Tecnología
El dispositivo que debe tener en casa para reducir el consumo de energía sin necesidad de desconectar los electrodomésticos
Reducir el uso innecesario de energía se traduce directamente en una disminución del valor en la factura eléctrica.


Uno de los aspectos que más preocupa en la actualidad en relación con el uso de dispositivos electrónicos en el hogar es el consumo de energía. El uso prolongado de estos equipos puede derivar en un aumento significativo en la factura eléctrica, afectando directamente la economía familiar.
Electrodomésticos como la lavadora, la secadora, la nevera o el televisor suelen permanecer conectados de forma continua a la red eléctrica, ya sea por su utilización frecuente o por practicidad. Sin embargo, esta práctica puede dar lugar al denominado consumo “stand-by” o “fantasma”: energía que consumen los aparatos eléctricos aun cuando están apagados, pero siguen conectados a la corriente.
Ante esta situación, muchas personas han optado por modificar sus hábitos, estableciendo horarios específicos para el uso de los electrodomésticos, desconectándolos al salir de casa o apagándolos cuando no están en uso. No obstante, más allá de estos cambios conductuales, la tecnología actual ofrece soluciones más efectivas para optimizar el consumo energético.

Una de estas soluciones son los sensores de movimiento, dispositivos capaces de detectar la presencia o el desplazamiento de personas, animales u objetos en una zona determinada. Su funcionamiento se basa en distintas tecnologías como los infrarrojos pasivos, las microondas o los ultrasonidos, que permiten identificar alteraciones en el entorno y activar automáticamente otros sistemas, como luces, alarmas, cámaras o incluso ciertos electrodomésticos. Este funcionamiento automático no solo aporta comodidad, sino que también representa una medida eficaz para reducir el desperdicio energético y mejorar la seguridad del hogar.
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De acuerdo con el portal especializado solerpalau.com, estos sensores se utilizan con frecuencia para optimizar el consumo y la eficiencia energética en sistemas como la ventilación, la iluminación o el aire acondicionado, tanto en viviendas como en oficinas. Asimismo, tienen aplicaciones importantes en el ámbito de la seguridad, al integrarse en sistemas de alarmas y videovigilancia para detectar movimientos inusuales en áreas estratégicas como entradas, garajes o jardines.
La activación de luces o aparatos solo cuando hay presencia humana permite reducir considerablemente el uso innecesario de electricidad. Esta característica, además de representar un ahorro económico, contribuye al desarrollo de hogares más sostenibles.
Existen distintos tipos de sensores de movimiento, y su elección dependerá de las necesidades específicas de cada espacio:
- Sensores infrarrojos (PIR): Detectan el calor emitido por los cuerpos al ingresar a un área monitoreada.
- Sensores de ultrasonido: Emiten ondas sonoras de alta frecuencia y analizan los ecos que rebotan en el entorno.
- Sensores duales: Combinan tecnologías, usualmente infrarrojos y ultrasonido, para una detección más precisa y confiable.

La comodidad es otro de los aspectos destacados de esta tecnología. En zonas de paso como pasillos, escaleras, baños o patios, los sensores permiten una iluminación automatizada, evitando la necesidad de buscar interruptores en la oscuridad o de preocuparse por luces encendidas innecesariamente.
Además, la evolución del mercado ha facilitado su instalación. Actualmente, existen modelos inalámbricos, compatibles con asistentes virtuales y con conectividad inteligente, lo que facilita su integración en sistemas de domótica sin requerir intervenciones estructurales costosas.
Esto convierte a los sensores de movimiento en una alternativa atractiva tanto para nuevas construcciones como para proyectos de remodelación o mejoras progresivas del hogar.