Realeza
Por qué Meghan y Harry tienen derecho a irse
Aunque todas las críticas se han enfocado en ella, para otros la vida de los Sussex era imposible en una sociedad tan racista y criticona como la británica.
Dos días después del Brexit royal, los diarios británicos han logrado establecer los eventos que transcurrieron antes de esa drástica movida de los duques de Sussex. Según el diario The Telegraph, el príncipe Harry le había comentado a su padre su intención de repartir el tiempo entre Norteamerica y Gran Bretaña. El principe Carlos escuchó la petición y entendió sus motivos, pero le explicó a su hijo que era importante presentar un plan detallado por escrito para poder discutirlo a profundidad. La idea es que cualquier decisión que se tome con Harry se haga con mucho cuidado para no abrir una puerta de salida a otros miembros de la realeza. Días más tarde Harry apareció con el plan y con la intención de que la Reina lo aprobara cuanto antes. Nuevamente Carlos le dijo que lo más prudente era esperar a que la Reina regresa de Sandrigham, donde estaba pasando unos días de descanso por las festividades de diciembre.
Al regreso de su sabático de seis semanas Harry volvió a contactar a su abuela para hablar del asunto, pero ese encuentro no sucedió. Aunque la reina estaba al tanto del tema sentía necesario discutirlo con el príncipe Carlos y otros asesores antes de tomar una decisión sobre cómo ayudarles a conseguir lo que pedían. Le advirtió que no divulgara nada sobre sus intenciones a los medios. Sin embargo, ante el rumor de que el diario The Sun iba a escribir sobre las negociaciones que se fraguaban entres los duques de Sussex y la soberana, la joven pareja decidió salir con el comunicado sin consultar a nadie.
En Gran Bretaña, desde la reina para abajo están indignados con la pareja. Una encuesta hecha por Yougov señala que 63 por ciento de los participantes piensan que los Sussex no deberían recibir mas dinero de la Corona. Los consideran egoístas e inmaduros y no entienden cómo una pareja puede hacerle esto a la Reina, de 94 años, que no solo tienen la presión de la salud de su esposo, el príncipe Felipe que a sus 98 años cada día está más frágil, sino que ha trabajado durante más de 60 años por cuidar la monarquía más longeva del mundo. Algunas instituciones que Meghan apoya, como el Royal Ballet, han alzado su voz de protesta y manifestado su interés de removerla de ese papel pues necesitan figuras que trabajen tiempo completo en esa causa.
Pero de los dos, la gran mayoría en ese país culpa a Meghan de la situación actual. Dicen que ella, que se casó advertida de lo que era ser miembro de la familia real británica, nunca entendió que eso implicaba sacrificios. Aun así, todo lo que ambos pidieron para vivir felices a su medida se les concedió: la boda que querían, una residencia aparte de sus cuñados, los duques de Cambridge, el personal necesario para realizar sus tareas y la libertad en el manejo de la privacidad de su embarazo y el nacimiento de su hijo. Pero nada de eso fue suficiente. Algunos se preguntan hoy ¿Qué más querían? A lo que otros contestan: “tener el ponqué intacto y al mismo tiempo comerse una tajada”, una expresión anglosajona que indica que la pareja iba por lo mejor de los dos mundos: el de ser celebridad, como ella y el de ser de la realeza.
Pero al otro lado del Atlántico se ha visto otra reacción. No solo sus amigos los han apoyado sino también otros no muy cercanos a ellos como Afua Hirsh, una profesora y autora del libro British: On race, identity and belonging, quien manifestó en su columna del New York Times que la de Meghan era una decisión apenas obvia. Esto si se tiene en cuenta que la sociedad británica es racista y nunca le dio una bienvenida calurosa. Por el contrario, los tabloides no tuvieron piedad con ella por ser de biracial. Recuerda que desde el comienzo fue discriminada, como cuando apenas se rumoraba de su noviazgo y el diario The Daily Mail publicó una artículo en el que mostraba el barrio de donde venía su madre, Doria Ragland, un lugar donde las bandas criminales cometían en promedio 47 crímenes cada 15 días. “Será que él (harry) va a ir a tomar el te allá?”, decían en tono burlón.
Tampoco se olvida que la duquesa de Kent lució un broche considerado racista la noche en que el palacio de Buckingham presentó a Meghan a la familia real, o que un presentador de la BBC comparó con un chimpancé a Archie, el recién nacido hijo de la pareja. Otras sugerencias más sutiles incluyen un artículo en el que se asocia el nombre de Meghan al aguacate, uno de sus alimentos preferidos, con guerras y abusos de derechos humanos. El libro de cocina de Meghan, además, fue relacionado con ayudas a una célula terrorista.
Hirsh además argumenta que ella siempre era criticada por actos similares a los que realizaban otros miembros de la familia. La diferencia es que ella solo recibía críticas. El ejemplo más claro es cuando fue invitada por la revista Vogue como editora, y “fue ampliamente criticada por gran parte de los medios británicos mientras que la invitación de la revista Country Life al príncipe Carlos y de Kate en el Huffington Post fueron alabadas”, dice la autora en su editorial. Teniendo en cuenta que el imperio británico es una construcción política basada en las doctrinas de la supremacía blanca, Hirsh señala que muchos negros ciudadanos de ese país no entendieron la decisión de ella de unirse a la familia que simboliza esa historia. Para Hirsh la decisión de salir de ahí era solo cuestión de tiempo.
Y aunque muchos sostienen que Meghan, quienes es más fuerte y dominante que Harry, influenció la decisión, otros lo culpan también a él. Angela Levin, autora del libro Harry: conversaciones con el príncipe, ha dicho que no se puede echar la culpa solo a Meghan pues para tomar esta decisión se necesitó de otro voto: el de Harry. Meghan pensaba como una celebridad y él como un miembro de la realeza y juntos no fueron capaces de integrar los dos mundos. “El hubiera podido convencerla de que lo hicieran, y de pronto lo intentó, pero lo cierto es que se necesitan dos para hacer estas cosas”, dice Levin. El príncipe, que aún cree que los medios mataron a su madre, actuó con la intención de proteger a su familia y evitar que algo parecido les sucediera. “La influencia de su mamá fue importante y a Diana le habría gustado que sus hijos buscaran la libertad, pero estaría totalmente destrozada de ver que hoy hay una gran grieta entre los dos hermanos”, dijo Levin a La W. La experta condena la manera cruel en que Harry y Meghan anunciaron la noticia al mundo.
Quien tiene la razón es difícil de establecer. Por ahora se rumora que a los Sussex les cortarán los ingresos provenientes del ducado de Cornwall y les cobrarán arriendo por la casa de Frogmore en Windsor. Lo único cierto es que el príncipe Carlos tendrá que usar pinzas para realizar la negociación que permita la salida de los Sussex sin dañar los vínculos afectivos con Harry, pues mucho le ha costado ganarse su cariño y respeto tras la muerte de su madre.