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La ruptura: Gustavo Petro marca distancia con Laura Sarabia. SEMANA revela los episodios que tensionaron una relación que parecía indestructible

Cada vez más, el presidente Gustavo Petro marca distancia frente a su canciller, Laura Sarabia, hasta hace poco su mano derecha. SEMANA revela los episodios que tensionaron una relación que parecía indestructible.

10 de mayo de 2025, 7:53 a. m.
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| Foto: Semana

En los últimos días, el presidente Gustavo Petro ha empezado a marcar una notable distancia frente a quien era considerada hasta hace poco su sombra y una de las pocas personas en las que más confiaba: la actual canciller, Laura Sarabia. La joven politóloga, clave en las labores logísticas de su campaña en 2022, ha sido desautorizada públicamente en dos ocasiones por el mandatario y en momentos determinantes para las relaciones internacionales de Colombia. Que un presidente le ponga freno de mano a su canciller delante de todos no solo es poco usual, sino que claramente es una señal de que las cosas no están bien.

Sarabia felicitó a Daniel Noboa por su triunfo en Ecuador y convocó a la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores antes del viaje de Petro a China. Ambas decisiones, en distintos momentos, desataron una molestia pública de Petro y pusieron contra las cuerdas a una mujer que se preciaba de controlar todos los movimientos de la Casa de Nariño.

SEMANA reconstruye cómo se fue deteriorando esa relación, supuestamente a prueba de fuego, que hoy llama la atención por las implicaciones que podría tener en el mediano plazo.

 Según algunas versiones, Petro no ha mantenido a Sarabia en el Gobierno por un gesto de gratitud o por su conocimiento diplomático, sino por la información sensible que ella tiene en sus manos.
Según algunas versiones, Petro no ha mantenido a Sarabia en el Gobierno por un gesto de gratitud o por su conocimiento diplomático, sino por la información sensible que ella tiene en sus manos. | Foto: Juan Diego Cano-presidencia

Según fuentes enteradas, la ruptura se empezó a evidenciar hacia mediados de 2024, cuando Sarabia y personas de su círculo más cercano resultaron mencionadas en entramados de presunta corrupción en el sector de la salud. La información que llegó a los oídos de Petro, a través de múltiples fuentes, causó un profundo impacto en el mandatario. Ahí empezó a romperse la confianza.

Al comienzo, Petro la respaldó, pero con el paso de los días las dudas aumentaron su escepticismo. Tras las primeras informaciones en su contra, Sarabia consideró que el ataque es la mejor defensa y decidió casar una pelea con el entonces superintendente de Salud, Luis Carlos Leal, quien estaba haciendo las denuncias.

“Que caiga quien tenga que caer y que caiga pronto, porque este país no aguanta más robo de recursos en la salud”, advirtió Leal en respuesta a Sarabia. Ese choque, según testigos con los que conversó SEMANA, fue un punto de quiebre en la relación entre la canciller y Petro.

Un protagonista en esta máxima tensión ha sido el abogado Mauricio Pava, más cerca hoy de la canciller que del presidente. Ambos han sido vistos en lugares públicos y hasta en reconocidos sitios de rumba en Bogotá. A Petro le ha generado recelo esa cercanía entre ambos, a pesar de que Pava fue su abogado en algunos de sus procesos en la Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes. Pava, sin mayores explicaciones, renunció a ese poder en enero de este año.

El abogado había llegado a ser tan cercano a Petro que en varias ocasiones se le vio a su lado e incluso lo acompañó a algunos viajes. Mientras se desplazaban en esos trayectos, Pava le explicaba a Petro cómo iban sus procesos en la Comisión de Acusación. Sarabia fue quien acercó a Pava a la Casa de Nariño.

De México a la cancillería

En octubre del año pasado, la relación entre Petro y Sarabia se fracturó de forma definitiva cuando el presidente tomó la decisión de sacarla del palacio presidencial. Petro sabía que no podía retirarla por completo del Gobierno, porque, en últimas, se trata de una persona que estuvo a su lado, a cada instante, en la pasada campaña presidencial y que tiene información privilegiada de lo que han sido los últimos cuatro años de su vida pública y privada.

Según algunas versiones, Petro no ha mantenido a Sarabia en el Gobierno por esa cercanía, por un gesto de gratitud o porque considere que ella tenga un amplio conocimiento en materia diplomática, sino porque es consciente de la información sensible que está en sus manos.

