YESID LANCHEROS: ¿A qué atribuye su elección como candidata presidencial del Centro Democrático?
PALOMA VALENCIA: He sido una opositora muy férrea del Gobierno Petro, y diría que nadie tiene tantos logros como yo en ese sentido: logré hundirle el Ministerio de la Igualdad; paré muchísimos proyectos en el Congreso; tumbé, por ejemplo, la usurpación de la Universidad Nacional con un rector impuesto arbitrariamente. En este tiempo hemos hecho litigio estratégico, pero también he sido la senadora con la que se logran acuerdos: viabilizamos la jurisdicción agraria, la jurisdicción indígena. Faltaba comunicarle a la ciudadanía lo que estábamos haciendo y eso se mejoró. Lo otro es que soy una mujer llena de ideas, me gusta pensar en el futuro de Colombia y nuestro mensaje empezó a generarle a la ciudadanía un sentimiento de que hay futuro, de que sí se puede sacar a Colombia adelante.
Y.L.: ¿Qué mensaje le envía hoy a María Fernanda Cabal, quien en los últimos días ha planteado dudas sobre la transparencia del partido en esta competencia interna?
P.V.: Ella sabe cuánto la quiero y la admiro. Entiendo que cuando uno asume una candidatura en un partido como el mío uno está parado en una escalera en la que muchos peldaños los han hecho otros. En este caso, María Fernanda, Paola, Andrés y, por supuesto, Miguel. Esta candidatura es de todos. Un gobierno al que lleguemos los tiene que incluir a todos y debe reconocer el esfuerzo de cada uno.

Y.L.: Pero Cabal tiene reparos frente a la transparencia…
P.V.: Este fue un proceso muy difícil, estuvo atravesado por el asesinato de Miguel Urbe Turbay, por tensiones de todo tipo y que, por supuesto, fueron muy difíciles para todos. No creo que el partido haga trampa. Aquí he estado siempre y he visto al partido proceder absolutamente de forma transparente. Las dos encuestadoras ni siquiera tienen vínculos con Colombia. Ninguno de nosotros las conocía. Lo que pasa es que es difícil cuando tú has trabajado tanto, como el caso de María Fernanda, y no ganas. No quiero decir la palabra perder porque es que aquí no perdió ninguna. Vuelvo y repito: esta candidatura nos pertenece a todos.
Y.L.: En un sector del uribismo se daba por hecho que Cabal era la ganadora…
P.V.: Eso venía pasando. Pero la verdad es que nosotros empezamos a crecer en las encuestas, a aparecer más y nuestra campaña, que siempre fue muy austera y pequeña, empezó a tener conexión con la ciudadanía y un sentimiento de “wow, aquí puede pasar algo”. Conmigo pasa una cosa, Yesid, y es que la gente dice: “Paloma tiene el país en la cabeza, es una estadista, es la más preparada, habla superbién, conecta superbién, pero no puede ganar porque no tiene votos”. Entonces, yo decía que había mucho palomismo dentro del clóset y siento que, en un momento, la gente dijo “wow, ¿por qué no pensar que Paloma sí puede ganar y qué pasa si la apoyamos?”. Y pues cuando te apoyan, uno gana.

Y.L.: En medio de la escogencia, también se dio la expulsión de Miguel Uribe Londoño, el padre de Miguel Uribe Turbay, de la consulta del Centro Democrático. ¿Qué opinión tiene sobre lo ocurrido?
P.V.: Lo de Miguel es de las cosas más horribles que a uno le puede tocar vivir en la política, y es que uno esté en una emulación con una persona con la que tiene una relación muy cercana y la maten. Ver a su familia, a su esposa, a sus hijos, me rompe el corazón. Me parece que el partido actuó con generosidad hasta donde se podía. Yo suspendí inmediatamente mi campaña, una recomendación que siguieron todos en el partido. Cuando Miguel estuvo en la clínica, estaba convencida de que él se iba a levantar. Se lo digo sinceramente: siempre creí que se iba a levantar y decidimos que todos lo apoyaríamos si él podía llevar la candidatura. Luego vinieron las tensiones con lo que pasó con el papá, pero pienso que uno no puede ponerse a juzgar eso porque son circunstancias fuera de lo ordinario, representa a una persona en circunstancias estresantes.
Y.L.: ¿Qué mensaje le envía a Miguel Uribe Londoño?
P.V.: Que lo queremos mucho.
Y.L.: ¿Lo recibe en su campaña?
P.V.: Claro. Si él quiere venir aquí, siempre será recibido. Toda su familia, todos sus seguidores siempre serán recibidos en mi gobierno. La gente de Miguel no necesita que la inviten porque tienen un lugar ganado.
Y.L.: Ya elegida como la candidata presidencial del Centro Democrático se avecina un primer desafío y es decidir si va a participar de una consulta en marzo de 2026 o si llegará directo a la primera vuelta. ¿Por cuál de esas dos opciones se inclina más?
P.V.: Estoy muy agradecida con la invitación que me hicieron los integrantes de la consulta y estoy consultándolo, estamos evaluándolo.
Y.L.: ¿Se está refiriendo a la invitación que le hicieron Vicky Dávila, Juan Daniel Oviedo, Juan Manuel Galán, David Luna, Mauricio Cárdenas y Aníbal Gaviria de la Gran Consulta por Colombia?
P.V.: Todos ellos son amigos míos, personas con las que comparto un deseo de que este país salga adelante. En todos reconozco una gran capacidad y con todos he tenido un contacto muy directo en diferentes momentos de la vida. De manera que me siento muy cómoda con todos ellos y no descarto ir a esa consulta. Pero lo estamos evaluando. Digamos que el problema es que yo acabo de asumir una candidatura y tengo que decidir este lunes 22 de diciembre si vamos o no a esa consulta. El tiempo es el que me tiene mortificada.

Y.L.: Pero lo está pensando…
P.V.: Claro, hay que pensarlo, no lo descarto.
Y.L.: ¿Qué ventajas le ve a la llamada Gran Consulta por Colombia?
P.V.: Me parece que entrega un mensaje poderoso, de equipo, de unidad, que realmente esta contienda no es entre la derecha y la izquierda. Esta es una contienda entre quienes somos demócratas y quienes quieren destruir la democracia. Entre quienes tienen afán de complacer a los violentos y les están entregando este país a ellos, y quienes creemos que la ley hay que respetarla. Entre quienes creemos en el libre mercado, en el desarrollo de la sociedad a través de la economía, y quienes creen en el estatismo. Entonces son pilares que uno dice: caray, un Gobierno con ínfulas autoritarias uno lo aguanta, pero dos seguidos destruyen la democracia.

