Río Bogotá
¿Qué retos tiene el río Bogotá para 2022?
2021 fue marcado por muchos progresos y acciones de saneamiento. Pero son muchos los retos que aún quedan por resolver.
La recuperación del río Bogotá se convirtió en una realidad en 2021. La entrada en operación de la Planta de Tratamiento Aguas Residuales (PTAR) El Salitre en marzo fue solo el inicio para limpiar el 30% de las aguas del afluente en su cuenca media. La restauración de los humedales, proyectos para reverdecer la capital y megaobras futuras como PTAR Canoas y su Estación Elevadora serán claves para lograr un río Bogotá 100% descontaminado.
Aunque no todo está hecho. Dentro de estos avances importantes hay una serie de retos por cumplir para dar conclusión a lo hecho desde el año 2014. Desafíos que actores públicos, privados y los 12 millones de personas que viven en la cuenca deben sortear. Un reto enorme, considerando que el 97 % de las aguas del río Bogotá se encuentran contaminadas. Únicamente hay 11 km de aguas cristalinas cerca del Páramo de Guacheneque, cerca de Villapinzón, Cundinamarca.
La labor de recuperación del río Bogotá tendrá momentos cruciales en 2022. No solamente en aquellos lugares de la cuenca media como Bogotá y Soacha donde se genera la mayor contaminación, sino también en los 47 municipios por donde pasa el afluente más importante del país.
Municipios, en manos a la obra
Las PTAR pueden sonar como un concepto desconocido para algunos, pero estos son clave para la recuperación del río. Este tipo de proyectos buscan limpiar las aguas negras que generan un municipio o ciudad, evitando que la contaminación generada diariamente llegue a las fuentes hídricas. Estas obras son una forma efectiva de limpiar a largo plazo el río y reducir nuestra huella ambiental.
Tendencias
No es sorprendente que sean muchos los municipios que tomarán la decisión de empezar a construir una planta de tratamiento. Bojacá, Cundinamarca, es uno de los municipios que han tomado esta iniciativa. PTAR Bojacá fue una realidad en 2019, luego de años de construcción y una inversión de 10 mil millones de pesos.
La renovación se dio gracias al trabajo conjunto de la Secretaría de Desarrollo Económico y Rural y la Corporación Autónomo Regional (CAR) Cundinamarca, clave para este municipio de la cuenca baja del río Bogotá.
El trabajo de las PTAR deben estar complementados por cambios cotidianos y productivos. A través de mesas de trabajo, Bojacá está buscando reducir su huella contaminante en el río. El municipio reglamentó en 2018 nuevos límites en la actividad minera en el municipio. Se han creado proyectos para la protección de ecosistemas y reducción del cambio climático. Las autoridades han realizado programas para instaurar la cultura del ahorro del agua, gestión de sólidos, entre otras acciones claves para proteger las fuentes hídricas.
Cogua, Cundinamarca, es otro municipio en la cuenca alta que está impulsando esta transformación. El mantenimiento de su PTAR y el Sistema de Tratamiento de Agua Residual (STAR) será el mayor reto de este municipio en 2022. Unas obras afectadas por retrasos debido a la pandemia de la covid-19. Estos proyectos serán complementados con programas relacionados con hábitos renovables y sostenibles.
El Colegio también adelanta la construcción y diseño de una planta de este tipo. Construir la PTAR Casco Urbano y la optimización de la PTAR La Victori son los dos grandes retos para el 2022. Estas dos obras ayudarán a minimizar la contaminación que llega de la cuenca media a este municipio de la cuenca baja. Ubicado a 30 kilómetros del Salto del Tequendama, estos proyectos hacen parte del plan municipal “Unidos es Posible 2020 – 2023″.
Estas obras deben ser complementadas con trabajos para evitar que la contaminación llegue al río. Los vertimientos son una de las principales causas de este daño ambiental. En Cachipay, Cundinamarca, se han puesto como meta redireccionar su acueducto para ir a la su respectiva PTAR, evitando daños ambientales. Todo lo anterior siendo parte del Plan de Manejo de las Microcuencas.