Testigos de lo que viene ocurriendo dicen que el presidente cree que Sarabia no está respondiendo a los intereses de su “gobierno de izquierda”, sino que actúa según sus propósitos personales.
Testigos de lo que viene ocurriendo dicen que el presidente cree que Sarabia no está respondiendo a los intereses de su “gobierno de izquierda”, sino que actúa según sus propósitos personales. | Foto: Twitter de Laura Sarabia

En el gabinete, hacia mediados del año pasado, Sarabia había generado resquemores. Funcionarios se quejaban en privado porque consideraban que ella actuaba como una barrera de acceso a Petro y, en ocasiones, no pasaba al presidente al teléfono en momentos de urgencia. De acuerdo con fuentes consultadas, se tomaba atribuciones que no le correspondían. Varios de los exministros expresaron públicamente esa molestia. “Es joven, eficiente, pero sí creo que se le están asignando muchas responsabilidades para las cuales no tiene ni la formación ni la experiencia, pero son decisiones que el presidente toma”, dijo en su momento Cecilia López, exministra de Agricultura.

Petro, prevenido por la información que empezó a recibir sobre Sarabia, también se desencantó cuando sintió que su mano derecha no le copiaba cabalmente en los propósitos de su Gobierno. Quienes conocen al presidente saben que es un político terco al que pocas veces le agrada que le lleven la contraria o que le digan no. En ese punto, la confianza se tornó en desilusión.

  Aunque Sarabia llegó a la campaña y al Gobierno Petro por su trabajo previo con Armando Benedetti, en el primer consejo de ministros televisado el mandatario solo lo respaldó a él y no a ella.
Aunque Sarabia llegó a la campaña y al Gobierno Petro por su trabajo previo con Armando Benedetti, en el primer consejo de ministros televisado el mandatario solo lo respaldó a él y no a ella. | Foto: suministradas a semana api

Personas cercanas al presidente cuentan que él tuvo episodios de soledad a finales del año pasado por ese quiebre en su relación con Sarabia. Fue entonces cuando el mandatario decidió, una vez más, reorganizar el gabinete y pensar en el equipo que lo acompañaría en la recta final de un Gobierno lleno de sobresaltos y sin continuidad.

Petro le propuso a Sarabia enviarla como embajadora a México, pero ella, según fuentes enteradas, rechazó ese ofrecimiento y le exigió la Cancillería. Petro cedió. ¿Qué es lo que sabe Sarabia que llevó al presidente Petro a entregarle un poderoso ministerio donde él mismo había prometido impulsar la meritocracia y la carrera diplomática? En cualquier caso, la sola salida de Sarabia de la Casa de Nariño, donde su oficina conectaba con la de Petro, fue vista por algunos como un triunfo de un sector en medio de la guerra que se vivía en Palacio. Fuera de ese lugar, pronosticaron, Sarabia iba a perder espacio, poder e interlocución con Petro. Y así ocurrió.El 29 de enero de este año, cuando Sarabia asumió como canciller, empezó a concretarse la ruptura. Días antes, Colombia vivió un grave impase diplomático con Estados Unidos, el peor que se recuerde en la historia entre ambas naciones, cuando Petro se negó a recibir los aviones estadounidenses con los colombianos deportados y estalló una guerra verbal con Donald Trump.

Petro, en aquel instante, se habría sentido traicionado por Sarabia. Ella junto con el saliente canciller, Luis Gilberto Murillo, y otros funcionarios se movieron para tratar de conservar las relaciones con Estados Unidos. En ese momento, el presidente se molestó igualmente con Murillo por la forma en que se manejó la crisis diplomática.

Un hecho que a Petro le causó escozor en enero de este año, antes de su choque con Trump, fue una reunión que sostuvo Sarabia, aún sin asumir la Cancillería, con el senador republicano Bernie Moreno, un agudo crítico del presidente. En ese encuentro, Sarabia estuvo acompañada de Juan Fernández, una persona cercana a la canciller, y se divulgó una foto de la reunión. Petro sintió que, mientras él le hacía frente a Estados Unidos y a Trump, quien iba a ser su canciller y hasta ese momento era su mano derecha estaba hablando con sus críticos en Washington.