Y.L.: ¿Está pensando, entonces, en que se concrete esa unión?
P.V.: Claro, es lo que me impulsa, es decir, aquí tiene que haber unidad porque el heredero de Petro es peor que Petro. Cepeda sí madruga, ya lo dijo en la reunión con los empresarios, él cree que todos los sectores fundamentales de la economía tienen que ser del Estado. ¿Cuáles? La banca, la salud y las pensiones. Por supuesto, estamos hablando de que va a nacionalizar la minería, el petróleo. Entonces empieza a configurarse un escenario que los colombianos tenemos que observar. Vuelvo y repito: uno aguanta un Gobierno con ínfulas autoritarias, pero dos no.
Y.L.: ¿Qué la hace dudar de sumarse a la Gran Consulta por Colombia?
P.V.: Que no haya unidad de todos, que Abelardo y Fajardo no estén, eso me hace dudar. Si estuvieran todos, no tendría ninguna duda.
Y.L.: Abelardo de la Espriella y Sergio Fajardo anunciaron que van directo a la primera vuelta, el 31 de mayo del próximo año...
P.V.: La unidad es buena si todos estamos juntos. Pero si va a haber ruedas que están en otro lado, pues no sé si realmente estamos todos juntos…
Y.L.: Si usted no participa en esa consulta, ¿va directo a la primera vuelta del 31 de mayo del próximo año?
P.V.: Sí señor. Nuestra decisión sería: si no vamos a la consulta, vamos a la primera vuelta. No vamos a hacer encuestas ni vamos a buscar mecanismos alternativos. Esta sí es una decisión absolutamente tomada.

Y.L.: ¿No se uniría a la candidatura de Abelardo de la Espriella para la primera vuelta?
P.V.: No. Nosotros iríamos también a la primera vuelta.
Y.L.: ¿A la de Sergio Fajardo?
P.V.: Tampoco.
Y.L.: ¿Qué piensa de Abelardo de la Espriella?
P.V.: Es un gran jurista y ha logrado dar un mensaje que a los colombianos los ha convocado. Todos los liderazgos políticos hay que reconocerlos por lo que representan en la ciudadanía. Respetar esas afinidades que la ciudadanía tiene es muy importante.
Y.L.: Quiero plantearle escenarios hipotéticos. ¿Qué pasaría si en una segunda vuelta se enfrentan Iván Cepeda y Abelardo de la Espriella?
P.V.: Vamos con De la Espriella, sin duda alguna.

Y.L.: ¿Usted votaría por Abelardo?
P.V.: Claro, esto no es entre izquierda y derecha, esto es entre demócratas y quienes quieren destruir la democracia. Entre quienes quieren vivir en seguridad y quienes les quieren entregar este país a los violentos. Entre quienes creemos en el libre mercado y los que creen en el estatismo. Son tres pilares frente a los cuales creo que nadie puede tener dudas.
Y.L.: En el mundo político se comenta que Paloma Valencia podría ser la fórmula vicepresidencial de Abelardo de la Espriella…
P.V.: No. Si no voy a la consulta, voy entonces a la primera vuelta.
Y.L.: ¿No será la fórmula vicepresidencial de nadie?
P.V.: Voy a buscar la presidencia. Tengo una candidatura de apenas unos días, y así como di la sorpresa (en la competencia en el Centro Democrático), les puedo dar la sorpresa (en las elecciones presidenciales).
Y.L.: ¿Es verdad que usted firmó un documento en el que se contempla que su candidatura se puede retirar si no despega en las encuestas?
P.V.: Falso. Lo único que se firmó fue un documento donde nos comprometimos en su momento a tener, de pronto, dos candidatas. Pero como la conversación entre Paola Holguín y María Fernanda Cabal fue que se escogiera a una sola persona, quedó así. Ese fue el único documento que firmamos.
Y.L.: ¿En qué concepto tiene a Fajardo?
P.V.: También tengo la mejor opinión de él. Es una persona que ha hecho un ejercicio político muy interesante como alcalde, como gobernador y también tengo el mayor respeto por él.
Y.L.: ¿Qué le dice a Germán Vargas Lleras?
P.V.: Toda la admiración y el respeto. Él sabe que lo aprecio mucho y que ojalá podamos confluir en esta lucha contra el estatismo, contra los destructores de la democracia y contra quienes les quieren entregar este país a los violentos.
Y.L.: ¿Le da duro dejar el Congreso?
P.V.: Lo dejo por algo en lo que creo y es tratar de ser la primera mujer presidenta de Colombia y transformar este país. Me vengo preparando para esto, para hacerlo bien. En Colombia se piensa mucho en ganar las elecciones y no tanto en tener buenos presidentes. Lo que quiero ser es una buena presidenta. Siempre le pido a Dios: si no puedo ser una gran presidenta, no me vayas a dejar serlo.

Y.L.: Habla de los riesgos de un gobierno de Iván Cepeda. ¿Cuáles son?
P.V.: En el Gobierno Petro he descubierto que a ellos les molesta mucho la democracia, y la democracia no es simplemente que usted gane las elecciones. Es que hay límites, contrapesos, hay un Estado de derecho donde otros poderes públicos pueden decirle a usted “no, no le vamos a aprobar su reforma laboral o no le vamos a aprobar la reforma tal”, o que la Corte diga “le vamos a tumbar su reforma pensional”, con mi demanda, que seguramente puede ocurrir. Petro sale a decir que si las cortes le tumban la pensional, son los jefes de la oposición.
Ellos dicen también una cantidad de mentiras de que les quiero quitar los subsidios a los viejitos. Eso es absolutamente falso. Al presidente Petro se le olvida que el Programa del Adulto Mayor lo creó el presidente Uribe con la Ley 100. Por Dios bendito, se ha venido pagando desde su Gobierno. En ese momento, cuando llegó Uribe, eran 60.000 ancianos y él lo llevó a 900.000. El presidente Duque lo dejó en 1.700.000 ancianos. Y en vez de pagar cada dos meses se empezó a pagar mensual. Que Petro venga a decir que somos los enemigos del subsidio me parece infame, pero vuelvo al tema: el problema de los Gobiernos que no entienden que la democracia tiene límites es que a usted no lo eligen emperador, a usted no lo eligen rey, eso es lo que quisiera Petro. “Yo mando porque yo gané”. No, usted ganó y tiene derecho a unas cosas y hay unos límites en el Estado de derecho.
Viendo el comportamiento del senador Cepeda, su Gobierno va a ser igual. Un Gobierno desafiante con la prensa, con las cortes, con el Congreso. Esa tensión institucional daña mucho la democracia. Hoy las instituciones colombianas aguantan, pero ocho años de eso… Cae como cayó Venezuela.
A veces la gente cree que uno se vuelve una autocracia un día. Los invitaría a pensar cuál fue el día en que Venezuela se volvió una autocracia. No se sabe. Fueron pequeñas reformas institucionales, pequeños movimientos que después terminaron por poner de rodillas a la institucionalidad y eso lo que necesita es tiempo. ¿Imagínese qué hubiera pasado si sale adelante la consulta popular en contra del Congreso? Usted ya tendría ahí un mecanismo para doblegar al Congreso. Imagínese que logre amedrentar a las cortes y obtenga las mayorías en la Corte Constitucional. Con otro Gobierno, eso lo logran y entonces ya no hay límites, no hay contrapeso. Nosotros tenemos un diseño institucional que es robusto, pero no está hecho para que lo tensionen.
Y.L.: ¿Por qué Iván Cepeda está fuerte y puntea en algunas encuestas? ¿Por qué el petrismo tiene niveles de apoyo considerables?
P.V.: Me lo pregunto mucho, y miro mi departamento, el Cauca, donde las mayorías petristas son impresionantes. Allí, el presidente Petro sacó casi 400.000 votos de diferencia (frente a su competidor). Imagínese lo que es eso y uno mira el Cauca y digo: ¿cómo pueden ser petristas cuando todos los días están dinamitando a un pueblo? No se puede viajar por carretera, las comunidades están viviendo el reclutamiento de sus hijos, pero las comunidades indígenas lo apoyan con fervor. El reclutamiento está desbordado, el asesinato de líderes sociales también. Me pregunto mucho: ¿qué es lo que ellos valoran? Y creo que eso tiene que ver con que hay un sentimiento en esas poblaciones frente a que Petro los ve como si el resto no los viéramos. Ha habido un discurso para justificarlo. Dicen: “Es que Petro puso a hablar al país de reformas sociales”.
Y.L.: Y algunos advierten que a la oposición le falta justamente un relato que le compita al del Gobierno Petro…
P.V.: Si no hubiéramos pensado en las poblaciones pobres, ¿por qué el subsidio de Adulto Mayor ya existía? Si no pensáramos en las poblaciones pobres, ¿por qué ya existía un sistema pensional con Beps para el semicontributivo? Si usted se fija, lo que está haciendo Petro es rebautizando las cosas que ya había.

