Entrevista

María Carolina Hoyos abre su corazón en SEMANA. Revela la canción que le canta a Miguel Uribe Turbay en la UCI y cuenta los milagros que ha visto

María Carolina Hoyos, la hermana de Miguel Uribe Turbay, narra las dolorosas similitudes que hay entre el asesinato de su mamá y el atentado contra su hermano. Habla de su familia, de la fe y del enorme agradecimiento que tiene por las oraciones de los colombianos.

Cristina Castro

Cristina Castro

Editora General

14 de junio de 2025, 6:46 a. m.
NAC-MARIA CAROLINA
“Tengo recuerdos vivos de lo que pasó con mi mamá. Ella murió. La historia no tendrá el mismo resultado”, dice María Carolina Hoyos. | Foto: SEMANA

SEMANA: ¿Cómo ha vivido estos días en medio de tanto dolor?

M.H.: Los he vivido rodeada de quienes más quiero. El amor cura, el amor hace que uno soporte. Miguel está luchando por su vida, los médicos están haciendo su mayor esfuerzo, siento que nosotros debemos actuar en consecuencia. Me parece que los días son como de 72 horas. No estoy durmiendo mucho. Me cuesta mucho trabajo. He tenido las peores horas de mi vida. Nunca había sentido este dolor. Pero intento centrarme en lo que considero es el mejor aporte al proceso que vive mi hermano: orar por él.

SEMANA: Fue muy conmovedor escucharla decir que cree que su mamá, Diana Turbay, está ahí en la clínica, al lado de la cama de su hermano.

M.H.: Tengo la fortuna de ser mamá y de conocer esa conexión que se crea con los hijos. Estoy segura de que las mamás siguen siendo valientes y protectoras cuando llegan al cielo. Estoy absolutamente convencida de que mi mamá está allí, cogiéndole la mano a Miguel, y creo que no se irá hasta que el milagro no se consolide.

SEMANA: El atentado contra Miguel ha despertado un sentimiento de fe inédito en este país. Y muchos ven pequeños milagros en lo que ha pasado en estos días. ¿También los ve?

M.H.: Lo que más me conmueve y mi mayor vitamina son las expresiones de solidaridad de la gente en todos los rincones de Colombia y del mundo. Esa oración colectiva que hay por la recuperación de Miguel ha sido una fuerza transformadora para mí y para mi familia. Veo todo el tiempo señales de que él se va a recuperar.

SEMANA: ¿Señales como cuáles?

M.H.: El hecho de que en una ciudad tan convulsionada como Bogotá, Miguel estuviera montado en una ambulancia a los diez minutos del atentado. El haber llegado a un centro de salud, un sábado por la tarde, y que estuvieran allí los especialistas que él necesitaba: el traumatólogo, el neurocirujano, el anestesiólogo, como si Dios los tuviera listos. Miguel, además, tiene un tipo de sangre no común y estaba disponible. Y el haber podido ser trasladado a la Fundación Santa Fe y estar en las manos del doctor Hakim, que es una eminencia, y de los profesionales que lo atienden, que los veo como un ejército de ángeles.

“Mi abuela (Nydia Quintero) es mi persona favorita. Ella nunca dejó que olvidáramos el amor de mi mamá”.
“Mi abuela (Nydia Quintero) es mi persona favorita. Ella nunca dejó que olvidáramos el amor de mi mamá”. | Foto: Archivo María Carolina Hoyos Turbay

SEMANA: El recuerdo de su mamá ha estado muy presente en estos días, pero también el símil que hay en la forma como ella murió. ¿Cómo vive este paralelo?

M.H.: El resultado entre lo que vivió mi mamá y lo que vive Miguel va a ser absolutamente distinto. Pero claro que siento elementos de lo que ella vivió en lo que enfrentamos hoy. Hace 35 años, cuando a mí me dicen que a mi mamá la rescataron y está herida, yo estaba en Bogotá. Y tomé un avión de Avianca corriendo a Medellín. Lo último que oí en radio era que mi mamá estaba perdiendo mucha sangre, que se estaba desangrando y que iban a ingresarla al quirófano.

SEMANA: Y el sábado, ¿cómo se enteró de que Miguel estaba herido?

M.H.: Mi marido y yo estábamos en España haciendo el Camino de Santiago de Compostela. Cuando mi hijo Mateo me llama, yo estaba profundamente dormida. Me dice: “Acaban de atentar contra tío Miguel”. Y yo le contesté: “Mi amor, es una noticia vieja. Eso fue hace 35 años contra la abuelita Diana”. Y mi hijo me contestó: “Mamá, levántate bien porque es verdad”. Y entonces, 35 años después, vuelvo nuevamente a estar en un avión de Avianca, que por cierto fueron muy generosos con nosotros y nos dejaron montar en un vuelo ya cerrado. Y la última noticia que recibo, antes de despegar, es: “Miguel se está desangrando, ha perdido mucha sangre y lo van a operar”.

