MEDIOAMBIENTE
Siete formas en las que no cuidar el medio ambiente afecta la salud
Descuidar la naturaleza hace que el planeta se convierta en un lugar menos saludable para vivir, según los expertos. Esto debe tener en cuenta.
La pandemia dejó al descubierto la vulnerabilidad a la que están expuestas las personas en materia de salud si no se cuida el medio ambiente.
Las evidencias científicas muestran que los estilos de vida y comportamientos han afectado el medio ambiente y, en consecuencia, la salud de los habitantes de este planeta. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 23 % de las muertes en el mundo están relacionadas con un medio ambiente poco saludable.
Estas son siete maneras en que la falta de cuidado del medio ambiente está afectando la salud de millones y millones de personas alrededor del mundo.
1. Se respira aire contaminado
El aire es la base de la que depende toda la vida humana. Según la OMS, nueve de cada diez personas en el mundo respira aire contaminado. Los contaminantes microscópicos que provienen de las emisiones de combustible diésel y la quema de basura, carbón, queroseno y biomasa penetran profundamente los pulmones y el torrente sanguíneo, y provocan diversas enfermedades.
Por su parte, las emisiones de metano de la agricultura industrial, la producción de petróleo y gas, y los desechos sólidos contribuyen al ozono a nivel del suelo, que causa asma y enfermedades respiratorias crónicas. A nivel mundial, la contaminación del aire es responsable de 7 % de las muertes por cáncer de pulmón, 18 % de las muertes por enfermedades pulmonares, 20 % de las muertes por accidente cerebrovascular y 34 % de las muertes por enfermedades del corazón.
2. Contaminación del agua dulce vital
Una persona requiere de 20 a 50 litros de agua limpia cada día, sólo para beber y para su higiene personal básica. De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en todo el mundo, el agua está contaminada por desechos domésticos, municipales y médicos, aguas residuales no tratadas, escorrentías agrícolas y descargas industriales, y 80 % de las aguas residuales regresa al ecosistema sin ser tratado o reutilizado. Esto pone a aproximadamente 1.800 millones de personas en riesgo de contraer cólera, disentería, fiebre tifoidea y poliomielitis, y otras complicaciones de salud.
Desde la década de 1990, la contaminación del agua ha empeorado en casi todos los ríos de África, Asia y América Latina.
3. Reducción del valor nutricional de los alimentos
Una dieta segura y saludable contribuye a un buen estado de salud, protege contra la desnutrición, reduce el riesgo de enfermedades y promueve la fortaleza del sistema inmune.
Sin embargo, el crecimiento de la población y la urbanización han coincidido con un aumento de los problemas de salud relacionados con la mala nutrición en todo el mundo. Sorprendentemente, mientras que aproximadamente 800 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria, 2.100 millones de personas son obesas o tienen sobrepeso. Esto es una evidencia de que tener suficientes alimentos y tener alimentos nutritivos son dos desafíos muy distintos.
La producción intensiva e industrializada de alimentos ha reducido los costos y ha ampliado la disponibilidad de alimentos altamente procesados y pobres en nutrientes, de modo que 60 % de la energía alimentaria se deriva de solo tres cultivos de cereales: arroz, maíz y trigo. Dos mil millones de personas carecen de vitaminas y minerales esenciales para el crecimiento y el desarrollo, como la vitamina A, el hierro y el zinc.
4. Consumo de sustancias dañinas
Además de contribuir a la contaminación ambiental, el uso de pesticidas para la agricultura intensiva puede ser un grave perjuicio para la salud humana. En los países en desarrollo, 25 millones de personas sufren de intoxicación aguda por pesticidas cada año. Según la ONU, si bien los plaguicidas considerados nocivos han sido prohibidos por los países signatarios del Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes de 2001, sus residuos pueden permanecer en el suelo y el agua durante años.
El envasado y el procesamiento de alimentos también implican riesgos. En algunos países, en las botellas de plástico o en los enlatados se pueden encontrar disruptores endocrinos que pueden producir efectos adversos neurológicos, inmunológicos y para el desarrollo.
5. Mayor exposición a enfermedades zoonóticas como la covid-19
Alterar los hábitats naturales de la vida silvestre para nuestra propia vida, la agricultura o la industria, ha implicado la reducción de las “zonas de amortiguación” naturales que separan a los humanos de la vida silvestre, creando oportunidades para que los virus se propaguen de los animales a las personas.
La situación se ve agravada por el cambio climático -que provoca alteraciones en la temperatura, la humedad y la estacionalidad, y afecta directamente la supervivencia de los microbios-, así como por una mayor interconexión global a través de los viajes internacionales, lo que significa que una enfermedad que se origina en un país puede estallar en otro, en cuestión de horas.
6. Inmunidad a los medicamentos antimicrobianos
Desde mediados del siglo XX, los tratamientos antimicrobianos se han utilizado tanto en la medicina humana como en la veterinaria. En muchas partes del mundo, también se agregan a la alimentación animal para promover un crecimiento más rápido. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, “se espera que el uso de antimicrobianos para la producción y la salud de los animales se duplique en 20 años”.
Como consecuencia, los antimicrobianos se han vuelto menos efectivos como medicina, tanto en la sanidad animal como humana. A nivel mundial, aproximadamente 700.000 personas mueren a causa de infecciones resistentes cada año.
7. Reducción de la abundancia de medicamentos de la naturaleza
Se estima que en todo el mundo, unas 60.000 especies de plantas, animales y microbios se emplean por sus propiedades medicinales, nutricionales y aromáticas. Por ejemplo, según la ONU, en Estados Unidos, 118 de los 150 medicamentos más recetados se basan en fuentes naturales, y los productos provenientes de la naturaleza han sido particularmente importantes en el área de la terapia contra el cáncer.
Sin embargo, como resultado de las acciones humanas, incluida la sobreexplotación, la destrucción de hábitats y el cambio climático, los recursos de las plantas silvestres están disminuyendo drásticamente. En todo el mundo, se estima que 15.000 especies de plantas medicinales pueden estar en peligro de extinción, y las estimaciones sugieren que cada dos años se pierde al menos una potencial droga de importancia.
Así las cosas, si como humanos no generamos cambios de comportamiento, “es probable que las futuras pandemias se produzcan de forma más frecuente, se propaguen con mayor rapidez, tengan una repercusión económica mayor y acaben con la vida de más personas”, aseguran expertos de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES).
La pandemia ha demostrado la interdependencia entre los humanos y el medio ambiente. Somos sólo una de las 8 millones de especies que se estima hay en el planeta. Eso quiere decir que constituimos una pequeña parte de una intrincada y delicada red de vida. Cuando una parte de esa red se ve afectada, se altera el equilibrio de todo el sistema.