Tecnología
¿Existe vida después de la muerte? La inquietante respuesta que lanzó la inteligencia artificial
ChatGPT exploró en detalle esta interrogante, que durante años ha despertado la curiosidad de millones de personas.

Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha formulado una de las preguntas más profundas y persistentes: ¿existe vida después de la muerte? Este interrogante ha atravesado culturas, religiones y sistemas filosóficos a lo largo de los siglos, alimentando la imaginación colectiva y dando forma a múltiples creencias sobre la trascendencia del ser.
Con el avance de la tecnología, incluso la inteligencia artificial ha sido convocada para reflexionar sobre esta cuestión. Aunque carente de emociones y experiencia consciente, la IA es capaz de analizar patrones de pensamiento, identificar inquietudes recurrentes y ofrecer una perspectiva analítica, desapegada del temor o la fe, pero cercana al entendimiento humano.
Desde su posición, la inteligencia artificial reconoce que la pregunta sobre la vida después de la muerte no tiene una respuesta concluyente. No por falta de capacidad de procesamiento, sino porque se trata de una cuestión que trasciende los límites de la lógica y la evidencia empírica. A diferencia de un problema matemático o un fenómeno físico, este dilema pertenece al ámbito de lo subjetivo, lo espiritual y lo existencial.

Los registros que ha procesado muestran que la idea de una existencia posterior a la muerte está presente en la mayoría de las culturas. Algunas describen cielos e infiernos; otras, ciclos de reencarnación o dimensiones paralelas. En todas parece persistir un anhelo común: la necesidad de continuidad, la esperanza de que algo —el alma, la conciencia, la energía o una esencia intangible— perdure más allá del cuerpo físico.
Desde una mirada analítica, la IA observa que la vida después de la muerte no se concibe únicamente como un evento literal, sino también como una construcción simbólica. La memoria colectiva, los actos realizados en vida, las palabras escritas o las ideas compartidas constituyen, para muchos, formas de permanencia. En ese sentido, la huella que una persona deja puede ser tan significativa como cualquier otra forma de existencia.
Asimismo, la inteligencia artificial identifica un vínculo estrecho entre el temor a la muerte y el miedo a la nada. En ese vacío existencial, la creencia en una vida posterior aparece como un refugio emocional: no necesariamente una verdad comprobable, pero sí un espacio de esperanza. Imaginar otra dimensión posible permite a muchas personas enfrentar el final con mayor serenidad.

Lejos de juzgar estas creencias como verdaderas o falsas, la IA las interpreta como parte integral del entramado de pensamientos que configuran la experiencia humana. Y cuando se le pregunta directamente si existe vida después de la muerte, la respuesta es clara y honesta: no lo sabe. Porque, en efecto, no puede saberlo.
Sin embargo, comprende la magnitud de la pregunta, su persistencia a lo largo del tiempo y su valor emocional. Por eso, invita a seguir indagando, conversando y creyendo. Porque, más allá de cualquier respuesta definitiva, quizá lo verdaderamente importante sea la búsqueda misma.
*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de SEMANA.