La sentencia del 2014 tiene como una de sus objetivos a largo plazo que cada uno de los 47 municipios de la cuenca tenga su propia planta de tratamiento. Se espera que esto sea una realidad para 2030. En estos cuatro municipios el objetivo de poner en operación sus propias PTAR es clave y un paso para recuperar el río.
Proteger las cuencas y ecosistemas
Las megaobras deben ser complementadas con cambios en hábitos cotidianos. Una opinión compartida por Luis Fernando Sanabria Martínez, director de la CAR, quien destacó que el importante trabajo de las PTAR debe ser complementado por los habitantes de la cuenca, en especial de aquellas acciones que terminan contaminando las fuentes hídricas.
La Mesa, Cundinamarca, ha incentivado a sus habitantes este cambio sostenible. Estrategias para incentivar en las comunidades el buen manejo de residuos sólidos puerta a puerta, recuperar parques y zonas verdes del municipio, siembra de árboles, entre otros, han estado a la orden del día para cuidar los ecosistemas y fuentes hídricas.
La adquisición de predios en reservas naturales y su mantenimiento también ha sido otra labor clave. Mantener el ímpetu de estos programas y ampliarlos será el mayor reto.
El municipio de Sesquilé realiza acciones similares. Esta municipalidad se encuentra a 30 minutos de Villapinzón, Cundinamarca. Su ubicación en la cuenca alta le da una riqueza hídrica importante: 326 microcuencas. En 27 se han efectuado importantes actividades de reconocimiento ambiental, identificación de flora y conservación. En cuatro microcuencas se han visto beneficiadas por labores de limpieza de residuos sólidos, restauración ecológica y reforestación.
Actualmente, hay 19 predios de interés hídrico, distribuidos en ocho veredas. Especies nativas del Bosque Andino y Alto Andino se han convertido en prioridad de conservación para este municipio.
Suesca es otro municipio de la cuenca alta del río, se ha propuesto retos similares en el manejo de sus microcuencas. La limpieza y reforestación de estos ecosistemas son acompañadas por la protección de los páramos, subpáramos y humedales. Además, se tuvo como reto crear una base de datos de especies de flora y fauna presentes en el territorio del municipio.
Por último, en Zipacón, Cundinamarca, se adelantaron acciones de conservación como la limpieza y conservación del río Apulo y evitar que la contaminación de industrias agroquímicas lleguen a sus aguas. Además, de la protección de flora y especies como el oso perezoso de dos uñas alrededor de este municipio de la cuenca baja.
Todas estas actividades traen consigo un aumento en la calidad de vida de todos y una mayor proliferación de especies. El pez capitán, insignia del río Bogotá, reapareció en el municipio de Tena luego de años de haber estado en riesgo por la contaminación. Un ejemplo de la recuperación del afluente es real.
Todas las acciones realizadas por los municipios se encuentran con el acompañamiento del Consejo Estratégico de la Cuenca del Río Bogotá. Este grupo se encarga de apoyar de manera técnica y seguimiento de acciones claves para recuperar el río. Los municipios deben hacer formulaciones en sus Planes de Ordenamiento Territorial (POT) para cumplir las metas que tiene el río y su recuperación.
Los retos de estos municipios para el 2022 son grandes. Finalizar las PTAR, acueductos y otras obras de saneamiento deben ser una de las prioridades. Sin embargo, la falta de recursos y la covid-19 pueden afectar el cumplimiento de esta meta. Concientizar a todos los habitantes en los 47 municipios sobre la importancia y beneficios de salvar el río es fundamental.
Una capital sostenible
La capital enfrenta grandes retos para el 2022 en materia ambiental. La Alcaldía de Bogotá tiene como meta reverdecer la ciudad para el siguiente año. Sus programas bandera son “Mujeres que Reverdecen” y el “5x1″. El primero son 4.000 voluntarias que efectúan actividades comunitarias de jardinería, mantenimiento de espacios verdes, siembra, entre otras acciones para aumentar el arbolado en todas las localidades de la ciudad.
El segundo se centra en que por cada árbol talado en obras públicas, cinco serán puestos en su lugar. Ambas iniciativas han logrado plantar más de 213.000 árboles en toda la capital. El gobierno distrital tiene como meta plantar un millón de plantas en los próximos cuatro años. Otro proyecto es la delimitación de la Reserva Thomas Van Der Hammen, un importante ecosistema en la ciudad.
