Francia está comprometida desde los 13 años con la defensa de los derechos ambientales de su territorio. | Foto: Cortesía

Buenos Aires, Cauca

Por qué a todos nos debería importar Francia Márquez y su lucha ambiental

Hablamos con la líder ganadora del que se considera el 'Nobel ambiental' por haber emprendido una batalla en contra de la minería ilegal, en el norte del Cauca. Nos contó su historia y les mandó un mensaje de motivación a otros líderes sociales del país.

2 de mayo de 2018

Francia Márquez todavía no sale del asombro. Le ha tocado contestar decenas de entrevistas a medios colombianos, estadounidenses, europeos. Pero ella no se cansa de contar su historia de luchadora, de líder social incansable. Esos mismos atributos que le fueron reconocidos con el premio The Goldman Environmental Prize, el galardón que destaca a los defensores del medioambiente en el mundo.

 

El premio, considerado el ‘Nobel ambiental’, fue toda una sorpresa para Francia, pero quienes la conocen saben que detrás de esta mujer hay un compromiso con la defensa de los derechos ambientales de su territorio que comenzó a los 13 años, en la vereda Yolombó, perteneciente al municipio de Buenos Aires, en el norte del departamento del Cauca. A esa edad protestó por la construcción de una represa.

Francia, quien forma parte de una familia afrodescendiente que vive hace decenas de años en un territorio ancestral, fue testigo de cómo la minería ilegal comenzó a acabar con el río Ovejas y los bosques de la zona. Por eso, decidió encabezar una batalla para detener la actividad minera que amenazaba con destruir su territorio.

Hace cuatro años, junto con un pequeño grupo de otras mujeres del corregimiento de La Toma, donde vive, caminó durante diez días para hacerse escuchar. Llegaron hasta la plaza de Bolívar de Bogotá y hablaron con valentía sobre lo que estaba pasando. Así lograron detener –al menos en el papel– un daño ambiental que amenazaba con ser irreversible.


 

-Ubicación de Buenos Aires, Cauca- 

 


“Las excavaciones ilegales de este paraje colombiano generaban más de 30 toneladas de mercurio anuales que acababan en las aguas de esta región amazónica, provocando una intoxicación que se extendía a lo largo de más de 230 kilómetros. Alrededor de las minas, además, surgían poblados en los que la prostitución, los altercados y el tráfico de drogas eran el pan de cada día”, estableció la organización del premio Goldman al otorgarle el reconocimiento a Francia.

 

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 | FOTO: Premio Goldman.


 

El camino recorrido por esta mujer de 35 años en defensa del medioambiente no ha sido fácil. Este combate desigual le provocó hostigamientos, amenazas, burlas, maltratos verbales que hicieron que se desplazara hasta Cali. Pero Francia no se rindió y siguió batallando para liberar de retroexcavadoras, plomo y mercurio a su pueblo.

Orgullosa de sus ancestros, Francia quiere empoderar más liderazgos y que su premio se convierta en un motor para comenzar otras conquistas populares en defensa del medioambiente. “Mi comunidad y yo hemos tenido muchas dificultades en seguridad, pero con todo eso hemos seguido allí, luchando para que algún día llegue la justicia a nuestro territorio y porque algún día alguien reconozca la importancia de cuidar el medioambiente, la importancia de cuidar los ríos y el territorio. Yo creo que eso es lo que hemos venido haciendo”, dijo desde Washington, donde en medio de su apretada agenda sacó un tiempo para hablar con SEMANA RURAL.

Una mujer que no se rinde. Así es Francia Márquez, la campesina colombiana, ganadora del ‘Nobel ambiental’.


 

La vimos muy emocionada al recibir el premio. ¿Qué significado tiene para usted y para toda su comunidad? 

Para mí fue mucha emoción, esperanza de saber que alguien escuchó la voz en algún lugar porque a veces nosotros, la comunidad, sentimos como si fuéramos contra la corriente. A veces no encontramos respuesta ni los apoyos necesarios. Sentimos que estamos caminando en una lucha que parece imposible, pero recibir ese premio nos llena de esperanza para saber que estamos haciendo las cosas bien, que vamos por buen camino y que hay que seguir. Que es necesario ser perseverantes y que no hay que abandonar la lucha por el primer obstáculo que aparece en el camino.


«Mi comunidad y yo seguimos luchando para que algún día llegue la justicia a nuestro territorio»


 

Justamente esta distinción viene por la causa que ha liderado para evitar la contaminación por la extracción de oro en el norte del Cauca. ¿Cuándo empezó? 

Mi familia llegó hace mucho tiempo a un territorio ancestral, donde hubo esclavitud. La lucha no empezó conmigo sino con los ancestros, primero por liberarse de las cadenas del esclavismo, luego por conseguir esos territorios y después por hacer comunidad ante el abandono estatal que los seguía mirando como cosas. Por eso, no es gratis que la gente negra viva con las condiciones básicas más insatisfechas del país. Aunque pagamos impuestos al igual que el resto de la gente del país, esos impuestos no se ven reflejados en mejorar las condiciones de vida de nuestra gente. Entonces quiero remarcar eso, no es una lucha que empezó con Francia, yo creo que es un reconocimiento a la lucha que ha hecho mucha gente afro y no afro, comunidades indígenas, campesinas, empobrecidas urbanas que luchan por vivir en otras condiciones. Yo creo que soy la continuidad de esa lucha o somos la continuidad de esa lucha porque no lo he hecho sola, hemos hecho en colectivo, entre mujeres.

 

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 | FOTO: Premio Goldman.


 


No ha sido fácil liderar estos procesos por los que ahora es reconocida. Incluso tuvo que salir de su territorio por las amenazas de grupos ilegales. En todo este tiempo, ¿ha sentido el respaldo del Estado? 