Y.L.: ¿Cree eso?
P.V.: Han sido muy poderosos en el discurso, pero a los colombianos hay que mostrarles que Colombia no necesita discursos, necesita hechos concretos, que los colombianos se enriquezcan. Esto no es un tema de un Estado hipermegapoderoso y benefactor, esto es un tema de crecimiento económico.
Se lo explico mucho a la ciudadanía: si tenemos una torta pequeña para repartir entre todos los colombianos, no importa que todas las tajadas sean idénticas, el pedacito que les va a tocar a cada uno son boronas. Necesitamos una economía grande, un país con recursos para que a todos los colombianos les toque un buen pedazo. La clave de lo que tiene que hacer Colombia es darse cuenta de que este país se está volviendo viejo antes de volverse rico, y tenemos una urgencia de enriquecer a Colombia y eso se puede hacer.
Hay dos revoluciones tocándonos en la puerta, la de las energías y la de la inteligencia artificial. Abramos las puertas, montémonos en el futuro, este país tiene que tomar decisiones. No podemos seguir con un discurso trasnochado de los años sesenta.
Y.L.: ¿Cuál es su apuesta social?
P.V.: Libertad y libertad. La gente cree que la libertad es un bien intangible. La libertad es que usted escoja su sistema de salud, su sistema pensional, que las familias pobres y vulnerables de Colombia tengan el mismo derecho que tiene un colombiano con ingresos. Escoger el colegio y la universidad de sus hijos. Nosotros, por ejemplo, vamos a promover otro Ser Pilo Paga con algunas modificaciones. Vamos a promover el bono escolar para que las familias pobres y vulnerables de Colombia puedan ir a colegios privados pagados por el Estado. Libertad es tener ingresos. Usted no es libre cuando está en la pobreza extrema. En esa condición no tiene ninguna libertad. Usted tiene que ser esclavo de la subsistencia. La libertad se consigue dándole ingresos dignos a cada colombiano y eso implica trabajar en la economía. Mi obsesión, si llego a ser presidenta, es sacar adelante a todos los informales de este país.
Fíjense que usted dirá que eso también lo dijo Petro. Cuando él ganó, dije: bueno, me va a quitar mi gran tarea, en la que vengo trabajando durante muchísimos años. ¿Y sabe qué hizo por los informales? Nada.
Y.L.: Si usted es elegida presidenta, se va a enfrentar a un grave problema de inseguridad. ¿Cómo lo enfrentaría?
P.V.: Lo primero es reducirles los ingresos a los ilegales. Cuando usted tiene unos grupos que le venden el 72 por ciento de la cocaína al mundo, es casi imposible controlarlos. El Gobierno dice que el negocio de la coca, sin contar el de la minería criminal, mueve unos 65 billones de pesos en este país y el presupuesto del sector Defensa es de 64 millones de pesos. Ahí usted entiende que necesitamos reducirles esos ingresos. ¿Eso qué significa? Una política antidroga seria, extinción de dominio, legalización de los pequeños mineros y combatir la minería criminal para que este país pueda tener muchísima menos plata en manos de los grupos ilegales. Cuando pasa eso, les quita la plata con extinción de dominio a los grupos ilegales y les persigue los negocios. Así, usted los debilita.
Lo segundo es la fuerza pública. Este Gobierno no ha hecho sino debilitarla. Hay que tener un fuero penal militar total, hay que tener garantías jurídicas, pero, sobre todo, hay que tener tecnología. Este problema de violencia se puede superar a través de la tecnología. Si usted tiene drones, no tiene que mandar a los policías. Si tiene morteros de alta precisión, no tiene que mandar a nadie.
Usted puede ganar hoy a través de la tecnología y para eso necesitamos una nueva alianza con Estados Unidos, un nuevo Plan Colombia 2.0 y una alianza con Israel, que es fundamental, para que podamos volver a tener la robustez que necesita la fuerza pública.
Este Gobierno ha disminuido el pie de fuerza. El Ejército ha perdido a 23.000 hombres, sin contar con el escándalo de Calarcá, que es una cosa demasiado grave y que este país ha menospreciado. Que a usted le digan que Petro reincorporó a generales que estaban al servicio de las disidencias de las Farc, y que esos generales eran los que estaban haciendo el barrido sobre qué oficiales tenían que salir, es el escándalo más grave que existe. ¿Y sabe quién estaba en las fotos de esa reunión?

