Judiciales
La historia de cuando Gustavo Petro, como guerrillero, asaltaba camiones de leche, según general (r) Ricardo Díaz, en la portada de SEMANA
El exviceministro de Defensa hizo una narración de lo que vivió en el Gobierno, pero también de cómo conoció al primer mandatario hace décadas.
El general (r) Ricardo Díaz habló extensamente de los tiempos amargos que vivió en el gobierno de Gustavo Petro. No ahorró detalles en narrar su salida, obligada, por haberse convertido, según él, en una piedra en el zapato para la administración del cambio. En su puesto, dice haber recibido todo tipo de presiones para interceder por contratos millonarios del sector defensa. Por esta razón, tanto la Fiscalía como la Procuraduría pidieron ya abrir investigaciones.
Sin embargo, en su relato también contó una anécdota desconocida del primer mandatario, en sus años como subversivo del M-19 en Zipaquirá. Aseguró que supo de él por primera vez porque era parte de un grupo que asaltaba los camiones de leche.
“Él, con su gente. Y la repartían en un barrio que se llamaba Bolívar. Incluso, en campaña, le pregunté por un episodio que ocurrió allá, donde golpearon a un oficial y le robaron el armamento. Me dijo: ‘Claro, yo me acuerdo de eso, inclusive la pistola la tuve hasta hace dos años’. Era una pistola oficial. El Gobierno lo perdonó y hoy es el presidente, pero uno no puede negar lo que hizo”, cuenta qué le dijo Petro.
Gustavo Petro siempre habla con mucho amor y nostalgia de esos años y de su pasado en el barrio Bolívar 83. Para ese entonces, Petro escribía junto con otros militantes del movimiento M-19 un periódico que llamaron Carta al Pueblo, en el que hablaban de los problemas sociales y por el que la comunidad pagaba algunos centavos.
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Imprimían hasta mil ejemplares y no alcanzaron a sacar una decena de números, pero fueron suficientes para que cientos de personas se animaran a participar de la toma de un terreno de la Curia, ubicado en el Cedro, del que Petro pensó era fácil adueñarse. Los curas que conocía al hoy presidente profesaban amor al pobre basándose en las enseñanzas de San Francisco de Asís.
Al lugar llegaron mineros, trabajadoras de cultivos de flores, desempleados, los más desfavorecidos. Elder Cuervo hoy es una abuela de 80 años y recuerda perfectamente que el día de la invasión iban arriesgando el todo por el todo. Petro les había indicado que tenían que resistir 72 horas. Faltaban 15 minutos aproximadamente para cumplir la meta cuando llegó un grupo especial de policías.
“Yo lloraba de la frustración, pero no nos rendimos, muchos salimos heridos”, le contó esa mujer a SEMANA mientras muestra desde el cerro el Bolívar 83, el barrio que ella ayudó a fundar, cuando Gustavo Petro ganó la presidencia.
El general aseguró que se sumó al gobierno de Petro porque confiaba en que podía hacer un buen papel en el Gobierno. “Mi decisión obedece a que en su momento acompañé al presidente Petro en un proyecto político en el cual creí. Había cosas en común como la estabilidad de los militares, combatir la corrupción en las Fuerzas, trabajar por el bienestar de las tropas y, sobre todo, la institucionalidad, y asegurar el compromiso de las Fuerzas con la democracia”.
De la personalidad del presidente habló sin temor. “Es una persona que tiene en su cabeza un país que ha idealizado, de cómo quiere que sea Colombia. Pero va en contravía de toda la realidad que tenemos. Tiene contradictores, personas que muy seguramente no lo quieren mucho. Pero me parece que es experto en manejar el caos”, dijo.
Sobre el caos fue específico: “Producirlo, controlarlo y manejarlo. Muchas de sus declaraciones son explosivas, cosas que van contra todo”.
Y habló de un momento en que le entraron muchas preguntas. “Tengo dudas de que esté bien”, agregó.
Contó que una vez, tras la segunda vuelta, lo vio desvariando. “Me recibió el entonces candidato en compañía de la señora Laura Sarabia, que se encontraba en su séptimo u octavo mes de embarazo. Ya había ganado la primera vuelta. Petro me mencionó que tenía información de que iban a atentar contra su vida, pero la impresión que tuve era que estaba demasiado cansado. No coordinaba las cosas que decía. Estaba como ido”, detalló.
“De pronto no se concentraba en lo que tenía que decir. Fue una reunión de diez o veinte minutos. Pero su comportamiento no era el mismo que se le ha conocido en reuniones anteriores. No era la misma persona”, agregó. Dijo que en ese momento el presidente tenía una mirada “lejana, perdida”.
Lea la entrevista completa en SEMANA: