POLÍTICA
Jorge Iván González, exdirector de Planeación, rompe su silencio tras salir del Gobierno y dice: “El presidente Petro habla poco con sus ministros”
Jorge Iván González, exdirector de Planeación, rompió su silencio con SEMANA. Narró las tensiones con Petro que provocaron su salida del Gobierno. Criticó que se prioricen los activistas por encima de la tecnocracia.
SEMANA: Juan Fernando Cristo es el nuevo ministro del Interior del Gobierno Petro. ¿Fue un acierto?
JORGE IVÁN GONZÁLEZ: Espero que el Gobierno vuelva, como en sus primeros momentos, a la búsqueda del centro. Esos primeros meses fueron una maravilla, porque había conciencia de la importancia de buscar el centro, los acuerdos. Por eso fue tan exitoso el paso de la reforma tributaria y el Plan Nacional de Desarrollo en el Congreso. Es un acierto del Gobierno y es un compromiso de Juan Fernando muy complicado y arriesgado.
SEMANA: ¿Por qué?
J.G.: Él va a vivir una tensión permanente. Cuando uno oye algunas declaraciones de Cristo, estoy de acuerdo con él. Ahora, ¿cómo va a vivir la tensión que vivimos nosotros en el Gobierno? No se sabe.
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SEMANA: ¿El país necesita una constituyente?
J.G.: No. Lo que se necesita es una ley orgánica de ordenamiento territorial, avanzar en la transformación del Sistema General de Participaciones y pensar qué vamos a hacer con la paz. Comparto los temas que ha propuesto Cristo, pero no se necesita una constituyente.
SEMANA: ¿Por qué Petro habla de constituyente y poder constituyente?
J.G.: En el Plan de Desarrollo hay unas estrategias de mediano y largo plazo. Lo que me impresiona es que el presidente no toma esas estrategias como suyas. Los temas de Petro no son los estructurales del Plan de Desarrollo, ahí hay una asimetría que no entiendo. En el plan nadie habla de constituyente. Lo que siento es que esa ruta estratégica se ha dejado de lado, es el momento de volverla a retomar.
SEMANA: Es decir, ¿el Gobierno va por un lado, y el plan, por otro?
J.G.: Clarísimamente. Esa es mi tristeza todos los días. El presidente habla de cambio, pero no entiendo por qué la dinámica del Gobierno minimiza lo que hay ahí.
SEMANA: ¿Le preocupa que faltando dos años para el fin del Gobierno Petro se hable de constituyente?
J.G.: Claro, no tiene sentido. El Gobierno debería hablar de temas ambientales, de la COP16, Petro debería estar bravo porque la PTAR Canoas no avanza. Esas deberían ser las peleas. Debería estar pensando qué proyectos estratégicos propondrá a los países que asistan a ese evento internacional. Me preocupa que ese discurso no lo esté potenciando; entonces, se mete en la pelea con la Universidad Nacional, la constituyente, lo de Thomas Greg & Sons, entre otros.
SEMANA: Petro no ejecuta los recursos. ¿Cuál es el problema?
J.G.: El problema es de equipo, coordinación y falta de conciencia por parte de los ministros. Varias veces lo dije: los ministros son coordinadores, no se puede hacer un plan de desarrollo ni un gobierno sin los alcaldes y gobernadores. Cualquier meta del plan la tienen que hacer con Federico Gutiérrez, Álex Char, con todos los alcaldes, así no les guste políticamente. Si quiere cupos educativos, los tiene que hacer con Medellín, Bogotá, Cali y Barranquilla, y coordinarlos.
SEMANA: ¿Cree que le falta relación al Gobierno con alcaldes y gobernadores?
J.G.: Total, sobre todo en la construcción de proyectos estratégicos.
SEMANA: ¿Qué tanto habla Petro con los ministros?
J.G.: Muy poco, ha sido como una constante de él. Debería crear esas relaciones mucho más frecuentes con sus ministros.
SEMANA: ¿Con usted cómo fue?
J.G.: La relación fue una maravilla, pero siempre hubo esa tensión porque él quería que el Plan de Desarrollo reflejara mucho más su programa de gobierno. Cuando pudimos conversar, le decía: “Si usted quiere avanzar en temas tan importantes como cambio climático y sostenibilidad, tiene que empezar por un instrumento muy elemental que es catastro multipropósito”.
SEMANA: ¿A qué obedecían esas tensiones entre Petro y usted?
J.G.: ¿Cuál es el problema? Que proyectos tan ambiciosos como transición energética, sostenibilidad ambiental, inclusión regional necesitan instrumentos y se demoran. No le permiten a usted llegar rápido. El desespero, la angustia del presidente es que su ideario tenía que pasar por unos instrumentos que le proponíamos y que para él eran demasiado reformistas.