Y.L.: ¿Quién?
P.V.: Iván Cepeda. Eso me preocupa muchísimo. Es que a mí me indigna: es una persona que ha dedicado su vida a perseguir al presidente Álvaro Uribe, pero tiene fotos donde se ve abrazado con Santrich y con Iván Márquez, los que mandaron a matar a Miguel Uribe Turbay. Esos señores de la Segunda Marquetalia deberían estar con piyama roja y extraditados a Estados Unidos, pero se quedaron aquí.
Cepeda se inventó la teoría del entrampamiento porque fue y los recogió en su carro para sacarlos de la cárcel, los defendieron y los dejaron volar, y montaron un grupo narcoterrorista que mató a Miguel Uribe Turbay. Entonces usted sale sonriendo y abrazado con ellos, pero el malo es Álvaro Uribe.
A mí sí me preocupa y quiero pedirles a los colombianos que se den cuenta: a uno le puede gustar o no el presidente Uribe, pero usted no puede tener dudas entre Álvaro Uribe y un narcoterrorista como Santrich o Iván Márquez.
Y.L.: Si tuviera en frente hoy a Iván Cepeda, ¿qué le preguntaría?
P.V.: Que nos cuente la verdad. Este país merece saber si ellos tienen un pacto con esas estructuras criminales. Uno puede decir que han sido muy negligentes. Yo al principio tenía esa visión. Decía: “Este es un Gobierno muy torpe, no se está dando cuenta de lo que está pasando”. Se lo decía al ministro Iván Velásquez en varios debates de control político: “Ministro, mire el Cauca, nos están entregando a la criminalidad”. Ahí están los debates para que vean que no miento. Mire los máximos históricos en homicidios en varios municipios. Y él me contestaba que el Cauca estaba perfecto. Entonces yo decía: “Pero esta gente, ¿qué es lo que no está viendo?”. Yo les decía: “Las cifras me las dieron ustedes. O sea, no me estoy inventando nada. Por Dios, miren lo que está pasando”. Y nunca se dieron cuenta. Decía: “Bueno, es como una terquedad loca”.
Pero después de lo de Calarcá, a mí lo que me empieza a parecer es que aquí hay no solamente un Pacto de La Picota, sino un pacto con las disidencias de las Farc. Y yo me pregunto, ¿ese pacto es para las elecciones?
Y.L.: Existe el temor de que, en una buena parte del país, los colombianos asistan a las urnas presionados por distintas organizaciones criminales y no voten de forma libre...
P.V.: Hay esa presión. En el Cauca, tener a un candidato del Centro Democrático es muy difícil. Algunos valientes se le miden, pero es un riesgo para su vida. Tengo a varios líderes amigos en el Cauca que han sido asesinados simplemente por ser uribistas. Y entonces uno se pregunta: ¿esa es la Colombia que queremos? ¿Una Colombia donde los grupos ilegales decidan el futuro político de los territorios? A mí eso me duele mucho. Hay territorios en el Cauca donde la gente vota por mí, y sé que votan por mí porque son mis amigos, pero los votos no aparecen. Y no tenemos cómo reclamar porque si lo hacemos, los que están allá se dan cuenta de que ellos votaron y los matan. Entonces, nos toca dejarnos robar esos votos y eso es doloroso porque es que el Estado de derecho no es eso.
Este Gobierno nos llevó a unos indicadores que no veíamos en más de una década. Van unos 40.000 muertos en lo que va del Gobierno Petro, se duplicó el secuestro, crecieron 57 por ciento las acciones terroristas y la extorsión no para. Estuve en Soledad, en el Atlántico, y la gente me contaba que a los mototaxistas les toca pagar una afiliación para que los extorsionen, unos 500.000 pesos. Y después de eso, deben pagar semanalmente 15.000 o 20.000 pesos y les ponen pico y placa. ¿Para qué salimos adelante económicamente? ¿Para que los grupos ilegales se le lleven la plata a toda la gente?

Y.L.: ¿Usted acabaría con las mesas de diálogos que hay con diferentes organizaciones criminales?
P.V.: El único diálogo es el sometimiento. Al país se le olvidó, pero el presidente Uribe hizo negociaciones con el paramilitarismo que terminaron en cárcel para ellos y entregaron bienes, más de lo que han entregado las Farc. De hecho, Petro anda comprando unos bienes que estaban en el fondo de víctimas, y que eran del paramilitarismo, dizque para entregarlos a los campesinos. Espero que sean campesinos y no gestores de paz, porque curiosamente esas tierras son de los que él nombró gestores de paz. Es una cosa bien curiosa que ha pasado últimamente.
Este Gobierno ha hecho una cosa ridícula y es que para que los violentos no lo extorsionen, el Estado tiene que pagarles la extorsión. Para que los violentos no maten, hay que darles lo que ellos quieran. No. Usted coge a los violentos y los pone en la cárcel. ¿Y sabe qué pasa? Que cuando los empieza a poner en la cárcel, eso desincentiva el crimen. Lo mismo con los corruptos. Pero en este país alguien mata y lo nombran gestor de paz.
¿Cómo un país puede tener como senador a este señor Israel Zúñiga, que le puso candado a una iglesia y le prendió candela y mató a gente, niños? Eso está mal, eso les dice a los niños colombianos que uno puede ser así y terminar en el Congreso. Aquí los criminales tienen que terminar en la cárcel y ese es un principio elemental.
Y.L.: Otro gran desafío que enfrentaría usted, en caso de llegar a la presidencia, tiene que ver con ese desplome en la construcción de vivienda, como lo ha advertido Camacol. ¿Qué propone para reactivar el sector?
P.V.: La primera, el ordenamiento territorial. No podemos seguir con planes de ordenamiento que son una negociación entre constructores y Concejos que no tienen nada que ver con las necesidades del país. Vamos a implementar un sistema de subastas. Un municipio necesita ampliar el 20 por ciento de su territorio. ¿En dónde lo amplía? En donde le ofrezcan más los dueños de la tierra. Que ofrezcan tierra para la construcción de la vivienda de los más pobres en este país, con espacios verdes, institucionales y que respeten las cuadrículas de las vías. En Colombia hemos ido creciendo, se construyen miles de edificios y miles de conjuntos y todo el mundo sigue saliendo por la misma carreterita. Aquí vamos a poner normas claras para que este desarrollo se dé bien y con una prioridad, la vivienda de interés social. No quiero ver a los colombianos pobres viviendo en invasiones. No me gusta que este país haya tomado la decisión de que la manera como los pobres consiguen vivienda es que unos bandidos les vendan lotes en unas lomas por allá. Ellos construyen unas casitas y, después de pelear con muchos alcaldes, empieza el proceso de legalización para llevarles servicios públicos y ponerles un andén. No hay parques, no hay infraestructura, no hay una vivienda decente.
Quiero que la vivienda de los más pobres sea diseñada por los mejores arquitectos del mundo. Por eso, vamos a realizar un concurso internacional para que podamos tener las viviendas más lindas de Colombia y, aunque sean casas pequeñas, tengan toda la belleza. ¿Por qué? Usted puede atraer turismo. Que cuando la gente llegue a Bogotá, no solamente vaya a conocer la Zona Rosa y la Zona T, sino también esos barrios. Tenemos que pensar en enclaves realmente productivos, en zonas francas en los barrios más pobres de Colombia para que las empresas lleguen allá, para que se mejoren las vías, para que haya inversión, para que haya seguridad, para que se rompan las fronteras invisibles. Por supuesto, tenemos que reactivar Mi Casa Ya.

