Salud
¿Cómo saber si una persona sufre de Asperger?
El síndrome de Asperger es un trastorno del espectro autista que se caracteriza por dificultades en la interacción social, patrones de comportamiento repetitivos y un lenguaje desarrollado.
En un mundo que se esfuerza cada vez más por comprender y aceptar la diversidad, el síndrome de Asperger ha ganado protagonismo. Este trastorno del espectro autista (TEA) ha generado interés debido a su singularidad y la necesidad de una comprensión más profunda.
¿Qué es el síndrome de Asperger?
El síndrome de Asperger es un trastorno del desarrollo neurológico que se encuentra dentro del espectro autista. Fue descrito por primera vez por el pediatra austriaco Hans Asperger, de ahí su nombre, en la década de 1940, y se caracteriza por dificultades en la interacción social y patrones de comportamiento repetitivos o restrictivos. A diferencia de otros trastornos del espectro autista, las personas con Asperger suelen tener habilidades de lenguaje y cognitivas intactas o incluso sobresalientes.
“El término ‘espectro autista’ hace referencia a una amplia variedad de trastornos del desarrollo, que pueden aparecer en diferentes combinaciones y con distintos niveles de gravedad. Como consecuencia, se suelen utilizar expresiones de tipo general, como ‘bajo funcionamiento’, ‘alto funcionamiento’, ‘tendencias autistas’ o ‘trastorno generalizado del desarrollo’, para describir los comportamientos que se encuentran dentro del espectro autista”, asegura el Hospital Johns Hopkins All Children’s.
¿Cómo saber si alguien lo padece?
Identificar el síndrome de Asperger puede ser un desafío, ya que sus síntomas varían de persona a persona. Algunos de los signos comunes, según la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, incluyen:
Tendencias
- Dificultades en la interacción social. Las personas con Asperger pueden tener dificultades para establecer relaciones sociales, interpretar señales sociales y comprender las normas no verbales, como el contacto visual o las expresiones faciales.
- Intereses y comportamientos repetitivos. Suelen mostrar intereses intensos y focalizados en áreas específicas, como matemáticas, ciencia o música. Además, pueden tener rituales o rutinas inquebrantables.
- Comunicación atípica. A pesar de tener un lenguaje desarrollado, pueden tener dificultades para iniciar o mantener conversaciones, interpretar sarcasmo o tonos de voz, y pueden hablar de manera pedante o enfocarse en detalles.
- Sensibilidad sensorial. Pueden ser hipersensibles (muy sensibles) o hiposensibles (poco sensibles) a estímulos sensoriales como luces, sonidos o texturas.
Diagnóstico y evaluación
El diagnóstico del síndrome de Asperger requiere una evaluación exhaustiva por parte de profesionales de la salud, como psicólogos o psiquiatras especializados en TEA. Los criterios diagnósticos se basan en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) de la Asociación Americana de Psiquiatría y en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) de la Organización Mundial de la Salud.
Es fundamental obtener un diagnóstico preciso para que las personas con síndrome de Asperger puedan acceder a los servicios y apoyos necesarios.
Tratamiento y apoyos
El tratamiento y el apoyo para el síndrome de Asperger se centran en ayudar a las personas a desarrollar habilidades sociales, comunicativas y emocionales. Estos, de acuerdo con la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, pueden incluir:
- Terapia conductual. Terapias como la terapia cognitivo-conductual (TCC) y la terapia de juego pueden ayudar a las personas con Asperger a mejorar sus habilidades sociales y a gestionar comportamientos problemáticos.
- Apoyo educativo. Los niños con Asperger pueden beneficiarse de programas educativos especializados que se adapten a sus necesidades individuales.
- Entrenamiento en habilidades sociales. Estas sesiones se centran en enseñar a las personas con Asperger a interpretar señales sociales y mejorar la comunicación.
- Medicación. En algunos casos se pueden recetar medicamentos para abordar síntomas específicos, como la ansiedad o la hiperactividad.