SEMANA: ¿Cómo se pasan las horas en esos vuelos?

M.H.: Los dos vuelos fueron eternos. Y, en ambos casos, cuando aterrizo, salgo directo para el hospital. Con mi mamá, yo llegué corriendo a la sala de cirugía y cuando la vi, no la reconocí. Por fracciones de segundo pensé que no era mi mamá. Estuvo seis meses secuestrada. El cautiverio hizo que perdiera peso. El dolor transforma, vuelve distinta a la gente. Sus facciones cambiaron. Me pasó lo mismo. Mi hermano está absolutamente hinchado, me costó verlo. Mi mamá, cuando recibió los tres impactos de bala, tenía 40 años. Y mi hermano tiene 39 años. Mi hermano Miguel, cuando pasó todo lo de mi mamá, tenía 4 años y medio. Y es la misma edad que tiene Alejandro, su hijo. Entonces es difícil no ver tantas similitudes. Además, porque Miguel y Alejandro son dos gotas de agua, dos monitos divinos, idénticos.

SEMANA: Perder a la mamá siempre es difícil, pero a los 18 años, y en medio de esa historia de violencia, tuvo que haber sido especialmente duro.

M.H.: Mi vida cambió completamente. Así como el mundo se divide en antes y después de Cristo, para mí ese punto de quiebre fue la muerte de mi mamá y todo lo que viví con su secuestro. Pero esto que estoy viviendo con mi hermano ha sido absolutamente doloroso. Por un lado, por lo que Miguel significa, por su juventud, sus ilusiones, sus hijas e hijo, su esposa, su papá, todo lo que le falta vivir. Por el otro, porque tengo recuerdos demasiado vivos de lo que pasó con mi mamá. Ella murió; entonces, en lo que no se parece en nada al caso de Miguel es en el resultado final. Estoy convencida de que el milagro se va a terminar de consolidar.

“Mi hermano Miguel, cuando pasó todo lo de mi mamá, tenía 4 años y medio. Esa es la misma edad de su hijo hoy”.
“Mi hermano Miguel, cuando pasó todo lo de mi mamá, tenía 4 años y medio. Esa es la misma edad de su hijo hoy”. | Foto: COLPRENSA

SEMANA: ¿Cómo era su mamá?

M.H.: Mi mamá era una mujer profundamente soñadora. Y su sueño lo convirtió en su propósito de vida. Era una convencida de que los periodistas no eran simples notarios de la realidad. Colombia estaba en jaque por el narcotráfico y mi mamá entendió que debía ponerse al servicio de la paz. Y así encontró la muerte. Cayó desafortunadamente en una trampa de Pablo Escobar cuando fue a una falsa entrevista con el cura Pérez. Mi mamá era una mujer creyente. El día del rescate, ella salió corriendo con su cédula y una virgen en la mano, y así la encontraron. Y era una enamorada de la familia. Por ella, mi hermano y yo creemos en la familia como principio. Y pues era muy joven, parrandera, amiga de sus amigos y le encantaba celebrar su cumpleaños. Ella, un mes antes, decía: “Ya va a ser mi cumpleaños y no veo preparativos”.

SEMANA: ¿Cómo asumió doña Nydia, su abuela, este rol de mamá cuando la perdieron a ella?

M.H.: Mi abuela es mi persona favorita. Ella nunca dejó que olvidáramos el amor de mi mamá. De una manera distinta, triste y dolorosa, aprendí a vivir con mi mamá, en silencio y en mi corazón, sabiendo que ahí está. Cuando yo vi a mi mamá recién asesinada en la sala de cirugía, sentí que mi vida se estaba acabando. Y yo le juré que nunca más iba a volver a sonreír. Le incumplí la promesa a la persona que más he amado, porque gracias a mi abuela he reído una y mil veces.

SEMANA: Miguel cuenta en una entrevista que durante muchos años le reprochó a su mamá por haberse ido a esa entrevista. Pero que perdonó gracias a su abuela. ¿Cómo hizo ella para darle la vuelta a este dolor?

M.H.: Mi abuela es de otro mundo. Yo creo que ese molde Dios lo tenía para ella. Está hecha de otro material. Jamás hubo odio, ni venganza. Mi hermano y yo somos huérfanos, pero no hay nombre para el dolor de mi abuela, que perdió a su hija.

SEMANA: ¿Su abuela sabe lo que hoy vive Miguel?

M.H.: Ella tiene 94 años. Espero que no se dé cuenta. Mi abuela, desde hace seis meses, habla muy poquito. El sábado, un par de horas antes del atentado, dijo que había que ponerle a Miguel una mantica blanca encima de su cabeza. No sé eso qué quiera decir.

