Ciencia
Astrofísico señala que 3I/ATLAS puede no estar solo: “¿Son fragmentos rocosos o algo más?"
Las últimas observaciones de 3I/ATLAS abrieron la posibilidad de que su estela oculte más de un cuerpo.
Siga de cerca las tendencias en tecnología y ciencia en Discover

3I/ATLAS continúa despertando nuevas investigaciones debido a su comportamiento inusual. Estudios recientes indican que el objeto muestra una serie de “latidos”, una expresión utilizada por el astrofísico Avi Loeb para describir los cambios rítmicos en su brillo.
En su análisis más reciente, Loeb planteó una nueva hipótesis: “¿La anticola solar de 3I/ATLAS podría estar formada por un enjambre de objetos?”.
Según plantea el director del proyector Galileo, su estela podría estar compuesta por múltiples cuerpos que lo acompañan a cierta distancia, generando una formación compleja que se proyecta visualmente hacia la dirección del Sol.
Una forma inusual que abrió nuevas preguntas
Tras su paso más cercano al Sol (post-perihelio), en noviembre de 2025, las observaciones revelaron una estructura alargada semejante a una lágrima que sobresalía en el lado orientado hacia la estrella.
Esa apariencia llamó la atención de Loeb, en especial porque coincidía con un reporte de aceleración anómala realizada por el sistema de monitoreo JPL Horizons.
Esa ligera “empujada” que experimentaba 3I/ATLAS no seguía las reglas habituales de la gravedad solar, según Loeb; este comportamiento sugiere que el objeto estaría siendo desplazado de manera sutil en dirección opuesta al Sol, mientras que cualquier otro fragmento cercano, que no experimente esa misma fuerza adicional, permanecería algo más próximo a la estrella.

“El componente dominante de la aceleración no gravitacional está en la dirección radial que se aleja del Sol. Una forma sencilla de incorporarlo es considerar que 3I/ATLAS acelera en respuesta a una masa del Sol ligeramente reducida, en una fracción de Δ”, señala Loeb. (Δ=0,0002)
La diferencia es mínima, pero suficiente para separar a ambos; con la distancia actual del objeto, esos acompañantes hipotéticos se ubicarían unos 54.000 kilómetros más cerca del Sol que 3I/ATLAS.
Desde la Tierra, esa brecha se traduciría en una pequeña separación angular similar a la extensión del brillo observado alrededor del objeto.
El Hubble captó una imagen del visitante interestelar en julio de 2025 que mostró un resplandor dominante alrededor de él; Loeb sugiere que si existiera un grupo abundante de diminutos cuerpos rodeándolo, incluso si representaran apenas una fracción de su masa total, su superficie combinada podría reflejar la mayoría de la luz visible en esa zona.

En otras palabras, el aspecto de “coma brillante” podría ser el resultado del reflejo de ese enjambre y no únicamente de 3I/ATLAS.
¿Compañeros naturales o algo más complejo?
Loeb señala que si esos objetos no se desintegran ni pierden material con la radiación solar, podrían mantener una alineación constante orientada hacia la estrella.
Esa geometría explicaría por qué la forma alargada se mantuvo tanto en su acercamiento al Sol como en su alejamiento, siguiendo un patrón coherente.
La pregunta inevitable es qué tipo de cuerpos podrían conformar este posible grupo. ¿Restos desprendidos del propio objeto?, ¿fragmentos rocosos antiguos?, ¿quizá algo que aún no ha sido identificado?

El astrofísico evita sacar conclusiones definitivas, pero advierte que la naturaleza de estos potenciales acompañantes, si es que existen, podría aportar pistas cruciales sobre la composición, origen y comportamiento del 3I/ATLAS.
“Si la anti-cola está de hecho asociada a un enjambre de objetos que no se evaporan en torno a 3I/ATLAS, la pregunta interesante es: ¿cuál es la naturaleza de estos objetos?, ¿son fragmentos rocosos o algo más?”, concluyó el astrofísico.