Y.L.: ¿De qué forma?
P.V.: Ese es un subsidio que funciona muy bien e incluye el auxilio para la tasa de interés, es crucial y hay que aumentarlo para los estratos más pobres. Hay una idea que tenemos para los territorios apartados que es Casa Semilla. Hablando con ingenieros y arquitectos, pensamos que podemos entregar una vivienda mucho más pequeña, con muros antisísmicos y con instrucciones de crecimiento. Es decir, en la medida en que la familia vaya creciendo les decimos: necesita tantos ladrillos, tantas vallas de barras de hierro, tanto cemento, la mezcla la tiene que hacer así y puede ir creciendo su casa sobre los muros antisísmicos que ya les hemos entregado.
Esa Casa Semilla tiene una versión también para la vivienda de los más pobres. El programa de Mi Casa Ya alcanza para personas que ganan un salario mínimo y medio, tal vez dos, pero necesitamos ir más abajo. Los ingleses tienen un sistema maravilloso y es que usted es dueño de un pedazo de la casa y va pagando arriendo sobre el resto, y a medida que va pudiendo, como una especie de leasing, va comprando las otras partes de la vivienda.
Y.L.: ¿Usted está de acuerdo con recortar el tamaño del Estado y fusionar ministerios?
P.V.: Totalmente.
Y.L.: ¿Pasaría la tijera por el Gobierno?
P.V.: Tiene que ser un machete.
Y.L.: ¿A machete? ¿O con motosierra, como Javier Milei en Argentina?
P.V.: No, pero es que esto está muy enmalezado.
Y.L.: ¿Cómo haría ese recorte del Estado?
P.V.: Tenemos varias propuestas. Lo primero es que de los 19 ministerios vamos a pasar a 12.
Y.L.: ¿Cuáles se acabarían?
P.V.: Se fusionan. Vamos a reducir el 20 por ciento de cada ministerio. ¿Sabe cuánto nos ahorramos solamente reduciendo ese porcentaje en cada ministerio? 30 billones de pesos al año. Tenemos que buscar que eso se pueda hacer y lograr una reducción drástica. El Estado es como una cajita: usted le echa la plata de los impuestos, la de Ecopetrol, y por aquí abajo debiera salir lo que les van a dar a los colombianos. En funcionamiento del Estado, de cada 100 pesos, en la cajita se nos quedan 75. Necesitamos plata para llegarles a las comunidades.
Hace unos días, pasó una cosa que me tocó el corazón. Estábamos asistiendo a una reunión importante sobre la crisis de las tarifas energéticas en la Costa Caribe, es un drama monumental. Son familias de salario mínimo pagando 800.000 pesos de luz. Eso es imposible. Ningún ciudadano puede con costos de ese tamaño. Y pensé para mis adentros, ahí sentada, soy del Pacífico, y pensar que en esa región no tenemos una crisis de tarifas de energía porque sencillamente no tenemos luz. Por Dios, eso no nos puede pasar. Es que la plata tiene que invertirse en las cosas que son necesarias para el país. Luego viene lo suntuario. Primero lo necesario, después lo útil y después lo suntuario.

Y.L.: En esa fusión de ministerios, ¿cuáles se podrían unir?
P.V.: Le voy a hablar de la fusión que más me gusta y me convoca. Vamos a fusionar Educación, Cultura y Deporte. Usted dirá, ¿cómo es esa mezcla? Son tres en uno. Y le voy a decir por qué. Quiero que los niños colombianos tengan, además de la jornada académica escolar, una jornada adicional en la que puedan escoger entre cultura y deporte. Uno se pregunta, ¿cuántas Karol G, cuántos J Balvin, cuántos James, cuántos García Márquez, cuántas Shakiras habrá por ahí? Y que hoy no tienen la oportunidad de sacar todo su talento porque no les estamos dando las herramientas necesarias.
Queremos construir escuelas de cada una de estas áreas para que los niños asistan en la tarde. Además, eso les sirve a las madres cabeza de hogar y a las madres y familias que quieren trabajar. Que sus niños tengan actividades fuera de las bandas criminales. Nosotros tenemos que pelearles la juventud colombiana a la criminalidad y a los ninis. No es que no quieran estudiar o trabajar, es que no encuentran oportunidades. Aquí tenemos que planear un futuro para que estos jóvenes colombianos encuentren un camino para enriquecerse, para tener ingresos, porque con eso usted es libre.
Y.L.: ¿Qué haría para evitar que se repita un escándalo de corrupción como el de la UNGRD?
P.V.: Lo primero es que hay que dar ejemplo. Uno tiene que ser muy tacaño con los recursos del Estado y muy cuidadoso con cada centavo. Quiero tener un correo personal donde toda la gente denuncie. A mí me envían muchas denuncias.
Y.L.: Seguro, se le llena ese correo…
P.V.: Se revienta y ahí tendré a personas de mi absoluta confianza revisando. Vamos a perseguir con radicalidad a todos los corruptos. No voy a revelar quién fue la fuente. Este país tiene que empezar a enderezarse.
Esta cosa de que la política es un negocio donde la gente se lucra no puede ser. La política se puede hacer sirviéndoles a los colombianos. La gente cree que la única manera de ganar elecciones es repartiendo plata. La manera de ganar elecciones es servirles a los colombianos, es demostrarles que uno es capaz de hacer cosas. Quiero que el Gobierno se relacione así con los congresistas. Vamos a entregarles protagonismo a cada sector político para que muestren resultados. Y les vamos a pedir resultados con unas auditorías claras en torno a los recursos públicos.

Y.L.: Es decir, les daría representación a los partidos. Por ejemplo, ¿el Partido Liberal podría estar a cargo del Ministerio de Salud, el Conservador del Ministerio de Educación y así… ?
P.V.: Claro, pero de frente, con resultados. Representación política sin contratitis, sin ordeñar el Estado, sin llevarse los recursos, sin volver la plata contratos de prestación de servicios para atender las nóminas de cuanto quieren. No. La plata de los colombianos es para servirles a los ciudadanos. Le voy a pedir a la gente que auditemos eso con sistemas de inteligencia artificial y con veedurías cívicas, que sí que son potentes. Muchas de las denuncias que he hecho me las han enviado las veedurías cívicas, las Juntas de Acción Comunal. Necesitamos activar el tejido social porque hay que pasar de la idea de que la plata del Estado no es de nadie a que la plata del Estado nos pertenece a cada uno de los colombianos.
Y.L.: ¿Cómo ha visto la gestión de la vicepresidenta Francia Márquez? Su paisana, además…
P.V.: Creo que Francia desperdició una oportunidad enorme que le dio la vida. Ella es una mujer valiosísima, sin duda alguna. Una mujer pobre, afro, caucana, de un municipio pobre. Llegar a ser la primera vicepresidenta afro de este país es un logro extraordinario. No le quiero restar nada a ese logro que ella tuvo porque creo que eso no es fácil. ¿O es que acaso a uno le regalan una vicepresidencia? Se la ganó, con liderazgo, con tenacidad, pero me parece que se asustó con el poder.
Y.L.: ¿Qué pasó ahí?
P.V.: No sé. Me frustra mucho porque creo que ella hubiera podido ser una embajadora muy importante que les hubiera mostrado a todas las niñas del Cauca, del Pacífico, que podían llegar a ser vicepresidentas. Ella podía ser una embajadora de todo lo posible. No sé qué le pasó.