Todas las propuestas anteriores dependen de la aprobación del proyecto de ‘Plan de Ordenamiento Territorial (POT): ‘El renacer de Bogotá’ 2022-2035. La Alcaldía espera aumentar espera que el Concejo de la ciudad dé el visto bueno. Siendo en última instancia aplicar el POT por decreto.
Proteger y mantener los humedales de la capital también es parte de los retos del 2022. La importante labor de mantener estos ecosistemas está a cargo de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB).
Mantener estos cuerpos de agua implica que hay que reforestarlos y proteger a sus especies. La EAAB y la Secretaría de Ambiente (SDA) han destacado un fuerte componente en educación ambiental, en especial en las consecuencias que tiene las acciones cotidianas de los bogotanos en estos cuerpos de agua. Todo previsto en el ‘Plan de Manejo de la Cuenca del río Bogotá para su Recuperación, establecido en el año 2019 por la EAAB.
Finalizar la megaobras
La Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) El Salitre es una realidad para el río Bogotá. Este proyecto tiene como objetivo limpiar el 30 por ciento de las aguas negras de Bogotá y el municipio de Soacha. 690 toneladas diarias de carga contaminante son depositadas en este cuerpo de agua en la capital, esto se convirtió en una prioridad desde el año 2014.
Finalizar PTAR Salitre es uno de los grandes retos para 2022. En el 95% de avance este proyecto requiere conectar con la planta original de Salitre para ser considerada completa. Su entrega a la Empresa de Acueducto y Aguas de Bogotá (EAAB) es un punto crucial para su finalización, entidad ambiental que no ha decidido aceptar la planta.
Esta planta está transformando las aguas contaminadas de 3,5 millones de personas. Su operación inició en marzo del 2021. Esta convierte aguas negras y un recurso hídrico apto para la agricultura y ganadería. Se estima su entrega para 2022.
Por otro lado, la PTAR Canoas es otra megaobra que promete limpiar el 70 por ciento restante del afluente. Su construcción comenzará el 26 de diciembre de 2022. Soacha y el resto de Bogotá tendrán tratamiento en sus aguas negras. La Estación Elevadora Canoas es fundamental para el funcionamiento de este proyecto. Esta obra se encuentra en un 41 por ciento de finalización, afectada por retrasos por la pandemia.
Estas megaobras de ingeniería son los grandes retos para el río Bogotá en 2022. Son importantes para recuperarlo y son posibles gracias al apoyo internacional como lo es el Banco Mundial, junto con el aporte del Ministerio de Hacienda, siendo parte de los planes de desarrollo de Bogotá para el año 2030.
El río Bogotá 2030: un reto de todos
Recuperar el río Bogotá requiere el trabajo de todos. No solo de la capital y los bogotanos, sino de los habitantes de los 47 municipios de la cuenca. Este trae agua a una población de cerca de 12 millones de personas, en una Cuenca hidrográfica de 589.143 hectáreas.
El trabajo de la PTAR y las autoridades debe ser complementado con cambio en hábitos cotidianos. Ese debe ser el gran reto para 2022. La separación adecuada de residuos, reciclaje y protección de fuentes hídricas son metas que todos podemos alcanzar. Descontaminar completamente el río traerá un aumento de calidad de vida a todas las personas, sentando un precedente para realizar la misma tarea otros afluentes en Colombia y el mundo.
Este afluente es clave para la vida cotidiana de 12 millones de personas que viven en la cuenca. Muchos municipios obtienen su servicio de agua potable de él. Cultivos y actividades agropecuarias dependen del recurso hídrico que esta posee para alimentar a la capital y al país.
La descontaminación de la cuenca traerá estos y más beneficios para todos sus habitantes.
¿Por qué salvar el río Bogotá?
- La cuenca da agua potable a más de 12 millones de personas.
- Es el hogar de más de 542 especies de animales entre aves, mamíferos, anfibios y reptiles, además de 169 plantas, de acuerdo con datos del POMCA del río Bogotá.
- Diversas empresas y cultivos dependen de este recurso hídrico para fabricar sus productos.
- Municipios como Chía y Cajicá , así como el norte de Bogotá obtienen su servicio de agua potable de este afluente.