Entrevista

Los secretos del cónclave. El cardenal colombiano Rubén Salazar revela cómo se eligió al papa Francisco; descarta que su sucesor sea latinoamericano

El cardenal emérito Rubén Salazar, quien participó del cónclave en el que fue designado Francisco, narró detalles inéditos de las tensiones que se viven en el interior de la capilla Sixtina. Anticipó que el nuevo papa no será latinoamericano. “Mi candidato es Parolin”, confesó.

 Francisco  Argüello

Francisco Argüello

Periodista Semana

26 de abril de 2025, 8:05 a. m.
   El cardenal emérito Rubén Salazar recibió a SEMANA en la Arquidiócesis de Bogotá.
El cardenal emérito Rubén Salazar recibió a SEMANA en la Arquidiócesis de Bogotá. | Foto: juan carlos sierra-semana

SEMANA: Colombia tiene una oportunidad de elegir papa con el cardenal Luis José Rueda, quien ya está en Roma. ¿Qué opina?

R.S.: Indudablemente, la participación del cardenal Luis José Rueda es sumamente importante. En el cónclave de 2013, yo era el único colombiano en participar y en el de 2025 lo será él. Su participación tiene una enorme trascendencia para la Iglesia en Colombia.

SEMANA: ¿Pero tenemos chance de tener papa?

R.S.: No lo creo, realmente no lo creo. Primero, porque acabamos de tener un papa latinoamericano y pensar en que inmediatamente venga otro de esta región no es muy factible dentro de la lógica de la Iglesia. Segundo, la Iglesia es cada vez más universal. Los nombramientos de los cardenales que hizo el papa Francisco indicaron claramente la universalidad de la Iglesia. Hay más de 70 países con cardenales y, por lo tanto, hay una enorme variedad. Habrá la posibilidad de elegir a alguien que no sea de América Latina. No es que crea que el cardenal Rueda no tenga las condiciones para hacerlo. Tiene enormes virtudes intelectuales, espirituales, personales y eclesiásticas.

SEMANA: Es decir, ¿el papa será de Europa o Asia, según sus cálculos?

R.S.: Es muy posible que el papa vuelva a ser italiano.

SEMANA: ¿Será cercano a Francisco? ¿Un religioso de la misma línea?

R.S.: Dios lo quiera. Mi candidato –si pudiera votar– es el cardenal Pietro Parolin. Ha sido secretario de Estado durante todo el pontificado del papa Francisco. Es un cardenal italiano, ha trabajado en la diplomacia de la Santa Sede, habla un castellano perfecto, prácticamente sin acento. Además, domina el inglés, el francés y el alemán. Como secretario de Estado, ha tenido toda la visión global de lo que el papa Francisco pretendía en su pontificado. Sería el ideal para que haya una continuidad con Francisco y, al mismo tiempo, una novedad: Parolin tiene una personalidad muy interesante, muy rica, e imprimiría su toque personal al pontificado. Es el primer candidato en la mente de muchísimos cardenales, pero, obviamente, hay otros aspirantes.

"Mi candidato –si pudiera votar– es el cardenal Pietro Parolin. Ha sido secretario de Estado durante todo el pontificado del papa Francisco" | Foto: juan carlos sierra-semana

SEMANA: Usted participó en el cónclave que eligió al papa Francisco. ¿Qué secretos puede contarnos?

R.S.: Fue una experiencia única. Se vive un ambiente de fuerte espiritualidad. Participar en el cónclave es como ir a unos retiros espirituales intensos. Hay un ambiente de oración, de discernimiento, de la voluntad de Dios; un ambiente de enorme fraternidad, de cercanía entre los cardenales, de mucho diálogo. Allí, aunque el voto es personal y secreto, no se prohíbe que en los momentos en los que no se está en la Capilla Sixtina, en medio de la votación, haya conversaciones. Hay diálogos entre los cardenales en el desayuno, el almuerzo y la cena. Hay un diálogo espontáneo. Se habla sobre los posibles candidatos a papa, sobre el perfil del uno y del otro. Se ahonda en los grandes retos de la Iglesia.

SEMANA: ¿Fue fácil elegir al papa Francisco?

R.S.: Fue un cónclave muy fácil. A la quinta votación resultó elegido Jorge Bergoglio. Realmente, nos pusimos de acuerdo muy rápidamente. El Espíritu Santo marcó muy claramente para dónde quería que fuera la Iglesia.