Y.L.: Tomás Uribe, hijo del expresidente Álvaro Uribe, dijo recientemente en su cuenta en X: “Paloma Valencia es la candidata más fuerte para derrotar al heredero de Farc, Petro y Santos. Recoge al uribismo, afines y votantes independientes”. ¿Qué piensa de ese mensaje?
P.V.: Primero, gracias a Tomás. Creo que tiene razón. Colombia quiere una centroderecha, una política que proponga, que haga, que tenga resultados. El país requiere capacidad de diálogo, de construir, de convencer, de lograr consensos, pero quiere principios claros y que no se renuncie a ellos. Los colombianos quieren lo que es el Centro Democrático, mano firme con los corruptos, con los violentos y corazón grande con el resto de los ciudadanos.
Eso es lo que represento y lo que soy. Estoy en este partido no por casualidad, sino porque siento que esas son mis ideas. Así soy yo. Un Estado pequeño, confianza para que las economías crezcan y política social.
A mí me encanta la palabra cohesión social. La cohesión es la fuerza que une una molécula y un átomo con otro. La cohesión es como estar cogidos de la mano. Es que usted les diga a los colombianos que nadie va a quedar solo porque estamos cohesionados. Eso me encanta. El diálogo popular, la ciudadanía, a mí no hay nada que me guste más que hablar con la gente, darle un abrazo, que me cuente sus historias, pensar en las soluciones con ellos. Para mí este país es mi mayor amor y compite con Amapola solamente.
Y.L.: Usted ha dicho que una de sus virtudes es lograr consensos, algo que le reconocen hasta sus contradictores…
P.V.: Soy una muy dura contradictora, pero soy muy respetuosa con las personas. He descubierto que muchas veces lo que a uno le importa no es lo que a los otros les importa. Y uno pelea como en niveles distintos.
Y.L.: En ese contexto, si usted llega a la presidencia, ¿se toma un café al otro día con Gustavo Petro?
P.V.: Claro que me tomo un café con Petro. Y lo invito inmediatamente. Pero dejémoslo claro: no pretendo que él forme parte del Gobierno.
Pretendo que él haga una oposición constructiva y democrática para este país.
Y.L.: ¿Y en ese café, qué le diría a Petro en calidad de expresidente?
P.V.: Le diría que aquí vamos a construir país, que aquí hay un mandato claro de los colombianos de defender el Estado de derecho, el libre mercado, la seguridad, y lo invito a que ayude a que esas cosas pasen.
Vuelvo y repito, este país se volvió viejo antes que rico. Si no nos ponemos a enriquecer a este país, vamos a ser un país de viejos pobres. Petro dice que las nuevas generaciones van a pagar las pensiones. ¿Cuáles nuevas generaciones? Hoy, los niños son un bien escaso en Colombia. Tenemos que hacerle caso a lo que está pasando y tomar decisiones. También hay que buscar consensos, el mayor de ellos es convencer al liderazgo de izquierda de no seguir siendo tolerante con la violencia. Tenemos que acabar con el famoso delito político.
Aquí no puede ser que alguien mata, secuestra, extorsiona, trafica droga y les dicen “Ay no, eran delincuentes políticos”, y tienen un tratamiento especial. Tracemos una línea roja. De un lado los demócratas. Y del otro los corruptos y criminales. Hagamos un pacto para perseguirlos.

Y.L.: ¿Usted es de centro o de derecha?
P.V.: Soy uribista, eso es lo que soy. A mí me gusta el Estado chiquito, el sector privado con garantías, con bajos impuestos, con capacidad de crecimiento. Me gusta la política social comprometida que piensa en el futuro, que no es solamente dar un subsidio. Creo en el diálogo social, en la seguridad, porque sin ella no hay nada. ¿Para qué sirve un muchacho muy inteligente y estudiado si lo matan en una esquina? ¿Para qué sirve un negocio de mangos y de empanadas si un extorsionista les quita todo lo que se ganan sus dueños? Creo en la seguridad como un valor fundamental.
Y.L.: ¿Se considera radical?
P.V.: Soy radical con ciertas cosas. Dicen: “Paloma se pone brava en ciertas ocasiones”...
Y.L.: Pero la Paloma Valencia de hace unos años era mucho más brava que la de hoy…
P.V.: Sí, uno va creciendo, se va atemperando. El presidente Uribe me dijo una vez: “Hija, usted es muy impulsiva porque está muy joven, amárrese la piedra”. Yo me la amarré hace años y me ha ido mejor. Yo no cedo nunca en mis principios. No cedo en cosas que le pueden hacer daño a Colombia y por eso a veces me vuelvo intransigente. Pero también he descubierto que hay cosas en las que uno puede llegar a consensos, llegar a puntos medios donde quepa la visión del uno y del otro. Y eso es lo que es un país, hay que aprender a caminar juntos.

