Automóviles
¿Qué es Flipper Zero y por qué Canadá quiere prohibir su venta? Los delincuentes están ‘haciendo su agosto’ con él
El ministro de Innovación, Ciencia e Industria de Canadá, François-Philippe Champagne, está promoviendo la prohibición del dispositivo.
Canadá se ha propuesto prohibir los dispositivos de programación de tipo ‘flippers’, cuyo uso han identificado en el robo de vehículos por su capacidad para interactuar con las señales inalámbricas.
Flipper Zero es un pequeño dispositivo programable de código abierto que ha ganado popularidad en algunas formas de delito, porque permite interceptar las redes de comunicación inalámbrica e interactuar con ellas.
Su precio (unos 165 euros) y lo fácil que resulta comprarlo a través de internet completan el atractivo de este elemento, que el Gobierno de Canadá pretende prohibir tras detectar su uso en el robo de vehículos.
El ministro de Innovación, Ciencia e Industria de Canadá, François-Philippe Champagne, anunció recientemente, en el marco de la cumbre de nacional de la lucha contra el robo de vehículos, la intención de su Ministerio de prohibir “la importación, la venta y el uso de dispositivos de hackeo como los flippers”.
Tendencias
El problema que identifican es que los dispositivos como el Flipper Zero “copian señales de sistemas inalámbricos de entrada sin llave”, lo que permite robar el vehículo. Este tipo de delitos, además, ayudan a financiar otras actividades ilegales, como señalan en una nota de prensa.
El año pasado se conoció el uso de Flipper Zero en un tipo de ‘hackeo’ conocido como “asalto publicitario de Bluetooth”. Si se vincula como un accesorio inalámbrico a un iPhone puede saturar a los usuarios de este teléfono con notificaciones ‘spam’ vía Bluetooth y dejarlo inoperativo.
Así deberán ser las baterías de los celulares y de los vehículos eléctricos desde 2025
Las baterías son responsables de proporcionar la energía que necesitamos para nuestras vidas modernas y, en muchos aspectos, están moldeando el futuro de la movilidad sostenible. Sin embargo, existe un desafío significativo: la gestión de estas baterías a lo largo de toda su cadena de valor, desde la fabricación y uso hasta el adecuado tratamiento una vez que finalizan su vida útil.
Para abordar este problema es necesario disponer de información detallada sobre el historial de cada batería a lo largo de su vida. Desde el tipo de ciclos de carga y descarga a los que ha sido sometida hasta su eficiencia energética y su capacidad de retención de carga con el tiempo. Esta información debería estar disponible para cualquier usuario o reciclador interesado en reutilizarlas en un almacenamiento de energía de segunda vida.
La Unión Europea ha dado un paso crucial en la promoción de la economía circular con la introducción de nuevas regulaciones para las baterías utilizadas en la movilidad eléctrica y los dispositivos móviles.
Así, a partir del 20 de junio de 2025, las baterías en dispositivos móviles y tabletas deberán mostrar información sobre su eficiencia energética, durabilidad, resistencia al agua y al polvo y capacidad de resistencia a caídas accidentales. Esta es la primera vez que un producto comercializado en el mercado de la UE deberá mostrar una etiqueta, que de forma esquemática podría ser como las de los frigoríficos, con una puntuación de ecodiseño que mida la facilidad para su reparación.
Entre los requisitos más notables, la duración de las baterías debe concebirse de manera que sean capaces de soportar al menos 800 ciclos de carga y descarga, manteniendo el 80 % de su capacidad inicial.
También se imponen normas sobre desmontaje y reparación, con obligaciones para los fabricantes de diseñar los dispositivos para que se puedan quitar las baterías con herramientas normales sin dañar el producto y proporcionar instrucciones para su retirada segura. Además, deben proporcionar piezas de repuesto rápidamente y durante siete años después de la venta del producto.