Turismo
Martinica, la isla paradisiaca del ron y exuberantes selvas tropicales en el Caribe: ¿qué hacer y qué ver en esta joya natural?
Este destino ofrece una mezcla única de cultura francesa y caribeña. Descubra por qué visitarlo.

La isla de la Martinica emerge como una joya francesa en el mar del Caribe, que cautiva a los turistas con sus playas de arena negra al norte y de arena dorada al sur, rodeada de exuberantes selvas tropicales, volcanes, una exquisita gastronomía y vibrante ambiente de fiesta con música y danza en cada rincón.
De acuerdo con la página oficial de la Agencia Nacional de Turismo de Francia, entre los encantos de este destino también se destacan sus aguas turquesas y espectaculares puestas de sol, que invitan a disfrutar un verdadero viaje al corazón de una cultura criolla viva, donde las viejas canciones populares francesas medievales se cantan al ritmo del biguine o zouk, y donde el arte contemporáneo se reinventa en las plantaciones de caña de azúcar.
Descubrir esta isla, situada entre Dominica y Santa Lucía, en pleno corazón del archipiélago del Caribe, que forma parte del grupo de las Pequeñas Antillas o ‘Islas del Viento’, significa tener la oportunidad de vivir una mezcla única de cultura francesa y caribeña.
“Martinica está bañada al este por el océano Atlántico y al oeste por el mar del Caribe. El relieve está lleno de contrastes, con la Montaña Pelada al Norte y las Mornes más suaves al sur”, señala el sitio web de este atractivo turístico La Martinique.
Esta misma fuente indica que la isla goza de un clima tropical marítimo durante todo el año (25 °C), suavizado por los vientos constantes. Cuenta con una superficie de 1.180 kilómetros cuadrados y una población de más de 400.000 habitantes.

Desde 1946, Martinica es un territorio francés, y en la actualidad forma parte de la Unión Europea, luciendo un relieve joven, vivo y volcánico. La montaña Pelée es su punto culminante (1,397 m).
A lo largo de su recorrido, se encuentran hondos bosques, ríos y cascadas que caracterizan el paisaje norteño. En el casco histórico, los viajeros pueden pasear entre las ruinas conservadas en la memoria: teatro, iglesia de la fortaleza o prisión,
Para conocer más sobre su geografía, se recomienda visitar el Museo vulcanológico Franck-Perret, una escenario en el que se explora en detalle el mundo de los volcanes.
¿Qué hacer y qué ver en esta joya natural?
El territorio cuenta con una red de 31 caminos para practicar senderismo que llevan a sus visitantes por los diferentes paisajes de la isla. Además, también es posible transitar estas vías a caballo o en bicicleta.
Los amantes del mar pueden descubrir en este lugar numerosos sitios para bucear y otros diseñados para la práctica del surf, además de playas perfectas para descansar.

El sur de la isla es la zona más turística, ideal para aquellos que buscan un mar tibio y playas bordeadas de palmeras. En esta zona se aconseja explorar los pueblos pescadores de Anses-d’Arlets, Grande-Anse-d’Arlet, Le Vauclin y las calas (bahías con forma de concha) de las ensenadas de Noire y Dufour.
Otra recomendada es Les Salines, una playa con arena blanca y surcada de palmeras. En Le Marin está una de las marinas más grandes del Caribe, donde se pueden alquilar barcos de motor y de vela, con y sin tripulación, para los fanáticos de la vida náutica.
Allí también se puede hacer la ruta del ron, una bebida muy relacionada con su cultura y las plantaciones de azúcar, uno de los primeros recursos económicos.