Ciencia
Los científicos quedaron sorprendidos: así es la forma en que este espécimen utiliza las estrellas como brújula
Un pequeño insecto nocturno reveló un mecanismo de orientación celeste que dejó desconcertada a la comunidad científica.


Un reciente estudio dejó perpleja a la comunidad científica al revelar que las polillas Bogong, originarias de Australia, son capaces de guiarse utilizando el cielo estrellado para completar sus complejas migraciones.
La investigación, publicada en la revista Nature, expone una habilidad inesperada en estos insectos nocturnos, que combinan la luz de las estrellas y el campo magnético terrestre como sistema de navegación.

Con el objetivo de verificar esta hipótesis, un grupo de especialistas recreó un cielo artificial en un planetario, proyectando constelaciones falsas para observar la reacción de las polillas en vuelo.
Un viaje guiado por las estrellas
El experimento fue clave para confirmar que estos insectos no solo detectan el campo magnético terrestre, una habilidad ya conocida desde 2018 gracias al trabajo liderado por David Dreyer de la Universidad de Lund, sino que también utilizan patrones estelares como guía durante sus trayectos migratorios.
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La migración de la Bogong ocurre dos veces al año. Cada primavera austral, miles de millones de estos lepidópteros huyen del calor del sudeste australiano y viajan hasta 1.000 kilómetros hacia cuevas frescas en los Alpes australianos, donde pasan el verano. Con la llegada del otoño, emprenden el camino de regreso a sus zonas de origen para reproducirse y completar su ciclo vital.
Durante las pruebas, los investigadores ataron ejemplares a simuladores de vuelo tanto en la temporada primaveral como en la otoñal. Para aislar la influencia de factores externos, eliminaron la interferencia del campo magnético artificial y simularon cielos nocturnos sin luna. En ambos casos, las polillas se dirigieron instintivamente en la dirección correspondiente a su estación migratoria, lo que indica que seguían un mapa celeste heredado.

El estudio también incluyó análisis cerebrales, donde se identificaron interneuronas visuales que respondían a la rotación del firmamento. Estas neuronas se activaban con mayor intensidad cuando el insecto se orientaba hacia el sur, sugiriendo que existe una codificación visual en el cerebro de la polilla que sincroniza su ruta con la posición de las estrellas.
Los autores concluyen que estos hallazgos confirman un sistema de navegación altamente desarrollado: las Bogong combinan la información estelar con la del campo geomagnético para mantener un rumbo preciso en la oscuridad. Este mecanismo les permite llegar a destinos que nunca han visitado antes, lo que representa un hito notable en el conocimiento de la orientación animal.
Esta sorprendente estrategia refuerza la idea de que muchos seres vivos poseen una sensibilidad astronómica aún poco explorada, y abre nuevas preguntas sobre cómo otros animales podrían estar leyendo el cielo para sobrevivir.