SEMANA: ¿Cómo se manifiesta el Espíritu Santo en la Capilla Sixtina en medio del cónclave?

R.S.: Se manifiesta porque los cardenales votan cada uno en conciencia y con juramento. Cuando uno pasa, entrega su voto y dice: “Voto por aquel que, en conciencia, es el más apto para ser el sumo pontífice”. El Espíritu Santo es el que ilumina la conciencia de los cardenales. Cuando hay un consenso amplio, lógicamente se puede decir con toda claridad que allí actuó.

Monseñor Rubén Salazar. Cardenal Emérito.
Monseñor Rubén Salazar cree que la elección del reemplazo del papa Francisco será fácil. | Foto: JUAN CARLOS SIERRA PARDO-SEMANA

SEMANA: ¿Cree que la elección del reemplazo del papa Francisco será fácil?

R.S.: Sí, en esta ocasión también será relativamente fácil. Calculo que en unas cinco, seis o siete votaciones tendremos un nuevo pontífice. Le cuento: el día en que empieza el cónclave hay una sola votación, pero en los días siguientes hay dos votaciones en la mañana y dos en la tarde, es decir, cuatro diarias. Estimo que en dos o tres días tendremos un nuevo papa.

SEMANA: ¿Cómo se vive adentro? ¿Los cardenales están encerrados, desconectados del mundo, con inhibidores de señal en la Capilla Sixtina?

R.S.: Uno no tiene ninguna claustrofobia. Uno está en un ambiente de oración, de fraternidad, de búsqueda del bien de la Iglesia y del mundo. Hay un ambiente positivo. No se crean tensiones, ni angustias, ni polarizaciones. El momento más tensionante es al final de la votación, cuando está muy claro que son dos los grandes contendores y, por lo tanto, en esa votación se decidirá. Ahí hay mucha más expectativa sobre qué pasará. Los cardenales estamos recluidos en la Casa de Santa Marta, construida por el papa Juan Pablo II, para que los religiosos pudieran vivir todos en un hogar y tener las comodidades fundamentales durante el tiempo del cónclave. Pero las sesiones de votación se hacen en la Capilla Sixtina, ubicada en los palacios apostólicos. Hay que desplazarse 15 minutos aproximadamente y nos llevan en buses. En la Casa de Santa Marta se celebra la eucaristía, se toman las comidas y se duerme. La sesión de la mañana, en la Capilla Sixtina, empieza a las 9:00 a. m. y va hasta las 12:15 del mediodía, aproximadamente. Apenas llegan los cardenales, les entregan un libro o un documento en el que están todos los perfiles y hojas de vida de los candidatos a papa. En la tarde, se reanuda desde las 4:00 p. m. hasta las 7:00 p. m. En los descansos se come, se dialoga o se va al cuarto a recortarse un rato. Hay libertad absoluta de movimiento.

Monseñor Rubén Salazar. Cardenal Emérito.
"El momento más tensionante es al final de la votación, cuando está muy claro que son dos los grandes contendores y, por lo tanto, en esa votación se decidirá" | Foto: JUAN CARLOS SIERRA PARDO-SEMANA

SEMANA: Es decir, ¿empiezan muchos cardenales de candidatos y se van decantando? ¿Como un triángulo invertido?

R.S.: La primera votación es un poquito dispersa. Salen muchísimos candidatos con votos, pero en la segunda, en la tercera, se van reduciendo los nombres. Y en la cuarta, como ocurrió con el papa Francisco, se veía claramente que era entre dos cardenales que quedaría el pontificado. En la quinta se eligió por amplísima mayoría a Jorge Bergoglio. Le cuento una sorpresa: siempre se elige a seis cardenales como escrutadores para cada una de las votaciones. En la última, donde fue elegido Jorge Bergoglio, me tocó ser escrutador. Fue una sorpresa para mí cuando anunciaron: “Cardenal Rubén Salazar, usted será escrutador”. Cuando eligieron a Francisco y alcanzó el número de votos –eso se va viendo–, cuando logró las dos terceras partes de la votación, hubo un aplauso gigantesco en la sala. Inmediatamente, el cardenal que está a cargo del cónclave le preguntó si aceptaba o no ser papa. Y él respondió: “Sí, acepto, me llamaré Francisco”. ¿Y por qué ese nombre? Él contó que se le vino a la cabeza porque en el cónclave estaba sentado al lado del cardenal brasileño Cláudio Hummes, quien, apenas ganó Francisco, le dijo: ‘No te olvides de los pobres’. Después pasamos uno por uno a felicitarlo.

