Bogotá
Los ciclomotores están desbordados en Bogotá, las medidas de la Secretaría de la Movilidad se han quedado cortas
La restricción del tránsito de estos vehículos en Bogotá ha sido insuficiente. El problema se puede salir de control.
Lo que inició como una solución a los problemas de movilidad que hay en Bogotá, terminó convirtiéndose en un dolor de cabeza para la ciudadanía y para el Distrito. Se trata de los ciclomotores, un mal, que por la falta de controles de la Alcaldía y mano dura de las autoridades, se fue acrecentando de una manera irremediable.
El exceso de velocidad, los siniestros con los peatones, la invasión de las ciclorutas, andenes y carriles preferenciales, la contaminación auditiva, entre otros males, llevaron a la Secretaría Distrital de Movilidad a querer ponerles un ‘tatequieto’ a este tipo de vehículos, sin embargo, a pesar de los operativos que se han hecho, los esfuerzos, hasta ahora, han sido casi que en vano.
A finales de mayo, la Secretaría de Movilidad, por medio de la resolución 137609 de 2023, definió varias prohibiciones en el tránsito de los ciclomotores en la ciudad. Se estableció que estos vehículos, que no son más que una cicla adaptada con un motor no superior a 50 cm3, no pueden transitar por las vías troncales de TransMilenio, ni por los carriles exclusivos para los buses zonales, así mismo, les quedó totalmente prohibido circular sobre las aceras o andenes, ciclorrutas, ciclovías o cualquier tipo de ciclo infraestructura y lugares destinados al tránsito exclusivo de peatones o bicicletas. El incumplimiento de estas normas les puede acarrear a los conductores de los ciclomotores multas entre 522.900 pesos y 1.045.500 pesos, así como la inmovilización del vehículo.
Ahora, si bien desde que se expidió la resolución efectivamente han aumentado los operativos para ejercer un mayor control sobre estos motociclos, la realidad es que la medida se ha quedado corta. Basta con hacer un recorrido por zonas específicas de la ciudad para notar que la circulación de estos ciclomotores está totalmente desbordada. La carrera Séptima, la carrera 13, el Parque de la 93, Galerias, la Zona G y Zona T en Chapinero, Park Way, a las afueras de restaurantes y centros comerciales, son tan solo algunos de los puntos.
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De acuerdo con los expertos, son varias las razones que explican esta problemática en la capital del país. “El gobierno distrital aparece muy tarde para hacerle frente al fenómeno, el cual comenzó en la ciudad hace cerca de tres años y lo que se observa es la incapacidad de la administración de actuar y de controlar el tema a tiempo. Ya han pasado varios años y el fenómeno ha llegado a unas dimensiones enormes”, aseguró el consultor urbano, Germán Sarmiento.
Por otro lado, la cruda realidad de estos vehículos también está directamente relacionada con los domiciliarios. “Si hay una fuerza que está jalando, el origen y la propagación del fenómeno es el modelo del negocio de Rappi, con la promesa de entrega rápida, pues si usted está imponiendo esas condiciones desde el diseño de la aplicación a los rappitenderos, también se está induciendo a la aparición de estas ciclas”, agregó Sarmiento.
Para Omar Oróstegui, director del Laboratorio de Gobierno de la Universidad de La Sabana, “los ciclomotores se convirtieron en un problema público mal diagnosticado y mal formulado, porque el mal no se resuelve quitándole el motor a las bicicletas, toda vez que el problema de fondo es el pésimo comportamiento vial de los domiciliarios”.
“El fenómeno se explica en el algoritmo de las plataformas de domicilios, que incentiva la velocidad para cumplir con los tiempos, de ahí que los domiciliarios no respetan semáforos, pares, andenes, nada; pero el problema también está relacionado con la evolución del vehículo, porque el domiciliario primero empieza con una cicla normal, luego con un ciclomotor y tan pronto puede pasar a una moto y lo que hacen es continuar con los malos comportamientos viales”, señaló Oróstegui.
Para los domiciliarios, la visión es totalmente distinta. “La responsabilidad no es de empresas, sino de la Alcaldía, que no ha hecho una planeación para que la movilidad en Bogotá sea más ligera y amigable, es por ello que la gente opta por los ciclomotores para movilizarse más fácilmente, de hecho estos vehículos aparecieron desde mucho antes que llegaran las aplicaciones”, afirmó Álvaro Velasco, líder de los rappitenderos, quien también se mostró en desacuerdo con prohibir el tránsito de los ciclomotores por ciclorutas y andenes, porque al expulsarlos a la vía, se pone en riesgo la integridad del conductor.
Es así como la Alcaldía debe buscar soluciones más eficaces que permitan contrarrestar esta problemática o de lo contrario, el problema se saldrá de control.