Salud

Dejar que las ‘apps’ piensen, decidan y resuelvan por nosotros, el desafío oculto de la inteligencia artificial

La revolución tecnológica ha transformado la vida moderna. La IA pasó de ser una promesa futurista a una presencia cotidiana y la psicóloga Vero Marcos sostiene en SEMANA que hay un riesgo oculto en ella.

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Juan Molano

Juan Molano

Estudios en Lingüística en la Universidad Nacional de Colombia, en Lenguas modernas (inglés, francés, italiano) y en Comunicaciones estratégicas en la Universidad EAN. 14 años de experiencia, como coordinador editorial, editor, corrector de estilo y redactor.

29 de octubre de 2025, 6:48 p. m.
Vera Marcos, psicóloga.
Vera Marcos, psicóloga. | Foto: Vera Marcos

Cada vez más, la inteligencia artificial (IA) ayuda a tomar decisiones, redacta textos, planifica rutas, traduce emociones en emojis, crea personalidades y hasta intenta interpretar el dolor.

Sin embargo, en medio de tanta sofisticación, una pregunta inquietante se abre paso: ¿pensamos menos? Para la PhD Vero Marcos, psicóloga y creadora del Método Insight, la respuesta es clara y urgente:

“La tecnología no es el problema; el problema es que estamos dejando de usar nuestra mente con la misma profundidad de antes”, le dice a SEMANA.

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Su voz en América Latina sobresale en temas de salud mental, neurociencia y conciencia humana aplicada a la era digital y desde hace años alerta sobre los riesgos de la llamada pereza cognitiva: ese estado en el que dejamos que las aplicaciones piensen, decidan y resuelvan por nosotros, mientras el cerebro se acostumbra al piloto automático.

Para la especialista, este fenómeno es una amenaza silenciosa. “Cada vez más personas confían en ChatGPT para definir sus emociones o encontrar respuestas personales. Pero la inteligencia artificial no siente, no tiene empatía ni contexto vital. Puede darte datos, pero no puede acompañarte”, explica.

En ese sentido, sostiene que la IA no debe ser vista como enemiga, sino como una herramienta cuyo valor depende de nuestra capacidad de usarla con consciencia. “La mente humana es plástica, se adapta, se renueva. Pero si no la usamos, se debilita”, recalca.

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El concepto de neuroplasticidad es central en su discurso. Para Marcos, la plasticidad cerebral es el mayor milagro de la naturaleza y, al tiempo, el más descuidado. La experta recuerda que el cerebro cambia con cada pensamiento, emoción o experiencia:

“Cuando pensamos de forma automática, sin reflexión, cuando delegamos nuestras decisiones en una máquina o en una rutina, estamos renunciando a esa capacidad de renovación. Y con el tiempo, perdemos vitalidad mental”.

Su visión no es pesimista, sino reflexiva y de ahí que proponga un modelo de pensamiento en el que la tecnología y la conciencia humana coexistan en equilibrio.

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En un mundo donde todo parece acelerado, ella invita a detenerse, a observar, a reconectarse con uno mismo.

No podemos pedirle a la inteligencia artificial que nos devuelva la sensibilidad. Ese es un trabajo que solo puede hacer el ser humano, a través del autoconocimiento”, señala.

Para la psicóloga, este autoconocimiento empieza por explorar las memorias inconscientes, muchas veces guardadas desde la infancia, que moldean la forma en que reaccionamos ante el mundo.

Según explica, esas memorias quedan inscritas no solo en la mente, sino en el cuerpo, generando síntomas emocionales o físicos que muchas veces se confunden con ansiedad o estrés.

“Cuando liberamos esas memorias, recuperamos energía vital y claridad, la mente se expande, la percepción cambia, y podemos vivir de forma más auténtica”, sostiene.

Para Marcos, este proceso no es solo psicológico, se trata de recordar quiénes somos antes de la distracción, antes del ruido digital, para adaptarse al mundo de hoy sin perder el equilibrio.

En un entorno donde la información circula más rápido que la reflexión, sus palabras funcionan como una pausa necesaria.

“El bienestar emocional no se puede tercerizar. No hay algoritmo que pueda reemplazar una conversación humana ni una mirada empática”, dice con firmeza.

El mensaje de Marcos es que el futuro no depende solo de la inteligencia artificial, sino de la inteligencia interior.

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Una sociedad que confía ciegamente en los sistemas sin cuestionar sus propias emociones se vuelve más vulnerable, más manipulable y menos consciente.

Por eso, su propuesta apunta a fortalecer el pensamiento crítico desde adentro, enseñando a las personas a usar la tecnología como un apoyo, no como un sustituto del discernimiento humano.

También, a ver no lo que podríamos perder, sino lo que podemos recuperar: la capacidad de pensar con libertad, sentir con profundidad y vivir con propósito.

“Esta es la era donde más información tenemos y, paradójicamente, menos tiempo para reflexionar hay”, afirma.

“Por eso necesitamos volver a entrenar la mente, fortalecer la atención y reconectar con nuestra inteligencia emocional. Esa es la verdadera revolución: la del pensamiento consciente”, insiste.

En tiempos donde las máquinas aprenden de nosotros, Vera Marcos recuerda: “Todavía somos los únicos capaces de crear significado”.

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