. Nunca. Incluso le había pedido al Señor que no, que esa tarea, que era una misión muy delicada y que la habían desempeñado muy bien los anteriores arzobispos de Bogotá, no me correspondiera a mí. Que había otros religiosos del Colegio Episcopal que lo podían hacer mejor, pero la voluntad de Dios hay que obedecerla.
SEMANA: pero, ¿por qué le había pedido a Dios que no?
L. J. R.: concretamente porque es un servicio muy importante para la iglesia universal y hay otros hermanos obispos que tienen una visión más completa de la iglesia universal.
SEMANA: ¿qué cambiará para usted?
L. J. R.: primero, mi estilo de oración. Debe ser con una amplitud mayor, con los cinco continentes, estar pendiente de las convocatorias del santo padre para los análisis de la iglesia universal. Sigo evangelizando en Bogotá, esa es mi misión, seguir evangelizando y distribuir el tiempo de la mejor manera posible para cumplir la doble misión.
SEMANA: monseñor, ¿se ha puesto a pensar que puede ser papa?
L. J. R.: no, no lo pienso. Dios permita que el papa Francisco nos dure mucho, que tenga buena salud bastante tiempo, pero cuando llegue el momento de elegir el nuevo papa -si Dios me da a mí el don de la vida y de asistir a un cónclave-, que me dé la sabiduría en el Espíritu Santo para saber elegir.
SEMANA: pero usted tiene 61 años, es muy joven, estará de igual a igual con los demás cardenales.
L. J. R.: de igual a igual, no. De todas maneras, en la iglesia hay personas que Dios las ha dotado con capacidad, experiencia, trayectoria. Yo he sido más bien de provincia, he estado en Santander, que es mi origen, en Córdoba, Cauca y ahora aquí en Bogotá. Creo que hay unos señores cardenales del mundo que, por su trayectoria, tienen más conocimiento de la iglesia y pueden servir mejor.
SEMANA: cada vez que el papa designa cardenales se abre el debate sobre su salud...
L. J. R.: el santo padre ha venido con quebrantos de salud, es un hombre muy fuerte que se cuida. De todas maneras, tenemos que seguir orando por él. Él es consciente de sus limitaciones de salud. Este no es el único consistorio que él ha convocado, ha llamado a muchos cardenales, ha sido un papa muy fecundo y ha renovado el Colegio Cardenalicio.
SEMANA: viene el noveno consistorio con el papá Francisco. ¿Qué expectativas tiene?
L. J. R.: en este tiempo, prepararme espiritualmente, profundamente, sin apariencias externas, sino en lo profundo, en el seguimiento de Jesucristo el Señor. Segundo, orar por todos los elegidos para que cuando vayamos al consistorio no solamente manifestemos nuestra presencia y alegría externa, sino nuestra profunda convicción de asumir el momento de la Iglesia y la humanidad.
SEMANA: allí se tomarán importantes decisiones para la iglesia. Usted, por ejemplo, ¿cuál cree que debe tomarse? O al menos, tratarse con urgencia.
L. J. R.: el consistorio del 30 de septiembre es, ante todo, una celebración en la Basílica de San Pedro, donde seremos revestidos, si Dios lo permite, como cardenales. Después viene el sínodo, es la semana siguiente, asisten los obispos y es un lugar de discernimiento, de búsqueda de respuestas de la iglesia y de toma de decisiones. El papa nos ha propuesto un tema y ese el que iremos a reflexionar: es la sinodalidad, la condición de pueblo de Dios, donde los laicos y las vocaciones dentro de la Iglesia van caminando dentro de la humanidad y siguiendo a Cristo.
SEMANA: por ejemplo: la pederastia, que es un tema muy sonado en Colombia y el mundo, se puede tocar allí.
L. J. R.: sí, ese es un tema que está en el corazón de todos nosotros y en nuestras preocupaciones y trabajos de cada día. También los temas de la paz del mundo entero. El papa Francisco ha hablado de la tercera guerra mundial diseminada en distintos continentes. Entonces, el tema de la fraternidad, el medio ambiente, la ecología integral y cómo evangelizar en un tiempo difícil donde la humanidad necesita un mensaje concreto y profundo.
SEMANA: ¿cómo quedan las investigaciones de la pederastia tras su paso por la Conferencia Episcopal?