Y.L.: Usted es una mujer ambientalista. En ese sentido, quiero preguntarle si en su eventual gobierno restablecería el fracking…
P.V.: El fracking va seguro. ¿Y por qué? Porque el país necesita enriquecerse. Uno no puede decirle a la gente: ¡ay, qué bello el medioambiente y vivan en la pobreza! No hay nada que destruya más el medioambiente que la pobreza. Cuando la gente está pobre le toca ir a cocinar con leña y para eso deben tumbar los árboles. Hoy, el precio del gas ha subido 40 por ciento y, entonces, la gente volvió a cocinar con leña. Y eso no solamente destruye el medioambiente, sino que enferma a las personas. Tenemos 350.000 mujeres enfermas de EPOC por cocinar con leña; 1.400.000 hogares todavía cocinan con leña, porque no hemos sido capaces de subsidiar una pipetica de gas y dar una estufa. Estamos gastándonos la plata en un Estado rimbombante. Este país tiene que erradicar la pobreza extrema. Aquí no puede haber niños que se acuestan de noche con hambre. Nunca más eso.
Y.L.: El próximo Gobierno enfrentará la ‘bomba fiscal’ y la amenaza de un apagón inminente. ¿Cómo abordaría esos problemas?
P.V.: Arranquemos por el apagón. Hay que sacar rápidamente los proyectos minero-energéticos adelante y promover la importación de gas con estabilidad. Los privados están desempeñando un papel muy importante porque están construyendo las regasificadoras. Hay que acelerar los proyectos PCH, que son las explotaciones a filo de agua, hay que construir más hidroeléctricas, meternos en fotovoltaicas, hay que prender ese ventilador de La Guajira, energéticamente hablando, y meternos de cabeza en el negocio energético.
Pienso en el Cauca, el Micay lleno de coca, de pobreza, no es verdad que la coca enriquezca a los campesinos. Si eso fuera cierto, ellos serían los más ricos de Colombia. Resulta que son pobres, les reclutan a sus hijos, viven mal, sufren. Hagamos una megahidroeléctrica en el Micay. Asociémonos con Japón, por ejemplo, para empezar a producir aluminio. ¿Por qué Japón? Porque es el dueño de la flota marítima más grande del mundo y la flota marítima, por los protocolos de Kioto y de Japón, va a tener que pasar a amoniacos. ¿Y eso qué significa? Que van a necesitar cómo hacer hidrógenos azules, hidrógenos verdes. Podríamos montar ese negocio en el Micay y en el Cauca, pero enriqueciendo a las comunidades. Quiero una consulta previa, pero no para que se decida si el proyecto se hace o no, sino para que la comunidad decida en qué va a invertir los recursos. Vamos a destinar un porcentaje significativo de las regalías y de los pagos que le hacen al Estado para que se enriquezcan las comunidades, para que tengan buenos parques, buenas canchas, buenos colegios, para que podamos ver florecer a este país.
Y.L.: ¿Y qué hacer con la ‘bomba fiscal’?
P.V.: Hay que desactivarla; primero, reduciendo el Estado drásticamente. Hay que apostar por la fusión de los ministerios, reducir todas esas contralorías y hay que buscar muchas entidades que tienen funciones duplicadas. Estamos en ese ejercicio para empezar a fusionarlas. Mi directora programática, Claudia Jiménez, es una mujer absolutamente brillante y fue quien hizo la reducción del Estado durante el Gobierno Uribe, fue bien hecha y permitió tener un Estado con más cobertura en términos de servicios y que costaba muchísimo menos. Eso es lo que necesitamos.
También hay que crecer económicamente. Si ponemos al sector minero a crecer al 5 por ciento, con licencias rápidas, pero protectoras del medioambiente, vamos a destinar gran parte de los recursos a la protección ambiental. Con el petróleo del Meta salvamos al Amazonas; con el petróleo del Casanare salvamos a los Katíos; con el carbón de La Guajira logramos cuidar y proteger el corredor del jaguar en el Guaviare. Esas son las cosas que tenemos que hacer. Entonces, vamos a buscar desarrollo energético con licencias ambientales y con consultas previas, como he dicho, no sobre los proyectos, sino sobre las inversiones. Eso nos va a permitir ir más rápido. Si logramos poner a crecer el sector minero en un 5 por ciento y al sector de la construcción en un 6 por ciento, recaudamos unos 37 billones de pesos en impuestos.
Y.L.: ¿Cómo está viendo el rol del expresidente Juan Manuel Santos en esta campaña electoral?
P.V.: Creo que está más bien retirado de la política. Lo veo por ahí de pronto activo.
Y.L.: Sí, está publicando videos, defendiendo su Gobierno…
P.V.: Cada quien hace lo que le gusta. No sé qué tanto lo sigan.

Y.L.: ¿Santos podrá influir en las elecciones de 2026?
P.V.: No creo. El presidente Santos no creó un movimiento que lo esté acompañando políticamente. Uno no puede hablar de santismo. El uribismo sí es un partido político con credenciales, con estructura, con un jefe que está recorriendo este país, grabando videos también, pero recorriendo el país y estrechándoles la mano a los colombianos. Creo que grabar videos no es hacer política.
Y.L.: En su eventual presidencia, ¿usted cumpliría con todo lo acordado con las Farc durante el Gobierno Santos?
P.V.: Primero, quiero decirles a los desmovilizados que cumpliremos, eso habrá que honrarlo. Pero hay un montón de cosas que sí me siguen pareciendo muy tenaces y hablo principalmente de la JEP.
Y.L.: ¿Quiere eliminar la JEP?
P.V.: Modificarla. Ya tengo un proyecto de modificación de la JEP, un primer borrador. He sido la mayor enemiga de la JEP desde su origen. Recogí firmas para tumbarla, en una misión con la senadora Paola Holguín y Álvaro Hernán Prada. Aquí nos dijeron que iba a haber un tratamiento simétrico y simultáneo para las Fuerzas Armadas y para las guerrillas. ¿Se acuerda que la palabra mágica era diferenciada? Nunca llegó esa diferenciación. ¿Sabe en qué consistió? En que hoy le ponen penas más grandes a la fuerza pública, al menos cinco años de cárcel, y las Farc no pagan un solo día de prisión, no tienen ninguna pena.
Además, nosotros, los contribuyentes, tenemos que pagar impuestos para regalarles 70.000 millones de pesos para que ellos vayan a hacer obras de restauración. Se quedaron con la plata, con la impunidad, no confesaron los crímenes y no pasó nada. ¿Qué es eso? Claro que eso necesita una revisión, principalmente para defender la fuerza pública.
Se debe buscar la doble instancia, la doble conformidad, revisiones en la Corte Suprema de Justicia, tutelas ante la Corte Constitucional. La JEP no puede ser un aparato suelto del sistema judicial colombiano.
Estamos insistiendo en las sanciones que se les imponen a los miembros de la fuerza pública. No pueden ser las que automáticamente les decretaron, 20 años de cárcel. ¿Por qué? Porque ellos (la JEP) no han demostrado la culpabilidad de las personas. Esto está hecho con base en unos informes, la gran mayoría de organizaciones muy cercanas a las Farc, donde acusan a generales y sargentos. ¿Cómo es eso? Hay máximos responsables de 21.000 secuestros en este país y, entonces, ellos sí son buenísimos y no pasa nada.
Nos hablan de los falsos positivos, y quiero repetir lo que he dicho siempre: son atroces. Quienes cogieron a los muchachos de Soacha y los mataron debieron podrirse en la cárcel. Cuando cojo a un muchacho de Soacha, que sé que es un civil, me lo llevo y le pongo un uniforme y lo mato, estoy matando un civil a sabiendas de que lo era.
Pero hay otro falso positivo que es muy distinto y es el siguiente: un soldado está en la selva, escucha un ruido, pregunta, nadie le contesta, dispara en medio de la zozobra de un conflicto difícil como el colombiano, y resulta que era un campesino. Cuando él lo mató nunca supo que era un civil, no hubo intencionalidad, fue un error involuntario, terrible, sí. Pero involuntario. Esa diferenciación no la hizo la JEP.
Y.L.: ¿Y usted qué propone?
P.V.: Quiero que quienes se declaren inocentes ante la JEP tengan una condena como la han tenido todos los demás, de cinco años, pero que el resto de las sanciones se les impongan a los máximos responsables. Es decir, si no se le va a poner nada a nadie, no descarto recurrir a la Corte Penal Internacional para que intervenga ante la impunidad de las Farc.

