Informe Especial "Oro Verde"
Exclusivo: Aguacate, el “oro verde” que envenena el agua del Quindío
Sustancias cancerígenas en los ríos, pesticidas y contaminantes que se escabullen hacia el agua potable y una población cada vez más enferma, hacen parte de la problemática que tiene en el ojo del huracán a las aguacateras extranjeras, con sede en las montañas del Eje Cafetero. Investigación de SEMANA.
Es difícil encontrar un producto que evoque significantes tan opuestos como el aguacate: por un lado representa salud, fitness, pero también excesos. Se ha convertido en un ingrediente de la alta cocina y a la vez es infaltable en la comida rápida. En sí, este fruto es desarrollo, pero también destrucción.
A nivel económico, el aguacate es el boom agroindustrial de la última década y ha traído grandes beneficios para los países productores (Colombia es el tercero en el mundo) pero eso sí, acompañado de un impacto ambiental y social a gran escala.
SEMANA enfocó su investigación en el departamento del Quindío, pues es el lugar que reúne el mayor número de afectaciones y quejas contra las empresas aguacateras y sus socios transnacionales.
Dentro del aguacate se halla la primera víctima de su crecimiento desmedido: el agua. Se la encuentra contenida en el mismo nombre del fruto y dentro de su pulpa, que está compuesta en aproximadamente un 70 % por líquido. Esto significa que si se exportan 100 toneladas de aguacate, se están llevando de Colombia 70 metros cúbicos de agua.
Según la plataforma Water Food Network, mientras que para producir un solo banano se necesitan 160 litros de agua, para un aguacate aumenta a 227 litros. Esta cifra la controvierte Corpohass, el gremio creado en abril de 2013 para agrupar a 90 empresas aguacateras en Colombia.
“El agua no es un problema”, dice Jorge Restrepo, su director Ejecutivo. “Con una precipitación entre 1.100 y 1.400 mm/año (lluvias) los cultivos de aguacate se desarrollan sin necesidad de un sistema de riego. El árbol requiere igual o menor proporción de agua frente a otros cultivos tradicionales. El rocío de la mañana es suficiente para obtener el recurso hídrico necesario.
Si sus aguacates son suaves y fáciles de digerir, sus argumentos no lo son. El ingeniero agrónomo Néstor Miguel Riaño, del Ministerio de Agricultura, considera “una exageración” señalar al rocío como suficiente para miles de hectáreas de aguacate. Similar opina su colega, el también ingeniero David Fernando Torres, doctorando y doble magíster en suelos y aguas.
“No tiene sentido, pues el árbol requiere lluvias, además de una alta demanda hídrica. En muchos casos se necesitan sistemas de riego y el gasto de agua es alto”.
¿De donde proviene entonces el líquido para los cultivos? En el Quindío, estos árboles dependen principalmente de la lluvia y la humedad existente en las montañas, lo que ha hecho atractiva a la región para el cultivo del Hass sobre muchas otras.
El ambientalista Néstor Ocampo, de 70 años, quien lleva una década investigando la “Maldición del Aguacate” (como la llama) denuncia que los productores foráneos se están llevando los ríos del Quindío.
“No es que pongan un tubo en el río y saquen el agua. Los miles de árboles de aguacate toman el agua lluvia que originalmente iba a la parte alta de las montañas, en forma de reservorios acuíferos subterráneos. ¿Por qué es importante esa reserva? porque estas corrientes son las que alimentan a los ríos. Entre menos reservas, más pequeños se hacen los afluentes y más fuerte golpean las sequías”.
Estas empresas extranjeras llegaron a la región desde hace más de una década gracias al lobby de Invest In Armenia, una aceleradora de inversión, conformada por la alcaldía de Armenia, la gobernación del Quindío, EPM, la Cámara de Comercio local y el comité intergremial.
Algunas de la compañías son: Camposol (Perú), Westfalia (Sudáfrica), Cerro Prieto (Perú), Wakate (USA), Cartama (Colombia), NAF (Colombia), Michoacán (México), Altos del Valle (Chile), AFL Inversiones (Atlántico), Green SúperFood (Chile), entre otras.
Si bien sus negocios son legítimos, el problema es que parte de las tierras compradas por estas transnacionales se encuentran entre los 2200 y los 2500 metros de altura: áreas con remanentes de bosque nativo y los reservorios de agua subterránea antes mencionados.
“Están comprando por miles de hectáreas, estableciendo cultivos en la parte alta de las cuencas hidrográficas, arriba de las bocatomas que surten de agua a los acueductos. Están en la parte alta del río Quindío, que es de donde baja el agua que toma el 64% de la población: Armenia, Circasia y La Tebaida”, revela Ocampo.
El argumento del ambientalista está soportado en la ley 99 de 1993, artículo 111: “Declárense de interés público las áreas de importancia estratégica para la conservación de recursos hídricos que surten de agua los acueductos municipales, distritales y regionales”, lo que significa que dichos predios deben ser convertidos en áreas protegidas.
“Hay una oferta de tierras a la venta y no entramos a decirle a los empresarios que pueden y que no pueden comprar. Es un proceso comercial entre privados y esos terrenos ya tenían explotaciones previas como café, ganadería, etc.”, argumentó por su parte Diana Caicedo, directora de Invest In Armenia.
