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Las milenarias cavernas sudamericanas que fueron declaradas patrimonio de la humanidad, ¿dónde quedan?
La Unesco reconoció a las cuevas por su “belleza natural excepcional” y como un ejemplo “sobresaliente de las etapas principales de la historia de la Tierra”.

Las Cavernas do Peruaçu, una extensión de cañones y cuevas gravadas con arte rupestre prehistórica en Brasil, fueron inscritas el pasado domingo en la lista del patrimonio mundial de la Unesco, anunció la organización internacional.
Localizado en el norte del estado Minas Gerais (sureste), el parque nacional Cavernas de Peruaçu abarca unas 56.500 hectáreas de paisajes brotados de cuevas colosales. Algunas, de hasta seis kilómetros de longitud, están entre los espacios subterráneos más grandes del mundo, según Unesco.
En su designación, el organismo de Naciones Unidas reconoció la “belleza natural excepcional” de las Cavernas de Peruaçu y las calificó como ejemplo “sobresaliente de las etapas principales de la historia de la Tierra”.
“El parque se encuentra en la intersección de los biomas Cerrado, Caatinga y Bosque Atlántico, alberga más de 2.000 especies de plantas y animales, incluidas muchas amenazadas”, dijo la Unesco.
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Con sus cañones y galerías y agua permanente, el valle de Peruaçu favoreció la ocupación humana desde hace 12.000 años. Pinturas en las rocas, en distintos estilos, abundan en la zona.
Mientras que los primeros habitantes eran cazadores, evidencias arqueológicas y pinturas sustentan el cultivo de maíz, tabaco, algodón y granos, entre otros, en tiempos más recientes, indicó Unesco.
Según el Instituto Chico Mendes de Conservación de Biodiversidad (ICMBio), a cargo de los parques nacionales brasileños, los indígenas xacriabás conocían el valle como “Peruaçu” con el significado aparente de “hueco grande”, en referencia al cañón o a las grandes cavernas formadas en roca caliza en la región.
Entre las 30 candidaturas examinadas este año por el Comité del Patrimonio Mundial, reunido en París hasta el domingo, figuran también los castillos del rey Luis II de Baviera, así como paisajes culturales en Camerún y Malaui.
Oro y piratas: ruta colonial de Panamá declarada patrimonio por la Unesco
Otro de los sitios latinoamericanos destacados el fin de semana como patrimonio mundial por la Unesco es la ruta colonial de Panamá, por la que circularon durante siglos en mulas y botes las riquezas de América y antigua antecesora del canal interoceánico.
Entre los siglos XVI y XIX, el imperio español transportó a través del istmo productos procedentes de Asia y América con destino a Europa. Con tal fin, usó una red de caminos y ríos para llevar las mercancías desde la costa del Pacífico al Atlántico.

“Representa mucho más que una red de caminos históricos, es testimonio vivo del papel estratégico del Istmo en los sistemas globales de intercambio” comercial a lo largo de la historia, señaló la ministra panameña de Cultura, Maruja Herrera, tras la declaración de la Unesco.
Desde lo que hoy es Perú y Bolivia llegaban a Panamá el oro y la plata, mientras que de Filipinas las especias, porcelanas y telas. Para proteger las mercancías de los piratas, los españoles construyeron fortificaciones.
La ruta de Panamá fue “importantísima” para el comercio internacional de la época, explica a la AFP el historiador y catedrático panameño Celestino Araúz.
La corona española “podía abastecer parte de sus colonias con mercaderías europeas y a su vez obtener productos americanos para la industria española y del resto de Europa”, añade.
La Ruta Transístmica Colonial la conforman, en la costa pacífica, las ruinas de la primera capital y el Casco Antiguo de la actual Ciudad de Panamá.
Con información de AFP