SEMANA: Es decir, ¿Petro quería que todo se hiciera ya, pero usted insistía en la planeación?
J.G.: Sí, eso es un problema de todos los Gobiernos. Lo que pasa es que en el de Petro se agudiza por dos razones: las metas son muy ambiciosas, la potencia mundial de la vida es una maravilla. Y, segundo, porque las expectativas de cambio que Petro crea son muy fuertes. Creo que con Duque, Uribe, Santos no había tanta expectativa. Por cierto, para coordinar cualquier proyecto con Medellín, Bogotá, Cali, es un reto institucional muy complicado en el que se necesita tecnocracia. Y si usted sacrifica esa tecnocracia y prefiere activistas en lugar de tecnócratas, empieza a dificultar mucho más la ejecución. Usted necesita la tecnocracia.
SEMANA: ¿Y eso pasó con Petro? ¿Prefirió a los activistas en lugar de los tecnócratas?
J.G.: Todos los Gobiernos tienen problemas de ejecución. Pero si, además, le agrega que en lugar de tecnócratas tiene activistas, a un ministro, mientras aprende qué es el ministerio y nombra a los viceministros, se le van ocho meses. Cualquier cosa del Estado es compleja.
SEMANA: ¿Había diferencias entre usted y Petro porque él no quería trabajar con Federico Gutiérrez, Carlos Fernando Galán y Álex Char?
J.G.: Desde el principio usted tiene que aceptar a los gobernantes locales para ejecutar el presupuesto. En educación superior técnica y tecnológica, ¿con quién lo va a hacer? Lo tiene que hacer con Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Pereira, Manizales. No se puede poner a discutir si es amigo o no, porque hay un compromiso nacional.
SEMANA: ¿Hubo diferencias con Petro por ese tema?
J.G.: No es que haya diferencia en el sentido explícito, no es que el presidente diga de forma explícita que no, pero, como le digo, la función de los ministros no ha sido la de coordinar. Por ejemplo, en educación usted no puede llegar a 500.000 cupos con universidades e institutos públicos, tiene que trabajar con las universidades privadas; de lo contrario, no cumple la meta. Tiene que abrazar a alcaldes y gobernadores. Sin ellos no se puede ejecutar el Plan de Desarrollo.
SEMANA: Esa fue una molestia suya, que no se trabajaba con las ciudades y departamentos.
J.G.: Yo insistía en eso, en programas estratégicos, en educación, donde había que apoyar a las universidades privadas. El conjunto de estas posiciones como que van cansando. Había una especie de asimetría que se iba expresando de diversas maneras. No es que yo peleara con el presidente, pero me imagino que oía cosas. Por ejemplo, decía que si queríamos la transición energética había que llegar a un millón de barriles de petróleo, usted no podía reducir la producción de petróleo. Hoy Ricardo Roa está reconociendo que necesitan un millón de barriles, pero decirlo hace un año era una herejía.
SEMANA: ¿Ha vuelto a hablar con Petro?
J.G.: Después de que salí del Gobierno, nunca más. Él se despidió amablemente, nunca supe si me tenía rabia o no. Siempre me había movido en la universidad, me dio mucha tristeza salir del Gobierno. Mi esposa dice que todavía ando con la ‘petrotusa’, pero es como la tristeza de que un proyecto no se está consolidando.
SEMANA: ¿El último consejo de ministros fue muy tensionante?
J.G.: El desespero del presidente se fue agudizando más y, claro, se desesperaba, uno como que lo comprendía. Al final uno decía: “No es que esté bravo con nadie, está viviendo la angustia de ser presidente”. En esa angustia se desesperaba y cada día que pasa, imagino, usted se desespera más.
SEMANA: ¿Cuáles fueron los momentos más tensos de su paso por el Gobierno?
J.G.: Los últimos, cuando se estaban discutiendo las vigencias futuras, el presupuesto, las universidades, insistía en la necesidad de incluir a las privadas. No sé si era el cansancio del presidente, de diciembre para acá fue difícil.
SEMANA: Si Petro no le pide la renuncia, ¿usted hubiera seguido?
J.G.: Yo no sé si uno renuncia o lo echan, es una mezcla muy ambigua. En mi caso fueron las dos. Llegó un momento en que le dije a Petro: “Presidente, creo que ya no podemos los dos”. Él me respondió: “Sí, ya no podemos los dos”. No sé si eso es renunciar o los dos nos convencimos. Esa conversación fue en privado, le dije que le presentaba la renuncia y me manifestó que sí. Eso se agotó, una conexión que se va perdiendo, la mirada, la forma como te saluda. Eso percibí.
SEMANA: Por último, ¿Petro, con su gobierno, le está haciendo daño a la izquierda?
J.G.: Sí. Puede llevar a una radicalización de la derecha muy brutal.