SEMANA: En el cónclave, ¿el cardenal que va ganando puede hacer lobby para asegurar su triunfo?

R.S.: No. Eso no se vería bien. Allí no es cuestión de hacer lobby para ganar votos, sino que se manifieste en conciencia lo que Dios quiere para la Iglesia.

SEMANA: ¿Cuál era el otro cardenal que le compitió fuerte a Jorge Bergoglio en la recta final?

R.S.: El voto es secreto, hijo. Es secreto.

SEMANA: ¿Pero no puede violar el secreto, al menos en esta entrevista?

R.S.: Ni para SEMANA puedo violar el secreto.

SEMANA: ¿Algún cardenal votó por usted para que fuera papa?

R.S.: No preguntes más secretos del cónclave, hijo mío.

Monseñor Rubén Salazar. Cardenal Emérito.
"Siempre se elige a seis cardenales como escrutadores para cada una de las votaciones. En la última, donde fue elegido Jorge Bergoglio, me tocó ser escrutador" | Foto: JUAN CARLOS SIERRA PARDO-SEMANA

SEMANA: ¿Usted votó por el papa Francisco?

R.S.: Reitero: es secreto el voto (risas).

SEMANA: ¿Quién revele secretos del cónclave puede ser excomulgado?

R.S.: Sí, si se revelan cosas que le hagan daño al proceso de elección del papa. El secreto es bien relativo porque es cuestión de nombres y votos.

SEMANA: ¿Vio la película Cónclave, que narra detalles de la elección de un papa?

R.S.: Sí, la película como película es excelente. Lo que presentan del cónclave como tal es justo, es lo que pasa, pero hay detalles que no son reales. Por ejemplo: allí aparece que los cardenales están muy sueltos cuando salen de la Capilla Sixtina, se ven entrando y saliendo y no es así. Estamos recluidos en la Casa de Santa Marta y nadie puede salir de allí. Tampoco de la Capilla Sixtina, cuando empiezan las sesiones de votación. En el cónclave real siempre hay seis escrutadores y en la película solo se ven tres. Y lo que no hay, y en eso la película es ajena a la realidad, es la intriga, ese suspenso que se crea, las tensiones entre cardenales, las investigaciones, las triquiñuelas, las traiciones. Eso, indudablemente, no se da.

SEMANA: ¿Cuándo fue la última vez que se vio con el papa Francisco?

R.S.: En octubre de 2024. Fue un encuentro muy bonito. Fuimos con el cardenal Luis José Rueda. Hablamos con el santo padre, quien nos recibió a las 7:30 a. m. porque él empezaba su trabajo muy temprano. Se levantaba a las 4:00 a. m. e iniciaba a atender en su oficina, en la biblioteca privada del Palacio Apostólico. Charlamos casi una hora, con él siempre había un clima de mucha fraternidad, nada formal. Rompía todo protocolo, toda formalidad. Desde el primer momento uno se sentía hablando con el amigo de siempre. Era un diálogo muy fácil. A veces él ponía el tema o permitía que le hiciéramos preguntas. En esa ocasión lo vi muy bien, muy lúcido, con un aspecto descansado y tranquilo.

SEMANA: ¿Qué le dijo de Colombia?

R.S.: Siempre recordó a Colombia con mucho cariño porque había estado en el país en muchas oportunidades, en reuniones en el Consejo Episcopal Latinoamericano, que congrega a las conferencias episcopales de América Latina y el Caribe. Él vino a Bogotá varias veces. Pero recordó su visita en 2017 en su calidad de papa. Le impactaron mucho el calor y el entusiasmo de la gente. A él le llamó mucho la atención que, cuando recorrió Bogotá, Medellín, Cartagena y Villavicencio, la gente cada vez era mayor. El último día, un domingo, cuando salía para Cartagena y luego a Roma, hubo que pasarlo al papamóvil porque, inicialmente, iba en un carro pequeño. Salieron casi un millón de personas a despedirlo. El fervor de la gente creció. Le cuento una infidencia: Francisco, en su residencia de Santa Marta, guardaba un collage en el que tenía la gorra de un soldado colombiano con una réplica del Cristo de Bojayá y una oración por la paz de este país. En su viaje a Colombia, el soldado que perdió los brazos y las piernas en un atentado terrorista le pasó su gorra y Francisco la bendijo y se la devolvió, pero el uniformado le aclaró que era para él. El papa se la llevó a Roma y la tenía colgada en la pared de su vivienda.