Y.L.: ¿Eso significaría, por ejemplo, que el exsecretariado de las Farc deba responder?
P.V.: Es que tienen que responder.
Y.L.: Pero ellos quedaron cobijados con ese acuerdo de paz y la JEP.
P.V.: Después de la carta que le enviamos al secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, a propósito de la misión de verificación de la ONU, se dejaron de verificar las sanciones.
Y.L.: Es decir, en un eventual Gobierno suyo, ¿se podría abrir la puerta para que los exintegrantes de secretariado de las Farc paguen por sus delitos con cárcel?
P.V.: Claro. Es que así tiene que ser.
Y.L.: ¿Cuál es su propuesta concreta para el sector salud?
P.V.: Uno tiene que reconocer el gran sistema de salud que tenía Colombia, que no es perfecto. Ninguno lo es. Usted va y mira los sistemas del mundo, en materia de indicadores, y lo que ha hecho Colombia es magia. Tenemos poquitos médicos, poquitas enfermeras, poquita plata y tenemos indicadores como si fuéramos un país desarrollado.
En Colombia muchas personas tienen a un amigo o a un familiar que vive en el exterior. Si se enferman, ¿dónde se tratan? ¿Afuera? No. Muchos vienen acá al país. Tenemos un gran sistema de salud, lo que pasa es que los colombianos no lo sabíamos. Teníamos mejor salud que educación, mejor salud que transporte público, mejor salud que infraestructura.
Y.L.: ¿Qué se debe hacer?
P.V.: Lo primero es reconocer la deuda. Le he pedido al sector que tengamos esas cuentas claras y que una auditoría las revise. Vamos a titularizar esa deuda. Títulos de deuda que se pueden canjear en el mercado. El Estado no tiene cómo pagar esa deuda, pero hay que titularizar. Vamos a hacer unos certificados de calidad para poder darles contratos de largo plazo a muchas de las entidades. También hay que tener una UPC (unidad de pago por capitación) por riesgo. Hoy, la UPC es igual para cada colombiano. Entonces, ¿una EPS mala qué hace? Niega los servicios, no la atiende. Vamos a poner una UPC distinta a cada colombiano según la enfermedad que tiene. No vamos a pagar casi nada por el que está sano y bastante por el que está enfermo para que las EPS peleen por los pacientes enfermos.
Tenemos que tener hospitales dotados de imágenes diagnósticas y equipos de tecnología, hay que mejorar las condiciones de nuestros médicos y enfermeras, que se nos están yendo. Hay que formar más, hay que dar becas, incentivos, hay que hablar con las universidades y lograr que podamos mejorar la formación. Se nos viene la inteligencia artificial y tenemos que montarnos en eso. Este país tiene un futuro y lo mejor está por venir.
Y.L.: ¿Usted está de acuerdo con que Donald Trump saque a Nicolás Maduro del poder en Venezuela?
P.V.: Hombre, no solamente estoy de acuerdo, sino que me parece absolutamente necesario. Es más, para las elecciones de Colombia la presencia de Maduro es un peligro. Todos sabemos que las estructuras criminales y narcoterroristas de este país trabajan con Maduro.
Y.L.: ¿Es decir, usted quisiera que antes de las elecciones presidenciales de la primera vuelta, en mayo, Maduro no esté en el poder en Caracas?
P.V.: Antes de marzo. Les pido a Dios y a Trump.

Y.L.: ¿Y cree que eso va a ocurrir?
P.V.: Creo que Maduro va a salir. Le acaban de entregar el Premio Nobel de Paz a María Corina Machado, es un reconocimiento muy importante a la lucha de una mujer para recuperar la libertad de los venezolanos. El mundo no puede dejar solos a los demócratas, Occidente no puede olvidarse de que aquí hay unos valores que defender.
Y.L.: En el uribismo dicen que usted puede llegar a unir al partido por su cercanía con el expresidente Álvaro Uribe, pero también por su cercanía con el expresidente Iván Duque…
P.V: A la política no hay que acelerarla. Tuve muchas discrepancias con el presidente Duque, pero siempre he tenido con él una gran amistad que sobrevive a todas esas diferencias. Lo que pasa es que las heridas políticas cuesta sanarlas, el presidente Uribe habla con el presidente Duque de cuando en cuando, y seguramente llegará el momento en el que las cosas puedan ir por una mejor causa. Aprecio mucho al expresidente Duque, es una gran persona y creo que él se esforzó todos los días por ser un buen presidente.
Y.L.: ¿Qué le dice hoy su esposo, Tomás, ya ahora que fue elegida como la candidata presidencial del Centro Democrático? En política, él piensa muy distinto a usted, es más de tesis de la centroizquierda…
P.V.: Él era muy de Mockus y creo que sigue a Fajardo y tiene ese tipo de visión en la vida. Es profesor universitario, un hombre muy culto, muy estudioso.
Y.L.: ¿Qué consejos le da?
P.V.: Sé que esto implica enormes sacrificios para él, para Amapola. Creo que el amor todo lo puede. Él me hizo una herramienta para hacer mediciones de escucha digital, él es muy juicioso, entonces me hizo esa herramienta artesanal que tenemos. A él le gusta andar en bicicleta, ir a su universidad, dictar sus clases, leer libros, mentorear a los jóvenes. Él me dice que yo estaba totalmente desperdiciada en el Congreso porque allá se habla mucho y se hace poco, y dice que yo soy una mujer de mucha más acción. Entonces, me dice que debería dejar que las personas conozcan todo lo que soy capaz de hacer. Él dice lo siguiente: “Paloma dice que no va a hacer nada y entonces decide pintar una pared, luego hace un collage, después buñuelos, luego una paella y después de eso dice que descansemos, y entonces jugamos cartas y luego hacemos una fiesta para los niños”...
Y.L.: Incansable…
P.V.: (Risas) Sí, tengo una energía como de sobra tal vez. Siempre estoy haciendo algo porque me gusta hacer cosas. Y lo otro que mi esposo me dice es que debo mostrar la otra Paloma. Él dice que en mi imagen pública soy como muy brava y muy seria.
Y.L.: Recia.
P.V.: Sí, recia. Y él dice que por qué no dejo ver a la otra Paloma, que él cree que es mucho más enamoradora la otra Paloma.
Y.L.: ¿Y cuál es esa otra Paloma?
P.V.: La que conversa mucho, la que echa chistes, la que es tierna, amorosa, la que no se ve así siempre, en la pelea. Y él también me prohíbe echar discursos veintejulieros.
Y.L.: ¿Colombia podría estar cerca de tener por primera vez a una mujer presidenta?
P.V.: La política es muy difícil, muy dura y desde afuera se ve suave. La gente lo ve a uno grabando vídeos y piensa eso. Pero exige sacrificios, esfuerzos, piel gruesa, capacidad de levantarse porque te golpean duro. Colombia está lista para tener a su primera mujer presidenta. Hay que aprender a caminar juntos. Soy una mujer de resultados, con las manos limpias, una mujer que ama este país, que le gusta trabajar y que está dispuesta a darlo todo para que podamos ser un país más parecido al que nos merecemos.









