Entrevista
La periodista Marcela Sarmiento presenta ‘Después del amor’, un pódcast para aprender a vivir el duelo
La periodista Marcela Sarmiento conversa sobre el duelo, en el pódcast ‘Después del amor’, un homenaje a su esposo, Alejandro Nieto Molina.
Marcela Sarmiento ha vivido dos grandes duelos en su vida: el primero fue el de Miguel, su hijo, un bebé que murió pocas horas después de nacer. El segundo fue el de su esposo, Alejandro Nieto Molina, reconocido periodista que solo días antes de su muerte había sido nombrado vicepresidente de Univisión Radio. Ambas partidas, igual de sorpresivas. Igual de dolorosas.
Con esas experiencias a cuestas, nació el pódcast Después del amor, un viaje emocional a través del duelo y la reinvención tras una pérdida, en el que Marcela conversa con varios invitados sobre qué hacer con ese amor que queda en el fondo del alma cuando “quien amamos ya no está”.
SEMANA: Alejandro Nieto Molina, su esposo, es quien inspira este trabajo...
Marcela Sarmiento: Siempre fue una inspiración en muchos sentidos. Él me introdujo al mundo de la radio, a través de su familia: de su papá, un gran radiodifusor, Julio Nieto Bernal, y de su hermano Andrés. Inspiraba al ser tan apasionado con su trabajo; lo que se proponía lo sacaba adelante, y ese legado sigue vivo en todas las personas que lo conocimos. Y no encontré otra manera de homenajear a un hombre de radio que con un pódcast.
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SEMANA: ¿Cuál fue su propio camino para hacer el duelo?
M.S.: Al comienzo, es duro. Los primeros años son de recuperación emocional. Uno se pregunta: ¿cómo se va esta persona, si yo todavía estoy tan llena de ella? Su voz, su olor, sus recuerdos. Toma tiempo y voluntad. El duelo es como el amor: va y viene, como las olas. Días de hacerse preguntas y otros de hallar respuestas: por qué la vida te quita cosas, y aprender a gestionar ese sentimiento. No puede ser llanto y dolor, el reto consiste en autogestionar esos sentimientos. Porque además, en casos como el mío, quedaron dos hijas. Entonces, dejas el duelo a un lado y te pones en modo supervivencia.
SEMANA: ¿Es posible recordar la muerte sin dolor?
M.S.: Cuando muere Alejandro, el 8 de febrero de 2016, estaba lleno de vida y propósitos. Había mucha esperanza puesta en él y en ese nuevo proyecto que enfrentaba. Y eso fue toda una película, uno cree que estas cosas les pasan a otras familias. Y toma tiempo reacomodar las memorias. La mía es una película que de vez en cuando vuelves a ver y te genera más o menos emociones.
SEMANA: ¿Cree que la gente debería prepararse para la muerte?
M.S.: Sí, porque la muerte es lo único que es inevitable, a todos llega. Dependiendo de las circunstancias, claro, si un ser querido tiene una enfermedad terminal o ya pasa de cierta edad, debemos comenzar a elaborar la idea de que la muerte es inevitable, tan natural como nacer.
SEMANA: El duelo, dicen los expertos, tiene cinco grandes etapas. Y este pódcast, cinco grandes invitados. ¿Coincidencia?
M.S.: No. Cada episodio de Después del amor narra una experiencia personal sobre el duelo, desde la negación hasta la aceptación. Los invitados son la escritora española Rosa Montero,viuda; Piedad Bonnet, que habla de la pérdida de su hijo; Daniel Samper Ospina, que nos pone frente al duelo de perder una mascota, a Serafín, su perro, que llega a ser parte fundamental de la vida de una familia, y están también los testimonios del periodista Jordi Évole y del actor y comediante Héctor Suárez Gomís. Al duelo hay que ponerle palabras, y este pódcast ayuda en eso.
SEMANA: ¿Cuál es el tiempo ideal para procesar un duelo?
M.S.: No creo que haya un tiempo exacto. Todo el mundo hace lo que puede, con los recursos que tiene, los emocionales, los del tiempo. Yo demoré en abrazar mi duelo porque tenía dos hijas y mi carrera. Yo estaba en Madrid, y con ellas y con Alejandro íbamos a radicarnos en Miami para empezar una nueva vida como familia, y la muerte nos sorprende en medio de todos los cambios que eso implica. Él muere solo en Estados Unidos. Todo fue muy caótico. Pero, aún en medio de ese dolor y de la idea de que siempre dolerá que ese ser se haya ido, no está bien quedarse en la tristeza patológica y en los días de oscuridad en los que no quieres comer.