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¿Qué esconde la ciudad prohibida de Pekín? Descubra por qué es una parada obligada si visita la capital de China
En este impresionante complejo con más de 900 edificios y 8.000 habitaciones vivieron los emperadores chinos durante 500 años.

Detrás de una muralla roja de 10 metros de alto se esconde la ciudad prohibida de Pekín. Un impresionante complejo de edificaciones en el que por casi 500 años vivieron los emperadores chinos. Para recorrerla es necesario reservar con una semana de anticipación, pagar 60 yuanes por persona ($35.000) y pasar estrictos controles de seguridad.
A pesar de que fue abierta al público desde el 10 de octubre de 1925, la experiencia de conocerla es aún sublime. Para evitar aglomeraciones y proteger este complejo, declarado Patrimonio de la Humanidad, cada día solo se permite el ingreso de 80.000 personas, unas 14 millones al año.

Las puertas están abiertas hasta las 3:40 de la tarde, después de esa hora nadie puede ingresar. Es indispensable llevar el pasaporte. Justo antes de entrar a la ciudad se pasa caminando frente a la Puerta de Tiananmén, una estructura gigantesca, con el retrato de Mao Zedong, custodiada por guardias del gobierno de la ciudad.
Este lugar está cargado de simbolismo, pues Mao fue el fundador de la nueva China.

Recorrido por la ciudad
Son 150.000 metros cuadrados, 980 edificios y más de 8.000 habitaciones las que componen este inmenso complejo, que fue hogar de 24 dinastías chinas y del que occidente pudo conocer por primera vez a través de las impresionantes escenas de la película El último emperador.
Caminar por todo el centro es lo que hacen la mayoría de viajeros. Sin embargo, desde los corredores de los extremos también es posible apreciar la antigua arquitectura china. De hecho, la madera con la que fue construida la ciudad es una de las más antiguas y mejor conservadas del mundo.

Conocido también como Palacio Imperial, la ciudad está dividida en tres: las defensas (foso y muro), el patio exterior, donde se realizaban las ceremonias principales, y el patio interior, que era la residencia del emperador.
Aquí vale la pena detenerse en el jardín imperial, un espacio con árboles, colinas artificiales, y la estatua en bronce de un dragón, símbolo de poder y misterio.
Los dormitorios de los emperadores están en el Palacio de la Pureza Celestial, en el Salón de la Tranquilidad Terrestre es donde se celebraban los matrimonios imperiales y el Palacio de la Unión y la Paz funcionaba como depósito de los sellos imperiales.

A lo largo del complejo también hay pequeñas tiendas con objetos típicos como imanes, llaveros y abanicos. Al pasar la última puerta y salir de la ciudad prohibida, los viajeros quedan frente al Parque Jingshan, una colina artificial de más de 230.000 metros cuadrados, que fue un jardín imperial y ahora está abierto al público.
Desde aquí se ve una impresionante panorámica de la ciudad prohibida, de sus techos y las murallas que durante cinco siglos mantuvieron a los emperadores chinos aislados del mundo.