Cooperante internacional y con una trayectoria que cruza el trabajo comunitario, la cooperación multilateral y el sector privado, Natalia León entiende su vida como una búsqueda constante de equilibrio entre su espíritu nómada y la necesidad de echar raíces, así como una apuesta por abrir camino en espacios históricamente vedados para las mujeres. Esa motivación ha guiado una carrera en la que ha acompañado a cerca de 50 organizaciones sociales, alrededor de 12 gobiernos y cerca de 80 empresas en la tarea de construir un mundo más justo.
En este momento es CEO del Latin America Impact Investment Forum (FLII), la principal plataforma de inversión de impacto en América Latina. Desde allí lidera un espacio que conecta emprendedores, inversionistas, empresas y gobiernos para movilizar capital hacia soluciones con impacto social y ambiental, apostándole a modelos sostenibles que no dependen únicamente de la filantropía. “El retorno es importante porque permite que el capital se vuelva infinito y que las soluciones escalen”, explica.
Antes de asumir este rol regional, fue directora en Colombia de Tent Partnership for Refugees, una organización presente en once países que trabaja por la integración laboral de migrantes y refugiados. Desde allí tuvo el reto de movilizar al sector privado y articularlo con los ámbitos social y gubernamental para mejorar las condiciones de vida de la población migrante, en especial de quienes llegaron desde Venezuela. “Para mí siempre ha sido fundamental demostrar que no se trata solo de filantropía, sino del enorme potencial que estas personas representan para el crecimiento de la economía”, afirma.
Su inclinación por transformar realidades apareció temprano, cuando estudiaba Educación en la Universidad Javeriana. En ese momento, en plena crisis de desplazamiento forzado en Colombia, se vinculó como voluntaria a proyectos que trabajaban con poblaciones desplazadas en las periferias de Bogotá, utilizando el fútbol como herramienta de integración social. Esa experiencia marcaría su camino profesional.
Tras cursar en España una maestría en Políticas de Cooperación Internacional para el Desarrollo, se convirtió en la primera latinoamericana en asumir la secretaría regional de Common Goal, un movimiento global que entiende el fútbol como motor de transformación social. Ese fue el inicio de un recorrido internacional que la ha llevado a trabajar en más de 13 países, promoviendo programas de integración de migrantes en zonas fronterizas de Sur y Centroamérica, y siendo vocera ante la ONU por el derecho al agua de comunidades indígenas.
Uno de los proyectos que más recuerda es el que lideró como CEO de WaterAid en Colombia, desde donde impulsó iniciativas para ampliar el acceso al agua potable en La Guajira, integrando infraestructura, cambio de hábitos y saberes ancestrales de las comunidades wayúu. Ese trabajo la llevó a escenarios internacionales y a convertirse en una de las voces visibles en la defensa del agua como derecho fundamental, relata.
Su liderazgo ha sido reconocido con la orden José María Córdova, en el grado de comendador, otorgada por el Ejército colombiano, por su trabajo en la integración de víctimas de minas antipersona. Además, varios de sus proyectos han recibido premios de organismos internacionales como el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF). Ha sido speaker en foros de alto nivel y, en paralelo, es fundadora de Rayo y Roca, una empresa de diseño interior que nació como su espacio creativo y que refleja su interés por democratizar el acceso a espacios dignos y habitables.










