Entre enero y julio de 2025, Colombia registró 243.870 nacimientos, según las estadísticas vitales del Dane. Ante este panorama, los pediatras enfatizan la importancia de que los padres primerizos aprendan a reconocer los signos de alarma en los recién nacidos y acudan oportunamente a consultas prioritarias.
José Manchego, director ejecutivo de la Sociedad Pediátrica de Los Andes (SPLA), una IPS en Bogotá, señala que uno de los mayores retos de los padres es distinguir entre síntomas leves y señales que requieren atención inmediata.
“Con frecuencia, los padres subestiman o sobreestiman los síntomas. Algunos esperan demasiado para consultar y otros acuden con ansiedad ante señales leves”, explica Manchego, quien recuerda que en esta IPS en Bogotá, más de 4.000 niños reciben mensualmente atención prioritaria, permitiendo la detección temprana de enfermedades y evitando que el 90 % de los casos recurran innecesariamente a urgencias.

Durante los primeros tres a seis meses, los bebés atraviesan una etapa de máxima vulnerabilidad, con cambios en peso, alimentación, sueño y adaptación neurológica, digestiva e inmunológica. Según Manchego, los signos de alarma que deben motivar una consulta inmediata incluyen fiebre o hipotermia, dificultad para respirar, somnolencia excesiva, irritabilidad persistente, rechazo al alimento, disminución de la orina y cambios en la coloración de la piel.
“La señal más importante es la fiebre. En un recién nacido o menor de tres meses, una temperatura de 38 °C o más siempre debe considerarse una urgencia, incluso si el bebé parece estar bien. Su sistema inmunológico aún está en desarrollo y no puede combatir infecciones graves de manera efectiva”, advierte Manchego, quien asegura que en la SPLA los bebés con fiebre u otros síntomas son atendidos por un especialista en menos de 45 minutos.

El médico recomienda a los padres observar diariamente el comportamiento del bebé, mantener la lactancia materna, asegurar descanso e higiene y acudir a los controles pediátricos regulares. “Cada bebé es distinto, y el pediatra de confianza será siempre el mejor aliado para orientar decisiones según la evolución y necesidades de cada niño”, concluye Manchego.