L. J. R.: estamos viviendo un trabajo desde la Conferencia Episcopal y en todas las jurisdicciones del país en tres órdenes: primero, la cultura del cuidado, de lo preventivo, un perdón que nosotros pedimos, pero que se va prolongando, no de un momento. Seguimos con las investigaciones y la documentación de lo que ha sucedido en el pasado para poder consolidar este informe con cifras desde todas las jurisdicciones. Es un trabajo amplio que necesita mucha disponibilidad para poder ofrecerle al país los datos concretos. Se siguen con las investigaciones tanto canónicas y en colaboración con las autoridades civiles, concretamente la Fiscalía. Caso que llega de abuso de menores lo tramitamos a través de la Fiscalía. También estamos atendiendo y acompañando en Oficinas de Buen Trato a todas las víctimas, a quienes quieren denunciar esas situaciones para que podamos salir de esas heridas que la pederastia ha causado a la iglesia: a los niños, jóvenes, las familias de las víctimas. Cuando tengamos todos los datos, los pondremos al servicio de la opinión pública para seguir ese perdón prolongado que se convierte en obras concretas de prevención.
SEMANA: ¿ya hay sanciones y expulsiones de sacerdotes?
L. J. R.: muchas sanciones canónicas. No solamente en Bogotá, sino en todas las 78 jurisdicciones, diócesis, vicariatos apostólicos, arquidiócesis, cada diócesis tiene sus datos concretos y los va actualizando. Caso que va llegando se va tramitando tanto civilmente como canónicamente. Eso sí, son casos que demoran porque hay el debido proceso, cuando se recibe la denuncia empieza la investigación y se llega a las conclusiones.
SEMANA: cualquiera le preguntaría de qué le sirve a Colombia tener un cardenal.
L. J. R.: a quienes hacemos parte de la Iglesia católica es como una especie de puente entre la realidad colombiana, tanto eclesial como civil y social, con la Santa Sede, con el sucesor de Pedro, quien desde allí nos ofrece su oración, su compañía como lo hizo en 2017. De esta manera, el cardenal se convierte en un puente directo entre Colombia y la Santa Sede.
SEMANA: monseñor, Colombia no vive un buen momento en materia de seguridad. Sus obispos de Chocó, Buenaventura, entre otros, están preocupados. ¿Qué hacer con el ELN, el Clan del Golfo y las disidencias?
L. J. R.: este es un momento para decirles a los grupos armados, al ELN, a todos los que están buscando la posibilidad de diálogos para la paz que den signos coherentes de la búsqueda del bien común de todos los colombianos, que cesen las guerras, que cesen esos confinamientos porque, en últimas, quien los sufre son los civiles indefensos. Entonces, debe haber respeto del Derecho Internacional Humanitario, por el respeto a la vida de los moradores del Pacífico colombiano, de Chocó, Buenaventura, del oriente, Arauca, Catatumbo, que cesen las armas y se desmovilicen. Colombia necesita, realmente, que las armas se depongan y que todos trabajemos por la unidad y el bien común del país.
SEMANA: el gobierno de Gustavo Petro ha mostrado voluntad de paz, pero no recibe contraprestación alguna. ¿Qué hacer? ¿Hasta cuándo aguantar?
L. J. R.: este es un suplicio muy largo, un dolor que lleva la humanidad en Colombia durante décadas; hemos tenido conflictos que no hemos sabido solucionar en su debido momento. Esto no es de hoy, ni del año pasado, ni hace tres años, es de hace más de medio siglo. Ese conflicto armado se debe solucionar. También el conflicto social, el de las injusticias, la falta de oportunidades, el abandono del Estado, la corrupción, no nos lleva a encontrar la unidad del país.
SEMANA: a propósito, vienen las elecciones regionales. La corrupción sigue a flor de piel. ¿Qué les pide a los candidatos y a los electores?
L. J. R.: es muy importante que nosotros seamos responsables como ciudadanos, que no nos dejemos llevar por iniciativas superficiales que nos prometen cosas y que nos dan cosas a cambio de nuestra consciencia y el voto. Este es un momento para jugarnos el compromiso por el país desde la conciencia. Una persona que no es capaz de ver el voto, de analizar, de ser crítico, de ver a los candidatos, leer sus programas de gobierno y nunca vende su conciencia, está trabajando realmente con las herramientas de vida para que las regiones y el país encuentren un futuro mejor.