“Estoy absolutamente convencida de que mi mamá está allí, cogiéndole la mano a Miguel”, dice María Carolina Hoyos.
“Estoy absolutamente convencida de que mi mamá está allí, cogiéndole la mano a Miguel”, dice María Carolina Hoyos. | Foto: Archivo Particular-Revista Jet-set

SEMANA: ¿Cómo recuerda la llegada de Miguel?

M.H.: A los 14 años, yo reemplacé las muñecas por Miguel. Miguel fue mi bebé, mi muñequito, mi hermano. Me acuerdo de todo, del día que nació, de su olor, de que llevamos con mi mamá ocho pintas y mi mamá me dejó escoger la que le pusimos por primera vez. Yo lo cambiaba, lo peinaba, lo bañaba. Mi mamá fue muy generosa de dejarme hacerlo todo con él y le agradezco porque, sin saber, me preparó para que ese vínculo fuera muy poderoso porque la vida nos tenía preparado que nos íbamos a quedar los dos solos. Tenemos un amor, es absolutamente genuino. Cuando estamos es como si dos imanes se pegaran y ahí sabemos que mi mamá está con nosotros.

SEMANA: Cuando su mamá fallece, ¿cómo cambia la vida entre ustedes dos?

M.H.: Cuando matan a nuestra mamá, yo no solo la perdí a ella, sino también a él. A nosotros la guerra nos separa porque cada uno tiene un papá distinto y se va a vivir con él. Mi abuela Nydia nunca dejó que el vínculo entre ambos desapareciera. Él se fue a vivir con ella, pero yo seguí con mi papá. Pero nunca dejamos de vernos. Nos adoramos, hablamos a diario, tenemos un grupo de WhatsApp con mis hijos, en el que espero que entre Alejandro más grande. Se llama Todos somos Diana.

SEMANA: ¿Cómo ha sido estar con él en la clínica?

M.H.: Me he quedado hasta la madrugada con él. Mi abuela Nydia me cantó toda la vida: Muñequita linda, de cabellos de oro, de dientes de perla, labios de rubí, dime si me quieres como yo te adoro, si de mí te acuerdas, como yo de ti. Y yo le canto a él lo mismo, pero en hombre: Muñequito lindo, de cabellos de oro, de dientes de perla, labios de rubí, dime si me quieres, como yo te adoro, si de mí te acuerdas, como yo de ti.

“Cuando Miguel y yo estamos juntos es como si dos imanes se pegaran. Ahí sabemos que mi mamá está con nosotros”.
“Cuando Miguel y yo estamos juntos es como si dos imanes se pegaran. Ahí sabemos que mi mamá está con nosotros”. | Foto: Gerardo GóMEZ-JET SET

SEMANA: ¿Cómo es su situación médica hoy?

M.H.: No soy médica. Y mi aporte es a través de la oración. He estado en rosarios virtuales en los que hay más de tres millones de personas conectadas. Ahí es donde encuentro mi mejor soporte para estar de pie. Tengo que tener también los pies en la tierra. Pero creo que los milagros son posibles. María Claudia tomó la mejor decisión y es que solo la Fundación Santa Fe comparta la información del estado de salud de Miguel. En esos partes médicos he visto una luz de esperanza. Pero también puedo decir que lo veo mejor. ¡Imagínese eso! No es nada científico, pero lo veo mejor.

SEMANA: María Claudia ha tenido un papel muy admirable. ¿Cómo han manejado esta tragedia frente a su sobrino, que es tan pequeño?

M.H.: Ella es una mujer muy valiente y ha sacado su mejor estirpe para asumir de manera muy valerosa lo que está sucediendo. Si para todos nosotros que queremos a Miguel es tan duro, imagínese para la esposa, mamá de su hijo y de sus hijas. Ella es tan increíble y tiene tanto criterio que se ha rodeado de especialistas para hacer que este momento tan traumático sea lo menos duro posible para Alejandro.

SEMANA: ¿Cómo está el papá de Miguel?

M.H.: El gran personaje de toda esta tragedia es él. Me ha enseñado con su fortaleza, optimismo y valentía cómo asumir este golpe. Nos ha unido.

SEMANA: ¿Qué tanto ha buscado información de cómo fue el atentado?

M.H.: Yo sí quiero saber qué pasó, claro. Pero siento que en ese frente no aporto en este momento nada. Lo que sí quiero es justicia, sin lugar a dudas. Quiero justicia y creo en las instituciones, en que se van a encargar del tema y saldrá de la mejor manera. Antes de montarme al avión, vi un video, que creo que debe ser el peor. Está grabado por detrás y se ve cómo se empina y le pega el totazo. Vi todo. Desde ahí no he querido ver nada más.

SEMANA: El país vive momentos muy convulsionados: los discursos del presidente Petro, la consulta popular, la constituyente, las marchas, los atentados en varias partes. ¿Cómo ve todo eso?

M.H.: Mi bosque es Miguel, mi voz es Miguel, no logro analizar nada distinto al sentir de mi familia, mi dolor, mi fe, la solidaridad que hemos recibido. Este es mi único universo.