Vehículos
Los peligros de pasar por los charcos a alta velocidad: en algunos países lo pueden mandar a la cárcel
La seguridad del conductor, de los peatones, ciclistas y moteros puede verse afectada por una imprudencia de este tipo.


Cuando la carretera se cubre de agua tras una intensa lluvia, muchos conductores subestiman los riesgos de mantener o aumentar la velocidad al pasar por un encharcamiento.
Aunque pueda parecer una maniobra inofensiva, atravesar un charco a alta velocidad puede desencadenar una serie de problemas mecánicos, de seguridad e incluso legales.
Este comportamiento, común en zonas urbanas y carreteras mal drenadas, representa un peligro latente tanto para el conductor como para peatones y otros vehículos.

Aquaplaning: el enemigo silencioso
Uno de los principales peligros es el aquaplaning o hidroplaneo. Este fenómeno ocurre cuando los neumáticos pierden contacto con el asfalto debido a una capa de agua que se interpone entre ambos.
En cuestión de segundos, el vehículo puede deslizarse sin control, haciendo imposible frenar o maniobrar. Según la National Highway Traffic Safety Administration (NHTSA), el riesgo de aquaplaning aumenta drásticamente cuando se circula a más de 80 km/h sobre superficies mojadas o con acumulación de agua.
Además, el aquaplaning puede afectar tanto a vehículos livianos como a motocicletas. En el caso de las motos, la pérdida de tracción en una sola rueda puede causar una caída inmediata y potencialmente grave.
Daños mecánicos: más allá del salpicón
Pasar sobre un encharcamiento a alta velocidad puede generar impactos que afecten severamente partes importantes del vehículo. El golpe de agua contra el motor, el sistema de frenos o el radiador puede provocar fallos inmediatos o daños acumulativos.
Por ejemplo, si el agua entra al sistema de admisión del motor, puede producirse un “golpe hidráulico”, una avería catastrófica que puede doblar bielas o destruir completamente el motor.

De acuerdo con Autobild España, este tipo de daño puede repercutir en daños altamente costosos para cualquier persona.
En motocicletas, el agua puede comprometer los frenos, provocar corrosión prematura y afectar la lubricación de componentes críticos como la cadena de transmisión o los rodamientos.
Riesgo para terceros: peatones y otros conductores
Un aspecto que muchos ignoran es el riesgo que se corre hacia los demás. A alta velocidad, el vehículo levanta una gran cantidad de agua que puede impactar directamente a peatones, ciclistas o motociclistas.
Además del peligro de mojarlos, puede limitar su visibilidad o hacerlos perder el equilibrio. En varios países, esto puede considerarse una infracción.
Por ejemplo, en Reino Unido, salpicar a un peatón deliberadamente con un charco puede ser motivo de multa y hasta sanciones legales según la Highway Code.
Disminución del control y visibilidad
El agua que salpica el parabrisas también puede reducir drásticamente la visibilidad si los limpiaparabrisas no funcionan correctamente o si el sistema de ventilación no desempaña bien el cristal. Esto se agrava en la noche o con lluvia intensa, cuando la luz de los faros se refleja en el agua, generando deslumbramientos.
Además, pasar por un encharcamiento puede ocultar baches, alcantarillas sin tapa o escombros que pueden dañar la suspensión, provocar un reventón de neumáticos o, en casos extremos, causar un accidente.
Buenas prácticas para prevenir incidentes
La mejor manera de evitar estos riesgos es reducir la velocidad antes de atravesar cualquier charco, por pequeño que parezca. Mantener un ritmo constante y no frenar bruscamente permite conservar el control del vehículo

También es fundamental revisar la presión y el dibujo de los neumáticos, pues un buen agarre puede ser la diferencia entre un susto y un accidente.
Para los motociclistas, lo ideal es desacelerar, mantenerse recto y evitar movimientos bruscos del manillar o los frenos. Circular con el equipo adecuado y prestar atención al entorno también es clave.