Claudia Varela, columnista

Opinión

¿Eres de los que enredan?

Muchas veces la “empresa” tiene la cara de su líder para cada uno de los miembros de una Corporación.

Claudia Varela
19 de noviembre de 2023

De lo que he observado en el Comportamiento Organizacional de diferentes empresas, he podido concluir que cada cultura corporativa forma a sus empleados de acuerdo con lo que considera correcto, muchas veces porque los comportamientos se han heredado de manera automática y otras porque el líder es el que define el estilo para moverse.

Muchas veces la “empresa” tiene la cara de su líder para cada uno de los miembros de una corporación. Esto quiere decir que cuando los empleados hacen afirmaciones como “es que la empresa es justa”, “es que la empresa no se preocupa por nosotros”, “es que la empresa tomo x o y decisión”, básicamente la cara en la cual se piensa es la de líder más cercano.

Estilos hay montones y gente en las organizaciones por supuesto diversa. Sin embargo, hay una serie de ciudadanos con los que podemos encontramos en lo público y privado, mejor dicho, donde haya seres humanos. Sin la intención de estereotipar, traté de hacer una buena agrupación para que cada quien reflexione en cuáles fomentar y cuáles controlar, para que su crecimiento no desborde ni a las personas ni al colectivo, esto lo había hecho hace años y decidí retomarlo encontrando que los cambios no son en realidad muchos.

  • Los que solo son políticamente correctos. Su descripción es muy fácil. Son excelentes moviéndose políticamente, haciendo los contactos necesarios y adulando a quien corresponda. Normalmente, logran sus fines y no necesitan tener tanto fondo. Los políticos son importantes, pero creo que debe controlarse mucho su crecimiento, porque pueden ser epidemia y esto les sirve más a ellos como individuos que a la organización total.
  • Los que enredan. Con estos, haga un test. Si usted lleva en una reunión 10 minutos y está distraído o no ha entendido nada de lo que dice el sujeto, ese es estrella del enredo. Normalmente, se mueve muy bien en el “flow” del PowerPoint, pero si le quitas su libreto convulsiona. Personalmente, estos me parecen inútiles y su aporte es nulo.
  • Los filósofos. Estos son los que llevan conceptos, citan autores, hablan de artículos y tendencias. Siempre están bien enterados y juzgan todo. Estos seres conceptuales me gustan. Lo realmente importante es que ejecuten al menos una cosa de las 100 que hablan. Ese es su riesgo. Con un buen líder, los filósofos son superbuenos aportando.
  • Los que hacen caso. Siempre habrá autoridad y necesidad de obediencia, porque si no el mundo sería una anarquía. Pero mucho cuidado con la obediencia extrema. Hay que cuestionar un poco y no tranzar los valores.
  • Los que dan resultado. Estos son de mis favoritos. Los que realmente manejan equipos para llegar a resultados de gente, financieros, de desarrollo de crecimiento con alto desempeño. Normalmente, tienen mucho fondo y cuestionan cuando hay que hacerlo. Las organizaciones no deben castrarlos, deben potenciarlos y ayudarlos a crecer.
  • Los innovadores. Aman el cambio, creativos, fuente de ideas permanente. Hay que encausarlos, pero alimentarlos.
  • Los retadores. Son difíciles de controlar, pero pueden aportar de manera infinita a una transformación cultural. Para las organizaciones conservadoras que solo pregonan, pero no asumen retos, es más fácil sacarlos de la organización que potenciarlos. Personalmente, me gustan los toros bravos, así que este grupo lo disfruto.
  • Los que no se ven. Su intención es ganarse el sueldo. Jamás los notas, aportan lo que toca en su mínimo límite. No es cuestión de personalidad, es más de actitud y decisión.
  • Los de la vitrina. Aquellos que siempre quieren aparecer, que jamás agradecen los aportes de los demás, porque toman su brillo como gestionado solo por ellos. Que salen en todas las fotos y las publican sin cesar. Siempre quieren tener una mención en todo lo que hacen.

Una buena Organización trabaja desde la diversidad, entendiendo que para su cultura debe haber una buena mezcla de estilo, potenciando los perfiles y generando alto desempeño a través de la diferencia.

“Una de las claves del liderazgo es reconocer que todo el mundo tiene dones y talentos. Un buen líder aprenderá a reunir esos dones hacia la misma meta”. Benjamin Carson.

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