“¿Para qué un puerto si no hay ni agua potable?”
#NoAlPuertodeTribugá fue tendencia en Twitter luego de que se quisiera declarar esa obra como de interés nacional. Semana Rural habló con la actriz Carolina Guerra, una de las voces en contra del proyecto
Nuevamente se ha reactivado el debate frente a la construcción del puerto de aguas profundas en el Golfo de Tribugá (Chocó). El pasado 26 de agosto la Gobernación citó a la Asamblea para discutir un proyecto que declare la obra como de interés público para la nación.
En Nuquí, varios líderes alzaron la voz contra la construcción del proyecto, que consideran está en contravía de sus cosmovisiones y de su forma de entender los territorios. Y no solo allá. También en Bogotá y en varias ciudades del país.
De hecho, activistas, políticos y ciudadanos lograron volver tendencia el hashtag #NoAlPuertodeTribugá la noche del martes y la mañana del miércoles, buscando darle resonancia a estos líderes y lideresas en el territorio.
La actriz y activista Carolina Guerra es una de las caras visibles de esa lucha. Recién graduada del ‘Climate Reality Project’ —un curso impartido por el ex vicepresidente de EE. UU. Al Gore—, la también activista social habló con Semana Rural de la urgencia de empoderar a las comunidades y de las diferentes definiciones de progreso que hay en los territorios.
Usted creó la iniciativa #NoAlPuertodeTribugá ¿Por qué?
Esta acción se me ocurrió con Marcela Mar, que también es actriz, para darles voz a las comunidades que son las que se verán directamente afectadas. Algo que he aprendido a lo largo de los años, y una de las lecciones que deja esta pandemia, es que uno no puede separar la conversación ambiental de lo social, ni de la justicia. Todo está íntimamente relacionado.
Nosotros como activistas estamos llenos de razones para sentar una posición desde un punto de vista medioambiental, pero es clave que la comunidad sea la que lo diga. Es fundamental empoderar a las personas para que no quepa duda de la veeduría ciudadana.
Ustedes lideran la campaña…¿pero la voz es la de las comunidades?
Claro, nosotros no podemos quitarles el protagonismo de esa lucha, tenemos simplemente que ayudarlos a amplificar sus relatos. El acercamiento que yo he tenido con los líderes ambientales de la zona es lo que me ha permitido entender eso. Así fue que conocí a Josefina Klinger, que es una de las lideresas que da su testimonio. La visión de desarrollo que ella ha promovido va de la mano con las posibilidades que tienen en la zona y es amigable con sus comunidades.
¿Cree que no se tienen en cuenta estas visiones en el proyecto?
Hay que volver a definir el concepto de desarrollo y de progreso. Uno no puede hablar de este tipo de proyectos en nombre del desarrollo porque es una mirada muy cerrada. Este tipo de temas hay que entenderlos de manera integral y así hemos buscado manejar la acción, que ha sido conjunta con varias organizaciones.
Lo que está pasando en Colombia y lo que pasa con todos los gobiernos es que hay una visión del desarrollo desde el centralismo. Es una visión arcaica de lo que significa progreso. La idea es que debemos descentralizar estas percepciones. Lo que necesita la ciudad no es lo mismo que necesitan las comunidades.
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¿Se quiere imponer una mirada única de desarrollo?
Sí. Al parecer para el Gobierno solo existe una (mirada). Es absurdo que en un lugar donde el acceso a servicios básicos es tan precario, en un departamento donde la gente se muere de paludismo, de una mordida de serpiente, ¿lo que necesitan es un puerto? No tienen ni agua potable. Hay una desconexión gigante de la realidad en los territorios. El estado ha estado históricamente alejado de las necesidades de la población.
El debate siempre ha sido el mismo. ¿Cuál cree que es la razón para que desde el gobierno se insista en la construcción del Puerto?
Ahí lo que se evidencia es que no les importan las comunidades. Que a pesar de que han expresado en mil formas que el Puerto no les interesa, igual siguen insistiendo. Ante el abandono estatal histórico del departamento lo único que tienen las comunidades es a los recursos naturales. Tienen su comida porque tienen el mar, tienen agua por sus ríos. Viven del sustento que les da el planeta. Ahora lo único que tienen se los van a quitar con la promesa de que los va a beneficiar... Es muy frustrante que al medio ambiente no se le entienda como parte del desarrollo.
¿La crisis del medio ambiente es también una crisis social?
Son siameses, es imposible no entender que van de la mano. Las visiones de bienestar de las comunidades de Nuquí dependen de la relación estrecha con el medio ambiente y los recursos naturales. El problema medio ambiental es social, no puede haber duda de eso. La amenaza del medio ambiente tiene que entenderse como una amenaza para la economía, para la justicia, y casi que para todo. No solo es del ambientalista, es de todo el mundo.
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