SEMANA: Usted fue clave para que el papa viniera a Colombia. ¿Cómo lo logró?

R.S.: No fue fácil traer al papa a Colombia porque tenía muchas invitaciones a otros países. Estaba muy interesado en los acuerdos de paz entre las Farc y el Gobierno de Juan Manuel Santos. Varias veces me dijo: “Mientras no lleguen al acuerdo, no voy a Colombia”. Pero yo también soy un poquito terco y en muchas oportunidades le decía: “Santo padre, necesitamos que usted vaya para que podamos firmar el acuerdo. No al revés”. A mí me tocó convencerlo, en buena parte, porque estaba un poquito reacio pensando en que, mientras hubiera esa guerra abierta, era como inútil que viniera. Yo me tomé el trabajo de contradecirlo.

SEMANA: En ese viaje, Francisco le hizo chistes ácidos.

R.S.: (Risas) Cuando ocurrió la misa en la Plaza de Bolívar en Bogotá, yo llegué con el papa en el papamóvil. Había llovido, estaba todo mojado, pero había muchísima gente, mucha más de la que se esperaba. Asistió el doble de lo previsto. El recorrido que hizo el carro hasta donde estaba el altar tenía muchas curvas: veíamos el lago y luego desaparecía, lo volvíamos a ver. Cuando llegamos al altar, con su tono de voz argentino, me dijo: “Oíme, vos me hiciste dar cualquier cantidad de vueltas para que creyera que hay mucha gente”. Ambos reímos mucho.

SEMANA: Francisco fue un papa político. Atendió a Gustavo Petro, a Rodolfo Hernández, a Iván Duque, a Álvaro Uribe, a Juan Manuel Santos, a Verónica Alcocer. El listado es largo...

R.S.: Fue muy abierto. Fue famoso ese encuentro del presidente Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe con el papa. Él dialogó con todo el mundo. Todos los políticos, presidentes y personalidades del mundo tenían acceso a él.

Monseñor Rubén Salazar. Cardenal Emérito.
Monseñor Rubén Salazar. | Foto: JUAN CARLOS SIERRA PARDO-SEMANA

SEMANA: Después de la muerte del papa, ¿será posible sentar nuevamente a Santos y a Uribe?

R.S.: ¡Quién sabe!

SEMANA: ¿Qué se siente despedir al papa Francisco, su amigo?

R.S.: Se siente una gran tristeza. Indudablemente, la muerte del papa Francisco crea un enorme vacío. Tuve la fortuna de conocerlo desde 2001, cuando estaba recién nombrado arzobispo de Buenos Aires, y el papa Juan Pablo II lo acababa de nombrar como cardenal. Hubo el sínodo de los obispos en 2011 y el cardenal Jorge Bergoglio fue el relator general. Allí nos encontramos, dialogamos varias veces. Fue una empatía inmediata. Él era muy abierto, muy amable, muy simpático, con un gran sentido del humor. Luego, el periodo más largo de convivencia con el cardenal Bergoglio fue en Aparecida, Brasil, en 2007, en la quinta conferencia del episcopado latinoamericano. Él fue el jefe del equipo de redacción. En el cónclave de 2013, donde él resultó elegido papa y donde yo voté, pasé a felicitarlo y le dije: “Mi alegría es inmensa porque el espíritu de Aparecida llegará a toda la Iglesia en el mundo”. Ambos reímos.

SEMANA: A raíz del fallecimiento de Francisco, ¿qué opina de la muerte?

R.S.: La muerte es un proceso natural, forma parte de la vida; no tenemos que separar la muerte de la vida. Es el acto final de la vida, vivimos como seres mortales, no como seres inmortales, y tenemos que considerar la muerte como algo natural, como algo que, necesariamente, tiene que producirse al final de nuestro recorrido por este mundo. Para nosotros, los creyentes, ese final de nuestra vida acá es el inicio de la vida verdadera en la casa del Padre. No hay que tenerle miedo a la muerte, por el contrario, hay que mirarla de frente. Como decía San Francisco de Asís, como la hermana muerte.

SEMANA: ¿A qué se dedica como cardenal emérito?

R.S.: No he abandonado totalmente mi actividad pastoral, sigo participando, ejerciendo mi ministerio, ya sin una responsabilidad como la que tiene un arzobispo. Tengo bastante tiempo libre para leer, orar, meditar, dialogar. En eso me paso la vida.