Laura Sarabia
Laura Sarabia viajó a reunirse con Bernie Moreno en EE. UU. | Foto: Suministrada

Ya en medio de la crisis, Sarabia llamó directamente al expresidente Álvaro Uribe, el mayor contradictor político de Petro, a quien le pidió ayuda para evitar que la tormenta diplomática escalara y afectara al país. Sarabia también se comunicó con otros reconocidos dirigentes gremiales, a los que Petro no puede ver ni en pintura. Todo eso fue visto por el presidente como una traición. Al mandatario poco le importó que Sarabia hubiera ayudado a evitar que la Casa Blanca le impusiera duras sanciones a Colombia que hubieran quebrado a empresas y aislado al país del comercio internacional.

El ruido de Andrés Sarabia

Otro hecho relevante que molestó al presidente fue cuando gente del entorno más cercano a Sarabia empezó a resultar mencionada en posibles escándalos de corrupción. En la lista están Andrés Sarabia, hermano de la canciller; Jaime Ramírez Cobo, quien fue padrino de la boda de Laura y su asesor en el Dapre, salpicado en el escándalo de la UNGRD, y su pareja, Daniela Andrade, exvicepresidenta de Contratación Derivada de la Fiduprevisora. En su momento, por ejemplo, se conoció que Andrés Calle, el expresidente de la Cámara capturado esta semana por los hechos de la UNGRD, viajó con Andrés Sarabia a Medellín, en un avión privado, a un concierto de reguetón en diciembre de 2023.

Entre las personas cercanas al círculo de Sarabia, en la mira de un sector del Gobierno, también han salido mencionados Andrés Ávila, exdirector de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), y el empresario David Cure.

El distanciamiento de Petro y Sarabia se enmarca, igualmente, en un escenario de guerra fría que se ha vivido en la Casa de Nariño a lo largo de los últimos tres años, en el que se evidencian dos bandos. Por un lado, los petristas purasangre que han acompañado a Petro por años, y ahí están, por ejemplo, personas como el director de la UNP, Augusto Rodríguez; el director del DPS, Gustavo Bolívar; Alexánder López, exdirector de Planeación, y Susana Muhamad. Ellos, junto con la vicepresidenta Francia Márquez, rompieron el protocolo del famoso primer consejo de ministros televisado el pasado 4 de febrero, en el que estallaron contra Sarabia y Armando Benedetti. En ese momento, Petro se la jugó por Benedetti, lo comparó hasta con Jaime Bateman, el exlíder del M-19, y dijo que merecía una segunda oportunidad. De la canciller no expresó nada. Sarabia se habría molestado por eso con Petro, y algunas personas presentes esa noche le contaron a SEMANA que la vieron llorando por los pasillos de la Casa de Nariño.

Ese grupo de petristas purasangre sería uno de los sectores que más le ha compartido información al presidente sobre los cuestionamientos en torno a la canciller y su círculo más cercano. Cuando Sarabia se fue al Palacio de San Carlos, en su reemplazo Petro nombró a Jorge Rojas, exsecretario en su alcaldía en Bogotá y exembajador en Bélgica, quien duró apenas siete días en el cargo al ser testigo directo de la confrontación en la sede presidencial.

Esa ruptura de Petro y Sarabia ha quedado en evidencia en los consejos de ministros televisados. En el encuentro del pasado 28 de abril, por ejemplo, cuando los miembros del gabinete se sentaron, Sarabia expresó su sorpresa por el puesto que le asignaron: varias sillas alejada del mandatario y casi que a la cola del encuentro. Un trago amargo para una funcionaria que en el pasado se sentaba al lado del presidente y le hablaba constantemente al oído.

Petro, con las desautorizaciones a la canciller, muestra desconfianza. Testigos de lo que viene ocurriendo aseguran que el presidente cree que ella no está respondiendo a los intereses de su “gobierno de izquierda”, sino que más bien está actuando conforme a sus propósitos personales.

Molestia por reunión

Hoy cada paso que da Sarabia es visto con una enorme inquietud y desconfianza por el mandatario. Una reciente discusión que tuvo la canciller con el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, a raíz del impacto que podría tener un arancel del 10 por ciento a los productos colombianos en Estados Unidos, también cayó mal en la Casa de Nariño. La cita fue en la Cancillería el pasado lunes 7 de abril y, según algunos asistentes, ahí se encontraba presente la ministra de Comercio (e), Cielo Rusinque. Mac Master usó un tono vehemente frente a Sarabia. La canciller ha querido mantener las buenas relaciones con los empresarios, que le han hecho frente a Petro en varias de sus propuestas. El presidente sintió que la canciller estaba validando a los empresarios para negociar un asunto de aranceles ante el Gobierno Trump, cuando, según él, es un tema de su absoluta autonomía y competencia.

