El paso del 3I/ATLAS es inminente, este cuerpo celeste alcanzará su mayor acercamiento a la Tierra, conocido como perigeo, el viernes 19 de diciembre. Mientras crecen las teorías que lo vinculan con una supuesta tecnología extraterrestre, desde la comunidad científica ha surgido recientemente una nueva mirada que busca explicar de forma más clara la naturaleza de este visitante espacial.
Mientras en las redes sociales y diferentes fotos señalan que es tecnología extraterrestre, un astrofísico ha señalado una mirada diferente. Lejos de ser una amenaza o un misterio sin respuesta, este visitante cósmico representa una oportunidad única para observar y aprender.
El viernes 19 de diciembre, este cuerpo procedente de fuera del sistema solar alcanzará su máxima aproximación a nuestro planeta, un momento clave que permitirá estudiarlo con un nivel de detalle poco habitual.
Una oportunidad poco común para mirar el espacio de cerca
Darryl Z. Seligman, profesor de Física y Astronomía en la Universidad Estatal de Michigan, fue uno de los científicos que puso el fenómeno en perspectiva.
En una reciente publicación especializada, describió la llegada de 3I/ATLAS como:
“3I/ATLAS a la Tierra es un regalo de Navidad adelantado para los astrónomos”.
La razón que señala Seligman es que cuanto más cerca se encuentra un objeto de este tipo, más información pueden extraer los astrónomos a partir de la luz que refleja.

Ese brillo, captado por telescopios, permite identificar rasgos clave de su composición y su comportamiento y en este caso, su aproximación facilita un análisis que en otras circunstancias sería mucho más complejo.
“Cuando el 3I/ATLAS esté más cerca de la Tierra, todas las características que buscamos serán más fáciles de detectar con nuestros telescopios”, destaca el astrónomo.
Según explicó el propio Seligman, 3I/ATLAS también podría ser visible con instrumentos al alcance de aficionados avanzados, como binoculares de alta potencia o telescopios domésticos bien equipados.

Un viajero antiguo que no volverá a pasar
A diferencia de los cometas habituales, 3I/ATLAS no pertenece a nuestro vecindario cósmico. Todo indica que se formó alrededor de otra estrella, en un entorno donde nacen planetas, y que fue expulsado violentamente tras interactuar con un cuerpo de gran tamaño. Desde entonces, habría recorrido el espacio entre estrellas durante miles de millones de años.
Ese origen distante explica su trayectoria, no sigue un camino cerrado alrededor del Sol, sino una ruta abierta que lo traerá una sola vez antes de desaparecer para siempre en la inmensidad. Justamente esa es una de las condiciones que lo convierte en un objeto tan valioso para la ciencia.

“Y tenemos asientos en primera fila para observar cómo se acerca a nuestro Sol, en lo que es casi con seguridad la primera vez que se acerca a una estrella”, destaca Seligman.
Así, lejos de alimentar temores, el paso de 3I/ATLAS se presenta como una invitación a mirar al cielo con curiosidad.










