Ciencia
Pregunta infantil permitió a los científicos demostrar que las arrugas en los dedos por agua son una ventaja humana
Un fenómeno cotidiano cobró sentido científico gracias a la inquietud de un niño curioso.

Un gesto cotidiano como sumergir las manos en agua puede esconder una compleja respuesta biológica con valor científico. Durante años, los dedos arrugados tras un baño parecían un fenómeno sin mayor importancia.
Sin embargo, una simple pregunta hecha por un niño cambió esa percepción y llevó a descubrir que se trata de un mecanismo evolutivo sofisticado.
Todo comenzó con una inquietud infantil planteada en la sección “Curious Kids” del portal The Conversation. El profesor Guy German, ingeniero biomédico de la Universidad de Binghamton (EE. UU.), recibió una consulta que lo dejó sin palabras: “¿Las arrugas en los dedos siempre se forman igual?”.
Lejos de pasarla por alto, esta interrogante lo llevó a iniciar una investigación con potenciales aplicaciones médicas y forenses.
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Un patrón que se repite como una huella digital
Para probar si las arrugas seguían un diseño constante, German y su colega, la investigadora Rachel Laytin, realizaron un experimento con voluntarios. Tras sumergir los dedos en agua durante media hora, se tomaron fotografías detalladas. Un día después, repitieron el procedimiento.

El resultado fue contundente: los pliegues en los dedos seguían exactamente el mismo trazo en cada ocasión. Así, quedó demostrado que las arrugas no aparecen al azar, sino que tienen un patrón fijo y único, casi como una segunda huella dactilar.
Este hallazgo, publicado en el Journal of the Mechanical Behavior of Biomedical Materials, permitió observar que los surcos generados por la humedad no son temporales sin forma, sino marcas constantes activadas bajo condiciones específicas.
No es hinchazón, es una reacción neurológica
Durante mucho tiempo se pensó que los dedos se arrugaban simplemente porque absorbían agua. Sin embargo, diversos estudios, como uno citado por Science Alert, demostraron que la piel necesitaría expandirse al menos un 20 % para generar este efecto, algo que no sucede en la práctica.
La explicación real es más compleja: al entrar en contacto con el agua, esta atraviesa los conductos sudoríparos y altera el equilibrio salino de la piel externa. Esta variación es detectada por fibras nerviosas que envían una señal al cerebro, el cual responde con una orden a los vasos sanguíneos: contraerse.

“Los vasos sanguíneos no cambian mucho de posición: se mueven un poco, pero en relación con otros vasos sanguíneos, son bastante estáticos”, explicó German. “Eso significa que las arrugas deberían formarse de la misma manera, y demostramos que así es”.
Una prueba adicional reforzó esta teoría: uno de los estudiantes que participaba en la investigación tenía dañado el nervio mediano en los dedos. Cuando sumergió sus manos, sus dedos no se arrugaron. “¡Sin arrugas!”, relató German. Con esto, quedó descartada la teoría de la hinchazón como causa principal.
Una ventaja evolutiva con aplicaciones forenses
La función de este fenómeno también tiene un trasfondo evolutivo.
- Los científicos señalan que las arrugas temporales mejoran el agarre en superficies húmedas, facilitando la manipulación de objetos mojados o el desplazamiento seguro en entornos resbaladizos.
Si bien son útiles, estas marcas no permanecen porque podrían reducir la sensibilidad al tacto o aumentar el riesgo de lesiones. Por eso, el cuerpo solo activa este mecanismo cuando está en contacto con el agua por un periodo prolongado.
Más allá de lo evolutivo, los hallazgos podrían tener usos prácticos, sobre todo en áreas como la medicina forense. Comprender cómo y por qué se forman estos patrones podría ayudar a identificar cuerpos que han estado en el agua o mejorar los sistemas biométricos en ambientes húmedos. De hecho, el padre de German, expolicía británico, enfrentó estos retos durante su carrera.
“La biometría y las huellas dactilares están integradas en mi cerebro”, comentó el investigador, quien ve este descubrimiento como el inicio de una serie de nuevas exploraciones. “Me siento como un niño en una tienda de golosinas, porque hay mucha ciencia que no conozco”.
*Con información de DW.