Opinión

Soberanía femenina en mi visita al alma

Tras tres décadas en altos cargos corporativos, el viraje que la llevó del éxito económico a la búsqueda de soberanía femenina: un relato sobre habitar la autenticidad y redefinir el poder como libertad interior.

25 de abril de 2025, 12:38 p. m.
La soberanía femenina no es meta; es camino: un recordatorio de que no necesitamos validación externa ni inmolarnos para saber quiénes somos.
La soberanía femenina no es meta; es camino: un recordatorio de que no necesitamos validación externa ni inmolarnos para saber quiénes somos. | Foto: 123rf

Hace algunos años, después de más de tres décadas en el mundo corporativo, ocupando puestos de dirección, viajando, tomando decisiones impopulares y diseñando estrategias globales, me desperté una mañana con una sensación extraña: tenía éxito, pero trabajaba para propósitos ajenos, y lo grave no era que no los sentía propios, sino que sentía que no tenían nada que ver conmigo.

En Colombia, a las mujeres de la generación de mi abuela les enseñaron a sostener la “estabilidad familiar” en medio de un contexto violento en condición de sumisión total. A las mujeres de la generación de mi mamá les enseñaron a balancear la dignidad con el esfuerzo a punta de sacrificio. Y con la misión de romper el círculo de la sumisión y el sacrificio, a las mujeres de mi generación nos mostraron una ruta nueva donde nos enseñaron a estudiar, destacarnos, romper techos de cristal, liderar. Yo lo hice. Lo hice con pasión, con disciplina, con esa fuerza que a veces se nos exige a las mujeres para que se nos tome en serio. Pero en ese camino, fui desconectándome de algo esencial. Fui perdiendo partes de mí que ni siquiera sabía que eran tan importantes.

Cuando finalmente decidí salir del mundo empresarial y dedicarme de lleno a la consultoría y el emprendimiento, también decido indagar de manera profunda estas preguntas ¿ Porqué los otros me ven exitosa y yo no me siento exitosa? ¿Por qué, si cumplí con la expectativa de lo que me habían enseñado, lo que siento es un vacío de éxito infinito? Con estas preguntas emprendí un camino de autoconocimiento y autoconciencia y en ese camino me di cuenta de que esas partes que había perdido representaban eso de mí que más disfrutaba y en donde me sentía más cómoda: la autenticidad, la intuición, la sensibilidad. Esa casa que había cerrado con candado para poder encajar en un mundo que premia la razón, el resultado y la sagacidad por encima de la autenticidad.

Allí comenzó mi verdadero viaje hacia la soberanía

Con la mejor intención, nuestras madres nos abrieron el poder económico, pero el precio fue una pérdida de soberanía interna: quedamos incompletas. Para mí, la soberanía femenina va más allá de la independencia laboral o los cargos altos. Es ser dueñas de nuestra vida, decisiones, cuerpos, tiempos y silencios.

Durante este proceso he acompañado a muchas mujeres. Paradójicamente, acceder al poder ha implicado dolor: divorcios, maternidades elegidas o interrumpidas, redefiniciones afectivas. Cada decisión rompe el legado de sometimiento y sacrificio de nuestras antecesoras.

Terapia y retiros me devolvieron la voz: no la que persuade, sino la que susurra verdades incómodas. Entendí que fortaleza no es levantar muros, sino permitirme sentir; qué soberanía no es controlarlo todo, sino confiar en mis propios ritmos. Aprendí a escuchar el cuerpo como oráculo y a honrar la intuición. La soberanía femenina no es meta; es camino: un recordatorio de que no necesitamos validación externa ni inmolarnos para saber quiénes somos.

En tiempos de urgencia y redes que exigen impecabilidad, ejercer soberanía es un acto de resistencia: decir ‘no’ sin culpa, decir ‘sí’ o ‘no más’ sin miedo, volver a confiar en nosotras.

Si hoy me preguntan qué es el poder, respondo sin dudar: poder es ser libre por dentro, ser quien soy sin disfraz, honrar cada etapa y elegir seguir aprendiendo. Porque, al final, conquistar el mundo importa menos que conquistarnos a nosotras mismas. Desde ahí, todo se transforma.

Marcela Velásquez Posada, vicepresidente y CFO de DUE Capital and Services.

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