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Tres palabras de las cuales nunca debe confiarse, porque podría ser víctima de engaños

Tres frases comunes pueden ser la clave de sofisticadas estafas telefónicas, según advierten expertos en seguridad digital.

23 de abril de 2025, 10:56 p. m.
El lenguaje cotidiano se ha convertido en herramienta de engaño para quienes buscan acceder a información personal.
Las estafas más frecuentes comienzan con frases simples, pero altamente peligrosas. | Foto: Getty Images

En tiempos donde las comunicaciones digitales se han vuelto parte esencial del día a día, las estafas telefónicas continúan evolucionando y adoptando formas cada vez más sutiles.

Especialistas en ciberseguridad advierten que una simple llamada desde un número desconocido podría convertirse en el primer paso hacia una pérdida de datos personales o dinero.

El investigador en seguridad digital, Julio López, ha profundizado en las estrategias más frecuentes utilizadas por estafadores, y sus hallazgos exponen como expresiones aparentemente inofensivas pueden ser la puerta de entrada a un fraude.

Una llamada inesperada podría ser el inicio del problema

Según el análisis de López, cuando se recibe una llamada de un número móvil no registrado, existe una probabilidad cercana al 90% de que se trate de una trampa telefónica.

Esto fue lo que le pasó a la mujer.
Una llamada, un mensaje y una solicitud de descarga podrían esconder un fraude si contienen ciertas palabras clave. | Foto: Getty Images

En la mayoría de los casos, los delincuentes intentan crear un ambiente de confianza, fingiendo ser representantes de entidades financieras, empresas reconocidas o incluso plataformas de servicios públicos.

A través de un lenguaje amable, pero insistente, buscan convencer a la víctima para que comparta información sensible.

Frases comunes que podrían ocultar intenciones maliciosas

Los estafadores no necesitan de discursos elaborados para conseguir lo que quieren.

Basta con tres expresiones, repetidas en diferentes variantes, para que un usuario desprevenido entregue acceso a su información.

  1. “Vamos a simular un crédito”: Con este planteamiento, el delincuente hace creer a la persona que está a punto de recibir un beneficio financiero. El propósito real es recopilar datos como número de cédula, cuentas bancarias o direcciones, bajo la excusa de “verificar identidad”.
  2. “Le enviamos un código de seguridad”: Esta frase se ha vuelto cada vez más recurrente. Se refiere a los códigos de verificación enviados por servicios legítimos, como bancos o plataformas digitales. El truco está en que el usuario, al compartir ese código con el estafador, permite que este acceda a sus cuentas en línea o modifique configuraciones de seguridad.
  3. “Necesitamos que instale una aplicación”: El engaño se completa cuando la víctima, obedeciendo las indicaciones del supuesto asesor, instala un programa desconocido. Esta aplicación suele contener software espía que extrae contraseñas, conversaciones, registros de llamadas y, en algunos casos, controla remotamente el dispositivo.

Prevenciones para evitar caer en trampas telefónicas

Ante estas prácticas cada vez más frecuentes, los especialistas recomiendan adoptar una actitud preventiva frente a cualquier llamada inesperada.

Esta es la razón por la que los estafadores conocen tanto de una persona.
Investigadores han detectado tres expresiones que suelen marcar el inicio de un intento de engaño telefónico. | Foto: Getty Images

Si un interlocutor solicita códigos, datos personales o instalaciones de software, lo más sensato es interrumpir la comunicación de inmediato.

Nunca se debe compartir información confidencial por teléfono, aunque la persona diga pertenecer a una institución confiable.

Además, se aconseja verificar el número llamante con canales oficiales, y no descargar aplicaciones por fuera de las tiendas autorizadas.

Desconfiar puede ser, en estos casos, la mejor defensa. Frente a expresiones que apelan a la urgencia o la promesa de beneficios económicos, lo más seguro es detenerse y corroborar. La prevención es clave cuando el riesgo es perder no solo dinero, sino también el control sobre la propia información.

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