Néstor presenta otras pruebas: “En la parte alta de la cuenca del río Santo Domingo, que alimenta al acueducto municipal de Calarcá, la empresa Green SúperFood compró 1200 hectáreas en las veredas El Túnel y Planadas”.
La chilena Green SúperFood es dueña de 1500 hectáreas de tierra en el Quindío, arriba de los 2200 metros. Posee 2500 hectáreas más en el resto del país. Su Gerente General, Baptiste Kervyn, niega afectar el ecosistema, pues considera que Invest Inn Armenia sólo esbozó parcialmente la normatividad ambiental colombiana.
“El marco jurídico en Colombia es “Multicapas”, donde si bien tienes una interpretación nacional sobre una ley, es posible que ésta misma entre en conflicto a nivel local o regional. Hay un intríngulis a nivel técnico legal que hace que los inversionistas extranjeros o nacionales encontremos muchas dificultades para cumplir o invertir”.
El Ministerio de Agricultura no comparte la visión de Baptiste: “Las leyes no están sujetas a interpretación de los privados. No es verdad que las leyes aplicadas a uso del suelo o en materia de protección ambiental entren en conflicto con las leyes del Quindío”, dice Néstor Riaño.
¿Qué pasa con el agua que no fue absorbida por los árboles de aguacate? esta genera quizás la mayor afectación ambiental en esta historia.
“El agua que corre desde los cultivos cuando llueve, va contaminada con toda clase de agro químicos y pesticidas que se aplican allí. Luego baja por la ladera hasta los ríos que alimentan a los acueductos, donde se tratan para consumo, pero esos contaminantes no son filtrados y nos enferman”, denuncia Néstor.
Baptiste niega la acusación. “Alrededor de cada quebrada o río tenemos zonas de reservas de bosque para asegurar el mantenimiento del ecosistema. El aguacate Hass que sale de Colombia, principalmente hacia Europa, debe cumplir unos requerimientos de calidad relacionados con la calidad del agua que ha sido usada para producirlo y la detección de posibles agroquímicos como el Fipronil. Si algo de eso se detecta en un puerto internacional, de inmediato se ordena la destrucción de todo el embarque. Ningún productor se arriesgaría a eso y por eso los procesos que usamos son amigables con el medio ambiente”.
La controversia es resuelta por un informe de fuentes superficiales, realizado por el laboratorio ANASCOL SAS y revisado en 2021 por el referente de aguas y saneamiento básico de la Secretaría de Salud del Quindío.
Allí se establece que el agua que llega hasta el acueducto para su posterior potabilización contiene las sustancias Aldrin, Phorate, Mevinfos, Metil-paration, Merphos, Fensulfothion, Fencholorfos, Ethoprofos, Disulfoton, Diclorvos, Dementon O, Coumafos, Clorpirifos, Azinfos Metil, Transclordano, Heptacloro epóxido, Heptacloro, Endrin, Endosulfan Sulfato, Dieldrin, Cis-clordano, Endosulfan I y II, d_BHC, Alpha BHC, 4,4 DDT Y 4.4 DDE, todas nocivas y en su mayoría cancerígenas.
“El agua tiene 138 unidades de organoclorados por unidades de líquido, unos agroquímicos que fueron proscritos en Colombia desde los años 50´s, mientras que la medida legal es de 5 o menos de 5 unidades”, explica el biólogo y diputado quindiano Luís Carlos Serna.
Se supone que muchas de estas sustancias desaparecen en el agua ya tratada, pero lo cierto es que eso depende de un tecnicismo legal redactado desde Bogotá.
Dentro de la Resolución 2115 de 2007 se encuentra el IRCA (Índice de Riesgo de la Calidad del Agua) que establece cuales son las sustancias que deben ser eliminadas para el consumo humano. En este listado no se encuentran varias de las descritas por el informe de ANASCOL (como metales pesados u hormonas) y por lo tanto los acueductos no están obligados a medirlas o eliminarlas.
La prueba de la afectación a los “Cuyabros” es el informe del Instituto Nacional de Salud (INS) publicado en octubre de 2020, donde se revela que el Quindío tiene la mayor tasa de mortalidad por contaminación ambiental en el país.
“Nadie habla de los acueductos veredales, donde los campesinos nos traen vasos llenos del agua contaminada que recogen, la misma que toman todos los días. Nos envenenan y esperan que nos sentemos a aplaudir porque generan empleo”, concluye Serna.
“¿Acaso a la mata de café no le aplican plagicidas? ¿El ganado no afecta el agua con hormonas bovinas? Creo que no se puede satanizar al aguacate”, reprochó por su parte la directora de Invest In Armenia.
¿Qué están haciendo las autoridades al respecto? Los ministerios de Agricultura y Ambiente aclararon que la competencia sobre este caso la tiene la Corporación Autónoma Regional del Quindío, que ya está investigando.
“Tenemos 13 procesos sancionatorios ambientales en curso en contra de algunas de las compañías que cultivan aguacate Hass”, reveló Jaider Lopera, asesor de la CRQ. “Hasta el momento no se ha sancionado a ninguna” aclara.
Pero la presunta afectación de las empresas extranjeras del aguacate al Quindío no se resume solo en la alteración y extracción del agua. Siga las publicaciones del informe especial “Oro Verde” en Semana.com.