No ha sido fácil. Incluso nos ha tocado discutir muchas veces con la misma comunidad, porque la gente nuestra a veces cae en la lógica de la visión de un desarrollo que no es real ya que a eso nos han sometido. Como que a veces nos impiden la posibilidad de pensar más allá; de pensar no solo en nosotros sino también en las próximas generaciones. Y también hemos tenido obstáculos porque el lugar en donde vivimos ha sido un territorio que ha estado en medio del conflicto armado. Un conflicto armado que tampoco es gratis sino que obedece a situaciones históricas, estructurales y de desigualdad.

Muchas veces hemos sentido que nos ha tocado defendernos del propio Estado. A veces sentimos que no somos parte del Estado colombiano porque el Gobierno está más en función de defender los intereses de sectores económicos que los de la gente. Y nos hemos preguntado: ¿para qué se creó ese Estado? ¿No era para protegernos a nosotros? Lo hemos dicho públicamente.


«Nos ha tocado defendernos del propio Estado»


 

Durante su discurso de aceptación del premio, usted pronunció una frase con una tremenda contundencia: “En mi comunidad se nos enseña a amar y valorar el territorio como espacio de vida, a luchar por este. Incluso poniendo en riesgo nuestra propia vida”…

Sin duda a nosotros desde pequeños nos enseñan mucho sobre nuestro territorio. Eso tiene que ver con que desde muy chiquitos aprendemos a pescar en el río, a cultivar y a hacer minería artesanal. Recuerdo que mi abuela me llevaba a sembrar yuca, café, plátano. Sentimos una apropiación que en realidad no tiene explicación. Hay gente de mi comunidad que tiene que salir por diferentes circunstancias, pero siempre están diciendo: "Si yo no me tuviera que salir por eso, me quedaría para siempre aquí".

Sabemos lo que significa el territorio y es algo que no se puede describir. Solo le pongo este ejemplo: una vez comimos solo con las cosas que producíamos en el territori
o. Pescamos en el río y recogimos plátano y yuca de las hortalizas que teníamos. Al final, hicimos una comida comunitaria con productos que habíamos buscado, fruto de lo que provee el territorio. Allí hicimos una reflexión muy profunda: si cuidábamos el territorio, nunca íbamos a necesitar plata para vivir.

 

“Desde pequeños nos enseñan el valor de la tierra. Sabemos que los territorios donde hemos construido comunidad y recreado nuestra cultura no fueron un regalo, pues le costó a nuestros mayores muchos años de sufrimiento en las minas y haciendas esclavistas”.

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 | FOTO: Premio Goldman.

“La crianza en mi comunidad se basa en valores como la solidaridad, el respeto y la honestidad. Se nos enseña que la dignidad no tiene precio, que resistir no es aguantar. A amar y valorar el territorio como espacio de vida, a luchar por este, incluso poniendo en riesgo nuestra propia vida”.

 

¿Cómo se organizaron para evitar la extracción minera en su entorno?

Estudié Derecho y con la ayuda de algunos amigos abogados instauramos una acción de tutela para proteger a la comunidad para que no fuera desalojada del territorio. Creamos una organización llamada ‘Movilización de Mujeres Negras para el Cuidado de la Vida y los Territorios Ancestrales’ y salimos a marchar el 17 de noviembre del 2014 . Llegamos a Bogotá el 25 de ese mes. Así logramos unos acuerdos con el Gobierno para detener la minería que estaba destruyendo el departamento del Cauca. Allá nos dijeron que había 2.000 retroexcavadoras haciendo minería ilegal del Cauca. Logramos la implementación de un estudio de impacto de la minería y un plan de reparación colectiva, pero mucho de eso se quedó en el papel.

 

¿Y hoy cómo está el río Ovejas?

Pues sigue corriendo allí, con varias zonas muy importantes para nosotros en términos de producción minera, porque la gente ha practicado la minería ancestral. La comunidad ha buscado su oro con una batea a la orilla del río. Pero hoy en día hay muchos sitios que ya no existen por la minería ilegal. También hay contaminación. No sabemos los niveles de mercurio que existen, porque no hemos podido hacer una muestra que dé cuenta de esos impactos. Hoy la tristeza que siente el río también la percibimos nosotros. Sentimos cómo se afectó el ecosistema y cómo los jóvenes de ahora no van con la misma frecuencia en la que lo hacíamos nosotros.  

 

¿Se ha podido comunicar con los miembros de su comunidad? ¿Qué le han expresado, cómo se recibió su premio?

Pues no he tenido mucha comunicación, pero varios me han escrito por WhatsApp, otros por Facebook. Me dicen que están muy felices, que han llorado, que se han llenado de una felicidad muy grande. Todo el mundo me expresa muchas cosas bonitas. Mi hijo me escribió un mensaje muy lindo.

Apenas llegue a La Toma iré a buscar a la comunidad para presentarle el premio y para que la gente sienta que seguimos empujando la lucha. Para que se llenen de esperanza y sigamos caminando juntas y juntos con el fin de defender el territorio. Quiero que podamos tener un país distinto en el que no sigan matando por pensar diferente y donde no nos desplacen del territorio.


«Llegó el momento de que haya un cambio de visión en nuestro país»


 

¿Qué mensaje les envía a tantos líderes sociales, que al igual que usted, han tenido que luchar en circunstancias difíciles?

Les digo que yo sé que la lucha no es fácil, pero que tampoco es imposible. Cuenten conmigo para lo que sea, para seguir empujando juntos lo que tengamos que empujar. Esperamos que el resto de la sociedad colombiana también se mueva con nosotros para proteger la vida en nuestro país y en América Latina, para que nos ayuden a proteger el planeta.