Cuando Sarabia convocó a la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores antes del viaje a China, Petro tampoco vio eso con buenos ojos y hasta sintió que su propia canciller quería sabotear su viaje a Pekín, que se inicia este sábado. Sarabia también habría recomendado ir a Japón en esa visita y, aunque eso se consideró por un momento, posteriormente Petro dijo que no era una buena idea por los roces históricos entre ambos países asiáticos, lo que incrementó las dudas del presidente sobre su canciller.

De hecho, de acuerdo con el entorno más cercano a Petro, el mandatario incluyó sorpresivamente en su agenda una reunión de Sarabia con John McNamara, encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos en Colombia, para estar presente. A juicio de observadores, otra muestra más de desconfianza en su canciller.

El último episodio tensionante se dio a raíz de la elección de Laura Gil como secretaria general adjunta de la OEA. Algunas versiones apuntan a que Petro fue quien realmente hizo las llamadas necesarias para lograr que otros países respaldaran esa elección, mientras que la canciller, quien se encontraba en Washington, celebró esa victoria como propia. En todo caso, fuentes reiteran que la canciller se movió y que solo requirió de Petro en momentos en que era necesario por el nivel diplomático de las conversaciones.

SEMANA conoció que ese episodio desencadenó momentos de tensión en el chat de ministros, en el que algunos felicitaron a Petro por la elección de Gil, dejando de lado la gestión que Sarabia decía haber realizado en Estados Unidos. Petro guardó silencio y no intercedió a favor de ella.

A medida que Sarabia perdió terreno frente a Petro, la actual directora del Dapre, Angie Rodríguez, ha ganado espacio y algunos ya la llaman la “nueva Laura Sarabia”. Rodríguez también ha tenido diferencias con la canciller y ha logrado relegarla. Petro encontró en Rodríguez a una persona de confianza para sus temas de agenda.

Incluso, se dice que Rodríguez habría sido la persona que decidió darle el puesto a Sarabia muy lejos del mandatario en un consejo de ministros. La directora del Dapre estuvo al lado de Petro en el discurso del primero de mayo, en la plaza de Bolívar, junto a Antonella Petro, la hija menor del presidente.

Rodríguez habría sido clave en la salida de los edecanes y de gran parte del personal de seguridad que venía de trabajar con Sarabia en la Casa de Nariño. En esos asuntos, Petro tampoco ha intercedido.

Con una ruptura más que evidente, en los últimos días la canciller ha dicho que no es cierto el distanciamiento, aunque reconoció diferentes visiones. “Yo tengo una muy buena comunicación con el presidente Gustavo Petro, tenemos diferencias, como todo, pero siempre podemos tener una conversación franca”, afirmó.

La canciller aseguró que aún mantiene línea directa con el mandatario para consultarle sobre temas en materia internacional, pero la realidad es que la comunicación no es tan fluida como antes e incluso, en ocasiones, puede ser demorada.

Un ejemplo fue la diferencia de prácticamente dos días entre el mensaje de felicitación y la desautorización de Petro por el triunfo de Noboa en Ecuador. “Tiene línea directa, pero lenta”, aseguró una persona que ha conocido las diferencias que se han generado entre ambos.

Petro no puede sacar a Sarabia del Gobierno por los detalles que tiene de cuatro años de su vida, tres de ellos como presidente, pero no estaría contento con su gestión. Según la carta que envió el excanciller Álvaro Leyva, Sarabia sabría varios de los más profundos secretos del presidente.

El mandatario no corre riesgos y prefiere mantenerla en el Gobierno, pese a todas las dudas sobre los intereses de Sarabia. Incluso, fuentes de la Casa de Nariño aseguran que Sarabia usa la información que tiene para presionar al presidente. Por eso, todo indica que la canciller estará en el Gobierno hasta el 7 de agosto de 2026. En las últimas horas se confirmó que la Fiscalía le abrió una investigación tras una denuncia radicada el año pasado por la Red de Veedurías Ciudadanas por enriquecimiento ilícito y lavado de activos.

Luego de las elecciones del próximo año, parece poco probable que Sarabia milite en las filas del petrismo y lo más seguro es que se aleje de ese sector. Mientras eso ocurre, lo que se avecina en los próximos meses para la canciller, en medio de su ruptura evidente con Petro, promete ser aún más tormentoso.